Alguna vez os ha pasado que vuestros padres se han ido a un restaurante y os ha dejado sola con un chico que te pone nerviosa con tan solo mirarte? Pues eso me está pasando ahora mismo.
Matt había pedido pizza, a mi me encanta la pizza, mas bien la amo. Pero repito; no quiero ponerme más gorda de lo que estoy.
- ¿No comes?- Preguntó Matt mirando la pizza entera.
- No, no te-tengo hambre- Contesté levantándome sin mirarle. Realmente este chico me ponía muy nerviosa.
- Es por el problema de tu peso, ¿verdad?- Su pregunta me dejo sorprendida, me quedé quieta sin saber que contestar.
- No te importa.
- Yo tenia hace tres años el mismo problema- Dijo ignorando mi anterior frase- Al ver que todo el mundo se reía de mi dejé de comer, le cogí miedo a la báscula. De no comer estuve unos cuanto días ingresado, al darme cuenta de que tenía anorexia caí en depresión, pero con la ayuda de mis amigos y mi familia lo superé.- Terminó y me di cuenta de que estaba llorando. Me lancé a él y le abracé, al darme cuenta de lo que hice pedí perdón e iba a subir las escaleras para ir a mi habitación, pero me cogió de la mano y me dijo:
- No dejes que acaben contigo, tú eres la única que puedes pararlo.- Le dí las gracias y subí a mi habitación.
Quizás Matt tenga razón, yo soy la única que puede pararlo.
...
- Miriam, yo te amo.- Dijo Matt-. Pero no quiero estar con una gorda.- De repente aparecieron todos mis compañeros de clase gritando; gorda
¡No, no quiero ser gorda!
Me desperté sudada y con la respiración agitada, miré el reloj y eran las 5:57.
Solo faltaban tres minutos para despertarme y alistarme para el instituto.
Me duché y me puse el chándal azul obligatorio para Educación Física, odio a ese profesor nos pone 12 minutos corriendo, y si ve que te paras 3 veces 5 minutos más.
Cogí mi mochila y bajé al salón, tenía que esperar a Matt.
Prendí la televisión y me salió un programa en el que se hacen pasteles, me entro un hambre... pero no iba a desayunar.
- Miriam, sabes de que tienes que desayunar.- Me dijo Matt. No le contesté-. Venga, al menos una manzana.- Asentí y me la pasó.
La miré un poco mal pero le dí una mordida.
...
- Luego nos vemos aquí- Asentí.
Entré rápidamente al instituto y me dirigí al patio trasero, donde daremos la clase de Educación Física.
- Hoy clase, correremos solo 5 minutos y luego haremos unos pares de ejercicios, y practicaremos algunos deportes- Habló el profesor-. Las porristas se pueden ir al gimnasio a practicar su baile. Los demás a correr.
Empecé a correr lentamente, ya que si empezaba rápido me cansaría antes.
Un chico se puso al lado mía y me puso el pie, haciendo que me cayera, golpeándome fuertemente en la nariz.
No tardó en sangrar.
- Miriam, tú como siempre no hay día en el que no tengas que ir a la enfermería. Menos comer y más ejercicio. Daniel, acompáñala a enfermería.
- Si claro, ¿y si explota y me llena de grasa?- Se burló.
- Yo iré sola.- Empecé a correr llorando sujetando mi nariz. La enfermería no quedaba muy lejos solo había que entrar en el instituto.
Entré y empezó a curarme.
Mientras me curaba pensé en las palabras de Matt; "No dejes que acaben contigo, tú eres la única que puedes pararlo".
Pero es imposible, esos insultos duelen, y yo no soy capaz de pararlo.
Soy demasiado cobarde...
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Soy yo, la típica chica gorda.
Diversos-¡Gorda! -¡Fea! -¡Te comiste a tu propio padre, gorda! Y así seguian los insultos de todos los dias... Miriam, la típica chica gorda.