Capítul⌖ 36

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ALEXANDRA

—No sabía que fueras tan mentirosa...—Aunque su miembro ya se encontraba fuera de mi, él, no se alejó. Continuaba sobre mi, emanado ese calor cálido que me cubría.

—Fácil, cobarde, débil y mentirosa...—Repetí lo que hace meses atrás me había llamado. No lo hacía de forma recriminadora, mas bien de forma evasiva, esperando salir de esta situación en la que yo solita me había expuesto.

Pero la forma en la que acercó su rostro al mio, hizo que mi piel se erizara.

—Nunca te llamé débil.—Su susurro ronco chocó contra mis enrojecidos labios.

El azul de sus ojos me mantuvo cautiva por un instante que se hizo largo. La forma en la que me observaba, era distinta. Aquello no significaba que fuera bueno, pero distinta, si era.

—¿Que mas escuchaste?—Arrastró bajo mi atenta mirada.

—Nada con importantancia para mi.—Contesto con simpleza, manteniendo mi tono firme bajo su depredadora mirada.—Simplemente hablabas con tu hermano de algo, que a mi no me incumbe y tampoco me interesa.—Sonrió de medio lado, observando mi rostro.

Me creía. Lo sabía por como se permitía el lujo de desviar su mirada fria y calculadora a mis labios. Recordando seguramente, como minutos atras los devoraba, importandole poco lo que hubiese alcanzado a oír.

Mas, no dijo nada cuando se separo de mi para ponerse en pie de la cama, y comenzar a colocar su ropa. Y me permití deleitarme observándolo. Escudriñando detalles que antes no había dado importancia.

Pero fue entonces cuando aquel balde de agua fría que ya conocía de memoria, cayó sobre mi cabeza al percatarme de lo sucedido. Y aunque quería arrepentirme por haberme acostado con uno de los peores hombres del país, no lo hacía. Pero de todos modos, la culpa me invadió por completo el cuerpo. Nash, era el detonante. Me sentía culpable, no porque él me hubiese prohibido acercarme explícitamente a Evil, sino por que sabía, que si Nash llegaba a enterarse de esto... Destrozaría completamente sus sentimientos. Era por ello, que esto, debía quedar sepultado y bajo tierra. Por lo tanto, tampoco se debía repetir. Y esto último no era por Nash, sino por mi. Aunque disfruté, sabia que Evil era fuego, y no era bueno jugar con fuego.

Unos disparos sonaron fuera de mi casa, demasiado cerca. Haciendonos a ambos voltear nuestros rostros a la ventana de mi habitación, que justo daba para la carretera que se encontraba frente a esta.

Evil, fue el primero en moverse en dirección a la ventana, terminando por abotonarse los pantalones negros militares que adornaban sus caderas, mientras, su pecho seguia al descubierto. Yo, sujetando la sabana que cubría mi desnudo cuerpo, fuí la siguiente en ponerme en pie, sintiendo el frio del suelo bajo la suela de mis pies, me acerqué tambien. Una punzada de dolor me recorrio la entrepierna, pero la ignoré.

Y me tensé por completo al ver la silueta de Duncan, disparar a una moto, que pasaba con velocidad esquivando las balas del peli negro. Eran apenas las tres de la madrugada. ¿Que hacía Duncan disparando a ese chico que iba en la moto?

Duncan, sacó su telefono y tecleó algo. Segundos despues, se llevó el telefono a la oreja, llevando su mirada a un punto fijo de la carretera. Y al seguir su mirada, fue cuando vi el cadaver de un hombre, que aunque se encontraba a distancia de mi, reconocí. Era uno de los hombres de Blanco, aquellos que nos asaltaron y casi nos matan. Volví mi vista al peli negro cuando lo vi guardarse el movil con molestia. Al parecer, no le habían contestado la llamada. Y juraría, que a quien habia llamado, era a nuestro jefe.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora