04- Entre verdes y viento.

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ELIA

Llegamos al final del camino y apago el auto. Espere unos minutos a que dijese algo, que fuese el quien quisiera retomar la conversación. Parecía necesitarlo y la curiosidad por saber que era lo que pasaba por su mente se volvió más intensa. Me gire aun con el cinturón puesto decidida a preguntarle de forma más directa cual era el pensamiento que estaba comiendo su mente. Namjoon se quitó el cinturón y abrió la puerta. Salió del coche moviéndose a la parte de atrás. Se quito el abrigo largo. Levanto su rostro por encima de los asientos.

─ Ven – mire a mi alrededor.

─ Hace frio ─le respondo con total sinceridad.

─ Creía que te gustaba la lluvia ─ termino de cerrar la cajuela del coche. Lo vi caminar y mi ansiedad de quedarme sola en medio de la nada me hizo imposible la misión de salir del auto, sobre todo si no podía quitarme el cinturón de seguridad ─ ¿Acaso ya no te gusta? ─ abrió la puerta de golpe.

─ ¡joder! ¡namjoon! ─ solte casi gritando ─ Lo siento – añadí casi al instante para después lograr salir del auto. Hice lo mismo que Nam y dejé mi abrigo en el auto. 

─ Oye, no me iría sin ti – me dijo con voz suave─ Espero que siempre tengas en mente eso.

─ Sigue haciendo frio ─ me frote los brazos─ Si termino cayéndome por un barraco, quedara en tu conciencia. – Ese fue mi intento de camuflar que realmente estaba asustada.

─ Nos podemos caer juntos y nadie tendrán ningún cargo de conciencia. – Alzo los hombros como si nada.

Mi abuela siempre decía que se asombraba de mi capacidad con abrazar el suelo de forma tan constate sin conseguir una fractura o algo más grave de forma tan seguida. Jamás he reprochado ese argumento, estoy absolutamente de acuerdo. Es posible que con el paso de los años mi equilibrio haya mejorado de alguna forma. Teniendo en cuenta que me he resbalado más de diez veces durante los quince minutos que llevamos caminando en completo silencio. Mi sentido de supervivencia me decía que espere a ver el lugar donde Namjoon pisaba para pisar exactamente en ese mismo lugar. Si él no se resbalaba, yo tampoco lo haría. Y podría apostar más de la mitad de mi suerte a que comenzó a dar pasos más largos.

Me detuve con la intención de reclamarle por querer verme sufrir y el brillo de la cadena dorada con la S sobresalía en el azul de su jersey. De todos los días que hemos compartido, aquel en que ella le dio esa cadena fue uno de los que más me dolieron. No era solo una cadena con su inicial o que Susan llevase una N, también colgando en una cadenita dorada. Me dolía el recuerdo de que cuando Noa y Sebas, que llevan siendo mejores amigos el mismo tiempo que nosotros, tuviesen algo parecido y cuando años antes yo le pregunte si quería llevar una pulsera que fuese complementaría a otra que llevaría yo su negativa fue tan grande. Mi abuela me repitió que debía ser porque es un chico, pero ¿acaso eso tenía sentido? Porque hoy ahí estaba, la S aun adornaba su cuerpo.

Cuando me topé con su mirada la evadí al instante. Me he dicho tantas veces que está bien, que ella era su novia y que nosotros somos amigos. Todos los pensamientos, que de normal jamás se callan, estaban en completo silencio. Me puse a contemplar el árbol en el que acababa de apoyar mi mano para pasar junto a Namjoon y seguir caminando. No había forma en la que explicase lo que estaba sintiendo ahora porque, sencillamente, no podía decirle que detestaba esa cadena desde el primer día y mucho menos que sentía celos.

─ ¿todo bien? ─ escuche su voz a mi espalda.

─ Si, hay que llegar al final de este camino para que puedas sentirte mejor y yo pueda irme. ─ Todo salió de mi demasiado rápido. Ni yo misma estaba segura de haber comprendido la magnitud de mis palabras como para ser consciente de la forma en la que podía llegar a golpear.

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