Cap. 06 | Enemigo

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Suspiro lleno de frustración y cansancio. —¿Crees que demorarán mucho? —vuelvo a preguntarle a la secretaria.

—Lo siento señor Nóvikov, pero la junta parece haberse extendido —informa, con gesto apenado.

—¿Puedes decirle que vine?

—Así lo haré.

—Gracias —digo, tomando mi gorra de los Mets y caminando en dirección a los ascensores.

Ni siquiera sé porqué me molesto, está más que claro que todos me van a dar la espalda y no es algo que quiera que me restrieguen por la cara una y mil veces.

Salgo del edificio y me encamino a la parada de taxis más cercana, la rabia me carcome por dentro pero no estoy dispuesto a dejarla salir.

—¡Qué mierda! —mascullo, viendo a Phoenix Blake entrar a una pastelería acompañada de un sujeto que desconozco.

Me coloco la gorra y camino directo al local, mirando a través de la ventana de cristal. Parezco un maldito sociópata espiando a su víctima.

El chico la mira con una sonrisa en la cara y ella le entrega dos pequeñas cajas de cartón con el logotipo de la pastelería impreso.

Un par de maldiciones salen de mi boca en cuanto el teléfono vibra y suena en el bolsillo de mi pantalón.

—¡¿Qué?! —gruño.

—Esas no son formas de responderle a tu padre —se queja la voz de mi progenitor.

Exhalo una bocanada de aire. —Lo lamento, no vi que eras tú.

—Payanarais dijo que estuviste buscándome.

—Sí, acabo de... —mi voz se pierde cuando mis ojos se clavan en Phoenix—. Te buscaré luego —digo, y cuelgo la llamada sin el menor caso a las palabras de mi padre.

No sé qué demonios sucede conmigo, pero desde la platica con Ílkay no he podido mantener mi concentración lejos de esa pelirroja, ella está en cada uno de mis pensamientos. Pensamientos que tienden a ser muy excitantes.

Haciendo caso omiso a mis últimos vestigios de racionalidad, me adentro a la pastelería, solo que mi ratón ya no se encuentra a la vista, en su lugar, me sonríe una castaña de facciones amables.

—Hola, ¿puedo ayudarte en algo? —pregunta, sonriéndome.

—Eh, solo quería un café con leche y un croissant de jamón y queso.

Ella asiente y toma el dinero, al principio, me cuesta deshacerme del efectivo, pero si quiero conseguir información del por qué Phoenix Blake está en esta pastelería, debo invertir un poco.

—Si gustas esperar... —la chica señala una de las mesas vacías.

Asiento y camino hacia la que está ubicada en la esquina. Observo todo a mí alrededor, asombrándome de cada cosa que hay, no es una pastelería como cualquier otra, el local tiene un toque vintage y decoraciones en tonos pastel, además de que el olor es exquisito, una mezcla del café y lo dulce de los postres.

—Aquí tienes —anuncia la dependienta, depositando sobre la mesa mi pedido.

—Gracias —murmuro.

Paso al menos veinte minutos sentado en el lugar, atento a cualquier indicio pelirrojo que pueda ver; no consigo nada a excepción de la frustración que me recorre el cuerpo.

Salgo del local y me encamino hasta la parada de taxis.

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