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Mateo

Me puse la campera y salí de mí casa

Era domingo, la madrugada estaba bastante fresca pero no tenía ganas de dormir así que salí a caminar

Estaba pasando por la casa de Renzo cuando noto que la luz de la pieza de Ema estaba prendida, cosa que me pareció raro porque eran las 4am y debía estar durmiendo.

Me encaminé hasta la ventana y busqué una piedra para después pegarle en el vidrio, como no respondía tiré otra y otra hasta que ella abrió la ventana

-sos pajero? me vas a romper la ventana- dijo desde arriba

-puedo subir?- pregunté pero ella solo desapareció

Estaba por volver a mí casa cuando me agarran del brazo

-concha de tu puta tía y la de tu abuela también- putee cuando me asusté

-trata bien a la mina porque te caga a bifes, vamos- cuando Ema me agarró de la mano no pude explicar lo que sentí, pero fue muy raro

Me hizo pasar por la puerta de atrás y en puntitas de pie subimos hasta su pieza

-que haces en bata?- pregunté riendo- ochenta años tenes ahora

-mira pendejo de mierda, yo estaba tranquila y vos viniste a joder como siempre, que poronga querés?- se cruzó de brazos

-siempre tan simpática conmigo- sonreí falsamente- estaba yendo a caminar y vi la luz prendida

-y que te hizo pensar que yo quería verte a vos a las cuatro de la madrugada?- no le respondí, solo me acerqué a su computadora donde había música para cambiarla. Cuando terminé abrí la ventana y me prendí un porro

-yo no te la puedo creer, tiras piedras en mí ventana, cambias la música y encima prendes un porro como si fuera tu pieza- dijo indignada y yo solté una carcajada

-por qué me odias tanto?- pregunté

-porque si, siempre estás peleándome vos- se sentó en una silla cerca mío

-ahora no te estoy haciendo nada y vos me estás tratando mal- hablé. Le di una calada al porro y solté el humo

-me viniste a interrumpir mí agradable noche- dijo sería

-para mí agradable noche sería estar cogiendo con mí wacha pero bueno- hizo una mueca de asco

-que desagrable que sos-

Nos quedamos un rato viéndonos uno al otro, nadie decía nada porque estábamos seguros que nuestras miradas lo decían todo. Aprecié cada parte de su cara para guardarmela, Ema era hermosa y nadie podía negarlo, ni yo lo hacía. Miré sus ojos que me miraban fijamente con mucha intensidad, miré sus labios que alguna vez probé y nunca lo imaginé, seguí apareciendo su pequeña pero linda nariz. Sin querer mi miraba bajó hasta el principio de su bata y caí en tentación de preguntar

-que tenés abajo de la bata?-

....

Ema

Miraba a Mateo, su pelo desordenado y sus ojos marrones achinaditos por el porro, como su mandíbula se marcaba cada vez más y sus manos llena de anillos. Su belleza era difícil de explicar, no sé me hacía un lindo pibe que yo eligiria pero aún así me parecía lindo

-que tenés abajo de la bata?- preguntó de la nada

-que?- lo miré alzando una ceja

-quiero ver lo que tenés abajo de la bata- dijo muy tranquilo como si nada

-una remera- no mentía, tenía una remera grande abajo de la bata pero me la había puesto para que no me de frío

-hagamos como que te creo- rodó los ojos

-sos re tarado a veces-

Me levanté de la silla que estaba sentada y fui a cambiar la música, cuando quise volver a mi lugar encontré a Mateo tirado en la cama, por como estaba pude notar que el porro ya le había empezado a pegar

-estoy re volado y necesito mimos- dijo con la voz ronca- haceme mimos Emita

Lo pensé y terminé aceptando, me recosté en la cama y dejé que el se acomode con su cabeza en mi pecho para después comenza a hacerle mimos

Esto es raro pero no me desagrada

R A M É - T R U E N O ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora