Cap. 25 | Volver

296 36 16
                                    

—Señora Nóvikov —susurra en mi oído, mordiendo el lóbulo de mi oreja mientras su mano se desliza más abajo, encontrando mi sexo—. Separe más las piernas y míreme a los ojos.

Hago lo que me pide sin rechistar, porque en éste momento, solo me importa abandonarnos al placer y la entrega de nuestros cuerpos y corazones.

Su mano experta me acaricia con suavidad y mis ojos están trabados con los suyos al momento en que su toque pasa de suave a salvaje; dejo escapar un grito cuando siento la intromisión de dos de sus dedos y comienza a penetrarme con ellos de forma paulatina.

—Por favor... —gimo, sin estar segura de por qué usé esa palabra; no sé si estoy pidiéndole que por favor continúe o que por favor pare, aunque, para ser honesta, estoy bastante segura de que quiero que continúe, porque mi cuerpo está empujando al encuentro de las embestidas de sus dedos.

—¿Qué? —pregunta, con una sonrisa burlona adornando sus labios—. Dime lo que quieres, cariño. Puedes sentirte en la libertad de pedirme lo que sea, porque no puedo ser capaz de negarte absolutamente nada —dice, recargando su cabeza contra la palma de su mano y mirándome fijamente, mientras su otra mano sigue escondida entre mis piernas—. Dime, ¿quieres correrte ahora? Pídeme que te haga correr y lo haré.

¡Maldición! —exhalo—. Sí, por favor, quiero eso... haz que me corra, Treyton... estoy tan necesitada —ruego, descaradamente.

Sonriendo de manera petulante y engreída, comienza a embestirme de forma rápida y su dedo pulgar le da a mi clítoris la presión y atención que ha estado implorando. Finalmente, exploto y mi cuerpo se balancea contra su mano al mismo tiempo que grito su nombre.

Santo Cristo, no creo haberme corrido así antes, pero ahora, él solo puso su mano en mi sexo y mi deseo se hizo presente. Siento que mi cara se calienta de vergüenza y la entierro en su pecho. Mi angustioso sexo llora ante la perdida de sus dedos, pero lo veo llevar sus manos arriba y deslizar sus dedos en su boca para probar mi miel.

—Dulce, pero ahora necesito probar directamente de la fuente —dice, levantándose de la cama y yendo directamente a ocultar su cara entre mis piernas.

Antes de que pueda ser capaz de recuperarme por completo del orgasmo que acaba de darme, lleva su boca a mi sexo y, aprovecha el momento en que arqueo la espalda de la cama, para llevar sus manos debajo de mi trasero y apretar mis nalgas, separándolas para tener un mejor acceso a mí; llevo mi mano en puño a mi boca y sacudo la cabeza de lado a lado, perdida en el deseo y el placer de lo que su boca está haciéndole a mi sexo y clítoris.

Abro mis piernas más ampliamente, metiendo los talones contra mis nalgas y dejo que mis rodillas se desmoronen mientras mis manos se enredan en su cabello. Él toma otra lamida de mí antes de subir por mi cuerpo y capturar mis labios en un beso, uno en el que me pruebo a mí misma y que me hace estremecer aún más.

Siento su mano deslizarse entre nosotros y luego la punta de su miembro deslizarse entre mis labios vaginales; ahogo un gemido cuando se encuentra completamente dentro de mí.

—Envuelve tus piernas alrededor de mí —dice, mirándome fijamente.

Cuando comienza a empujar dentro y fuera de mí, un calor inunda mi pecho; nuestros ojos se encuentran y hay tantas emociones en sus orbes verdes que me vuelven un enorme charco de sensaciones.

Estamos tan conectados el uno con el otro que no es nada difícil entendernos, siempre sabemos lo que queremos y nos entregamos por completo a la pasión, el deseo y el amor.

Mi espalda se arquea de la cama y su pelvis roza con la mía, haciéndonos gritar nuestros nombres; sosteniéndome de los brazos, él nos da vuelta y quedo a horcajadas sobre él, mientras subo y bajo de su dura erección, Trey toma mi pezón en su boca y lo chupa al mismo tiempo que su mano baja por mi cuerpo hasta llegar a la unión de nuestros sexos.

The Only Reason©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora