Capitulo VII

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Mackenna

Esta vez, en sus sueños, las cosas cambiaban. El frío se colaba en sus huesos, su piel estaba helada, vestida nada mas que con un camisón blanco hasta sus rodillas, podía sentir las ramas de los árboles enredarse en su cabello, las piedras que pisaba con sus pies descalzos, la tierra colándose en sus dedos.

Podía sentir todo, y por primera vez, actuaba como si supiera donde tenía que ir. La oscuridad del bosque la hacía que se adentre, mientras voces susurraban su nombre, mientras que su cuerpo se movía contra su voluntad. Y en el fondo, había una luz, no era exactamente una luz, si no que era mas bien algo como fuego. Y Connell estaba parado ahí, lucía como un chico que brotaba de las llamas, con la mirada seria, y ardiendo. Y cerca de él, estaba aquella chica de la fotografía, la que quería adentrarlo a las llamas.

Connell estiro su mano a Murphy, indicando que la tome, indicando que la siga.

La chica despierta de golpe con su respiración pesada, se sentía desorientada, pero estaba en su habitación. Estaba en su cuarto bajo las colchas, estira sus dedos bajo las sabanas, y luego sus brazos, la luz del sol estaba siendo bloqueada por la ventana, y el reloj indicaba que aun estaba a tiempo para ir a la escuela.

Unas risas proveniente de abajo llegan a sus oídos, y ruidos de cacerolas. Lo que le llamo la atención, teniendo en cuenta que siempre desayunan cereales, o lo mas elaborado son tostadas porque nadie tiene tiempo para hacer un desayuno tan elaborado. La chica se levanta de su cama, se coloca sus pantuflas mientras baja las escaleras, mira un saco marron colgado en la entrada, y una voz masculina cantar al ritmo de la voz de Poppy.

-¡Papá!-grita Mackenna corriendo a la cocina, donde su padre tenía un delantal y estaba haciendo panqueques. El hombre pelirrojo sonríe mientras que abre sus brazos recibiendo a su hija mayor, la chica lo abraza con fuerza apoyándose en su hombro.

-Oh, Mackenna creciste demasiado, ya me estas llegando a la altura.-dice el hombre mientras que la pelirroja ríe.

-¿Cuándo llegaste?.-pregunta ella.

-En la madrugada, su mamá me dijo que mejor no despertarlas.-dice él acariciando el cabello de su hija.

-¡Tendremos panqueques de desayuno!.-comenta Poppy alegre mientras que Mackenna sigue abrazada al cuerpo de su padre.

-Si, y dulces de postre, y helado de cena-bromea el hombre siguiendo con la comida.

-¿Hasta cuando te quedas?.-pregunta Mackena viéndolo, el hombre ladea su cabeza.

-Un par de días, hasta que me necesiten en el cuartel de investigación. Pero hey, estaré en Bruselas, a solo una hora de distancia.

-Podríamos mudarnos a Bruselas.-dice Poppy.-Pero mamá dice que aquí es mas seguro, y bla bla bla.

-Nada de "bla, bla, bla", Nuestro pueblo es lo mas seguro que encontraremos en este país.-dice la mujer dejando un beso en la mejilla de su esposo.-No pongas mucho dulce, Arnold, no quiero que Poppy tenga caries.

-¿Dijiste que les ponga extra chocolate?, anotado.

-¡Si!.-grita Poppy feliz mientras corre arriba a cambiarse, Mackenna mira como su madre pone los ojos en blanco mientras se sirve una taza de café. Y ella también camina arriba a cambiarse. Antes de subir los primeros escalones, escuchaba las voces de sus padres hablar entre ellos, sus tonos aumentaban en aquellos murmuro. La chica quiso acercarse a la cocina para escuchar, pero fue descubierta por su madre.

-Vístete, o llegaras tarde.

-Es genial que tu padre haya vuelto.-comenta Sadie masticando su chicle mientras lo sopla haciendo una burbuja con el mismo.-Yo no me acuerdo de la cara de mi progenitor, mamá dice que tenemos un parecido, espero que no porque me operare.

Twisted Lies| [Secrets #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora