7.

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El tiempo sana heridas, puede dejar que se pegue todo lo partido e incluso ayuda a superar las cosas; pero también es un arma que puede jugar en tu contra, en todo ese lapso puedes dejar que tus miedos te ganen, que tu juicio se nuble. Eso justamente le pasaba a Peter; había vuelto de su viaje con su padre pero las cosas no parecían mejorar, la culpa lo estaba comiendo vivo a pesar de las palabras de aliento de Tony. 

Abrazó su almohada y hundió su rostro en ella, dejó que esta reprimiera un sollozo y cerró sus ojos con fuerza.

–¿Por qué no hablas con él?– Preguntó Stephen mientras daba un sorbo a su té– Tal vez necesitas insistir más.

–Ese es el problema Stephen,  ya hablé con él, incluso he intentado acercarme más, como antes, pero simplemente no me deja.

–Tu y yo conocemos ese mundo de negación y culpa, Tony, lo peor que puedes hacer es dejarlo solo mientras sus demonios lo comen vivo.

–Jamás dejaría a mi hijo. –Vaciló un poco, luego volteó a verlo con una ladina sonrisa, tenía una idea.– ¡Necesitamos unas vacaciones de nuevo!

El hechicero río un poco, después de todo no era una mala idea. Asintió como respuesta antes de con sus manos hacer pequeños círculos, dando como despedida una sonrisa. Atravesó el portal y dejó al millonario solo.

–No quiero que pases lo mismo que yo.

Susurró mientras veía la puerta de la habitación de su pequeño. Caminó a esta y tocó la puerta,  una vez tuvo el permiso entró.

Se encontró con su joven niño sentado en la orilla de la cama, su respiración era pesada y sus ojos estaban rojos. Había estado llorando; Bajó la mirada y se acercó a él,  lo envolvió en sus brazos con todo el cariño que un padre podría brindar.

–Peter....tienes que dejar de culparte, has cargado con tanto desde tan temprana edad que te estás perdiendo de tu juventud.

–Me equivoqué...casi lo pierdo por mi culpa y usted viene y me abraza, señor Stark no sé si realmente valgo la pena.

El magnate sintió como si alguien lo hubiese golpeado, Señor Stark,  hacia tanto no escuchaba  esas palabras que ahora dolían como el mismo infierno.

–Hijo...todos tenemos derecho de equivocarnos.

El millonario salio de la habitación con un nudo en el pecho, no sabia que más hacer para ayudar a su hijo, fue tanto lo que Peter hizo por él que no sabía como pagar con la misma moneda; suspiró y buscó en su teléfono lugares turísticos cercanos, veía cada detalle pero nada valía la pena.

Se sentía desesperado y eso lo hacía enloquecer, el tiempo lo tenia encima desde su punto de vista y la presión en su pecho solo le decía que entre más pasara peor sería. 

~•~

Peter caminaba de la escuela a la torre, sus audífonos a todo volumen y sus pensamientos perdidos no lo dejaban razonar. Sintio un par de brazos rodear su cuerpo, los reconoció en segundos.

–¿Qué tal swetums?

–Hola Wade, nada realmente, ¿Cómo estás tú? -Preguntó dando una de sus mejores sonrisas.- Me alegra que volvieras de tu misión.

–También me alegra haber vuelto, fui a buscarte a la torre y me encontré con mi suegrito dando vueltas, ¿qué ocurre Pet?

–La cague y en grande...regalé los lentes de papá a un loco que lo odiaba, papá tuvo que ir a salvarme.

El mayor de los dos se quedó pensando por unos segundos, luego alzó una ceja.

–¿Eso tiene algo de malo?

–Te estoy diciendo que regalé tecnología de alta punta y tú me dices que si eso tiene algo de malo....¿me pusiste atención?

–Si lo hice arañita; por eso te estoy diciendo, yo he hecho peores cosas y aún así me amas así, estoy seguro de que el suegrito Stark no está molesto contigo.

Peter se detuvo en seco, se dio media vuelta y se refugió en sus brazos, rompió en llanto, Wade lo abrazó y le besó la frente. Acaricio su espalda y sonrió de lado.

–Pet, siempre voy a estar para ti al igual que blanca y amarilla.

El menor soltó una risa tenue, asintió sin atreverse a alejarse de él. 

~•~

Llegaron a la torre y lo primero que hizo fue correr a buscar a su padre, en la sala no estaba, tampoco su habitación, pensó y supo donde encontrarlo.

Bajó corriendo al taller, no tuvo que tocar, solo entró al poner su mano. Y ahí estaba el genio con sus nuevas ideas. Cientas de imágenes dispersas a lo largo de la habitación con descripciones mínimas. Buscaba el lugar perfecto.

Suspiró y acaricio su barba, movió su mano y pasó a las siguientes.

El joven arácnido sonrió, era tierno ver a su papá buscando con tanto pudor algún lugar para salir juntos. Vio las imagines y apuntó a una.

–Londres es un buen lugar.

–Lo es, he estado leyendo mucho de él.  ¿Crees que sea buena idea?

–No es por nada pero sali de vacaciones hoy.

–Has tu maleta, nos vamos.

Por Peter. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora