Capitulo XXIX

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Diez años atrás

La niña pelirroja estaba feliz que a su corta edad, le permitían hacer un tramo pequeño en bicicleta desde su casa a la casa de su mejor amiga, la cual no quedaba demasiado lejos, y Mackenna tenía mucha experiencia andando sola en bicicleta como para preocupar a sus padres. Eran vacaciones de invierno, donde tenían unos cuantos días sin clases. En su pequeña mochila, tenía un cambio de ropa y su peluche de pingüino por si decidía quedarse a dormir en casa de Emma.

Detiene la bicicleta cuando escucho una voz llamarla diciendo "ey", Mackenna se voltea para encontrarse con un hombre alto, de una espesa barba rojo oscuro que parecía castaño, e inquietantes ojos oscuros. Tenía una ligera panza que se marcaba bajo la camisa a cuadros.

-Perdona niña, pero mi mascota se a atorado bajo el puente, ¿crees que puedes ayudarme?, llame a los de seguridad pero nadie viene.

La pequeña lo mira.

-Mi mami...ella dice que no puedo irme con extraños.-comenta la niña.

-Oh serán unos segundos, no puedo alcanzarlo porque no entro, y ella debe estar muy asustada, es una cachorra solamente.

La niña lo mira sin saber que hacer, pero el hombre parecía realmente preocupado, ella asiente, solamente esperando a ayudarlo e irse, despues de todo, ¿que tenia de malo reunir a un perrito con su dueño?. El adulto no parecio mala persona, al principio caminaron en silencio, ella aun encima de su bicicleta, el hombre la hizo reir y le mostró un truco de magia con una moneda que tuvo a la niña preguntando todo el tiempo como lo hizo.

Mackenna se baja de su bicicleta tras llegar al puente que conectaba la ciudad con el bosque.

-Mi cachorra debe estar aquí.-dice el hombre.-¿Puedes buscarla?, cuidare tu bici.

Mackenna asiente mientras camina por el puente llamando "perrito", el viento del invierno movía su cabello pelirrojo, ella agarra las correas de su mochila mientras continua caminando.

-¿Cómo se llama su perrito...?-pregunta y frunce el ceño al no ver al hombre.-¿Señor?.

El hombre la estaba mirando de una forma inquietante, que hizo a la pequeña temblar. Mackenna camina a su bicicleta.

-Suerte para encontrar a su perrita, pero debo irme, mi amiga debe estar preocupada.

Mackenna siente como un trapo con un olor extraño tapa su nariz, ella intenta gritar, pero era muy tarde. Solo pudo ver la oscuridad haciéndole compañía.

Horas mas tarde, Mackenna Murphy despertaba en un desgastado colchón con un nauseabundo olor, estaba en un cuarto con unas paredes de madera, y colchones en el suelo. A su lado, se encontraba su mochila abierta de par en par, los ojos se le llenaron de lágrimas mientras busca ahí a su peluche de pingüino, su amiga Emma se lo regalo para que no tuviera miedo, y en ese momento, lo necesitaba más que nunca.

Su cabeza le dolía, al igual que sus ojos, se levanta sintiendo sus piernas temblar mientras camina hacia la puerta girando del picaporte, asomando su mirada por el pasillo con una tenue luz. El hombre barbudo estaba ahí, moviendo su pierna demasiado intranquilo.

-Llegue lo más rápido que pude.-dice una voz femenina cuando se abre la puerta, entra una mujer joven, con ojos claros de un verde azulado y cabello lacio de un castaño casi rubio. El hombre barbudo la mira seriamente.

-¿Enserio? Te tomaste horas, ¿en qué mierdas andabas metida? Si tanto querías una mocosa la hubieras raptado tú.

-No seas idiota, tu eres el que me prometió toda la mierda de familia feliz, es nuestra hija Gerard, tiene que estar con nosotros. Podemos ser felices todos nosotros.

Twisted Lies| [Secrets #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora