Cap. 27 | Destrozar

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—¿Estás segura de que lo dejaste aquí? —pregunta Kiara, rebuscando entre los estantes del laboratorio.

—Sí. Tuve la primera clase con Treyton y cuando terminó, estaba tan apresurada por ir de prisa al campo a las pruebas que olvidé por completo llevarlo conmigo.

—Nix, aquí no hay nada, ya hemos buscado en todos los rincones, es mejor que te des prisa, porque de no ser así, no solo tú terminarás repitiendo la clase el siguiente semestre.

Soltando un suspiro, asiento y, aunque no quiero, dejo de buscar y sigo a Kiara para ir juntas a la siguiente clase.

No estoy prestando atención en nada, mi mente sigue rememorando todos los acontecimientos de la mañana, pero no logro encontrar en mis recuerdos, el momento en que me quité la cadena con mi anillo de matrimonio.

—¿Qué vas a almorzar? —pregunta Kiara, enredando su brazo con el mío cuando abandonamos el aula.

—No almorzaré, quiero regresar al gimnasio y verificar nuevamente en los casilleros —digo.

—Nix...

—Perdóname, pero esa cadena es demasiado importante para mí.

—Te ayudaré a buscarla.

—No es necesario, ve a almorzar, te veré más tarde —le digo, ya zafándome de su agarre y yendo en dirección contraria a la de ella.

Tengo y debo encontrar la cadena, no sólo porque tiene mi anillo de matrimonio con Treyton, si no, porque, de hecho, es la única cosa que me quedó de mi madre.

—Phoenix —llama la voz de Val, una de las porristas perteneciente al club y séquito de Daisy Palmer.

Me detengo y espero mientras ella termina de llegar hacia a mí. Los ojos de Val parecen amables, pero no me fio de nadie que mantenga una amistad con Daisy.

—¿Se te ofrece algo? —pregunto, mirando a la castaña.

Val suspira y casi parece que estuviera sosteniendo el mundo sobre sus hombros o, peor aún, cómo si estuviera a punto de cometer un crimen.

—Toma —dice, tendiéndome un papel doblado—. Daisy te envía esto.

Mis ojos se clavan en la hoja de papel que ella está sosteniendo y luego, levanto la mirada, posándola en la chica frente a mí.

—No sé qué es lo que planee Daisy, así que, por favor, dile que no me moleste más.

—Phoenix, lo siento, no es algo que yo quiera hacer, pero conoces a Daisy, si no te entrego su recado, me eliminará de...

—Puedes tirarlo a la basura y decirle que me lo has dado.

—No me creerá, tiene a alguien vigilando que cumpla con su encargo.

Mis ojos recorren todo el lugar y, ciertamente, otra de las porristas se halla oculta detrás de las escaleras. Dejo escapar un suspiro y tomo el papel, dándome cuenta que, posiblemente, estoy cayendo en una jodida trampa.

Una vez que Val se marcha, intento hacer caso omiso a la hoja que tengo entre mis dedos, pero no soy capaz de ignorarla y termino desdoblándola para leer su contenido. Siento que la respiración se atora en mi garganta y en menos de un parpadeo, mis pies comienzan a correr, llevándome al lugar menos esperado.

Apesta, claro que apesta, pero intento no concentrarme en el olor y comienzo a revisar bolsa por bolsa, buscando y rebuscando hasta que escucho unos pasos y una risa burlona acompañada de unos aplausos.

—Mira qué bien te ves —se burla Daisy—. Estás en el lugar al que perteneces.

Me pongo de pie y aparto mi cabello con el dorso de mi brazo para poder mirarla bien y de frente.

The Only Reason©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora