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(Punto de vista general)

Estaba tan sorprendida, Lisa no podía creerlo. El corazón le latía a la misma velocidad que el de la coreana. Era uno de esos abrazos que no quieres romperlo porque te sientes seguro con esa persona.

No espero escuchar esas palabras de la castaña. Al contrario, pensaba que le diría que lo que habían tenido, se había acabado, y que olvidara todo. El alivio que sentía la pelinegra le devolvió el alma al cuerpo. Sus brazos apretaban el cuerpo de Jennie al suyo, con el deseo de no separarse de ella nunca más.

Pero en el fondo sabía que pasarían por más obstáculos antes de que pudiera estar con ella libremente, y poder gritarle al mundo que estaba completa y perdidamente enamorada de esa preciosa y perfecta mujer de entre sus brazos.

Jennie, se sentía feliz de estar entre los brazos de su tailandesa. Era el único lugar en el que quería estar. Se sentía protegida, segura, lo que nunca había sentido antes.

— Te quiero.

Susurró Lisa, y el corazón de la castaña se saltó un latido al escuchar esas palabras con tanto sentimiento, que por detrás daban a entender que en realidad la amaba.

— Yo también te quiero.

La pelinegra se aferró más casi lagrimeando de felicidad y con el corazón casi saliéndose de su pecho.

Se quedaron largos minutos sin que se dieran cuenta del tiempo. Y la que entro en razón fue la coreana, así que después de dejarle un beso en el cuello, se separó para tomar la cara de la adolescente, sonriéndole con amor.

— Se te hace tarde, cielo.

La más alta soltó un bufido de inconformidad. No quería soltarla, pero tenía que entregar un proyecto importante. La coreana soltó una risita juntando sus frentes mientras le acariciaba las mejillas y el cuello a la pelinegra.

— No quiero dejarte. — se quejó con los ojos cerrados.

— Yo tampoco, pero ya casi sales de la escuela. — trató de animarla.

Otro bufido salió de la más alta, antes de unir sus labios con la mayor. Segundos después Jennie tratando de concentrarse, la alejo escuchando a la razón con dificultad.

—  Créeme que quiero que te quedes para que me hagas el amor, pero tienes que irte, corazón.

Los ojos de Lisa brillaron como nunca antes, al igual que Jennie con el solo pensamiento de estar juntas.

***

El día en la escuela, Lisa estuvo con una sonrisa de enamorada, e igual de distraída con la mente perdida en el recuerdo latente de Jennie. Mientras que la castaña estuvo con la misma sonrisa, a la vez que decidía entrar a su estudio, donde volvió a tomar un lápiz y empezó a hacer bocetos de unos ojos color miel, penetrantes e incomparables para ella, dueña de la chica de sus pensamientos.

El tiempo se le paso rápido en el estudio, como siempre sucedía cuando tenía inspiración. Al ver el resultado del dibujo, sonrió. No pretendía dibujar esos ojos, pero ahí estaban, a lápiz, pero esos eran los ojos que deseaba volver a ver.

Por un momento, pudo quedarse en su pequeña burbuja de adolescente enamorada, junto con Lisa. Pero cuando decidió salir de la habitación y revisar su celular, recordó lo que tenía que enfrentar para poder quedar libre.

Una llamada a su abogada Denisse, y una breve explicación de su parte, fue suficiente para empezar con el papeleo. Y lo que más le agradaba de todo, era que Jiyong no le negaba el divorcio, le estaba facilitando tantas cosas; pero otro problema era enfrentarse a su madre, con quien tendría que hablar pronto, y visitarla era la mejor opción.

My Woman, My love. (Jenlisa adaptación) G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora