Capítul⌖ 42

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ALEXANDRA

Me adentro en la trampilla, haciendo caso omiso a aquella referencia y dejando a Evil atrás con los dos matones de Blanco, los cuáles no me preocupaban en absoluto, pues conocía al hombre de tatuajes. Ellos ante él, no lograban ser ni un cincuenta por ciento de amenaza. Pero aquel fuego asfixiante y su humareda si lo eran. Y no había nada que avanzara mas rápido, que una llama en una madera vieja y mohosa.

Arrugo la nariz ante la sensación asquerosa de sentir las finas telarañas romperse contra mi rostro. La trampilla estaba oscura, pero por suerte solo era un camino hacia una dirección. No necesitaba luz, simplemente saber que no hubieran ratas. No me daban miedo, pero si asco. Y encontrarme una en medio de esta oscuridad y este olor a humo, me horrorizaría, porque no tenía escapatoria.

Sonrío, cuando tras varios segundos en lo que me apresuraba por llegar al final, lo consigo. Pero antes de poder girar la manilla de la puerta de la trampilla, siento como el final de mi vestido, se engancha con algo. Pero no me tomo el tiempo en repar en que y en evitar que se rompa, lo ignoro y tomo la manija abriendo la puerta y saliendo de ese tunel polvoriento lleno de telarañas.
Entrecierro los ojos con fuerza cuando la luz del sol impacta contra mi rostro y me tomo unos segundos en abrirlos.

Al hacerlo, observo mi aspecto. El vestido rosa palo, ya no era de aquel color. Estaba lleno de polvo y restos de ceniza. También, se encontraba roto, dejando el vestido por las rodillas. Había sido mucha la tela que se había quedado ahí dentro y no solo la tela, también los tacones. No se cuando, pero en algun momento, los perdí ahí dentro.

Camino con dificultad viendo a bastantes personas—las cuáles eran invitados importantes —observar confundidos la iglesia desde fuera. Y como si mi sentido del oído hubiese estado desactivado todo este tiempo y solo hubiese estado yo sola con mis pensamientos, comienzo a escuchar de golpe los murmullos fuertes de los invitados. A la par, recorro el lugar con mi mirada en busca de algun rostro de mi banda.

Estaba algo desubicada. Pasé de no escuchar nada, a escucharlo todo. Y para colmo, las personas observaban mi estado deplorable como si fuera un zombie. Me sentía como un mono de feria.

Y lo entendía.

Pero en ese instante en el que los nervios y el agobio me atacaban con mas intensidad, vi el pelo rubio de Dylan destacar sobre la multitud. Y no lo dude cuando acudí apresurada hacía su dirección, sintiendo miles de piedras pequeñas clavarse contra la suela de mi pie. Pero no importaba, casi ni las sentía, pues mi atención estaba enfocada en un objetivo.
Dylan, pareció sentir mi mirada intensa en él, pues volteó su rostro y nuestros ojos se encontraron. Y como siempre, me mostró esa hilera de perfectos dientes alineados al verme ir hacia él, y no lo dudé, aunque el contacto fisico no era mi favorito, cerre mis brazos al rededor de su torso, abrazandolo.

Su olor llegó a mis fosas nasales y aunque intenté silenciar aquel agobio que quemaba en mi pecho, no pude. Los brazos de Dylan eran comodos y calidos, pero no lo suficientes como para contenerme y calmarme.

—¿Que es lo que ha ocurrido Dylan?—Pregunté una vez me separé de él.

El rubio, miró hacia mi espalda y señalo con la cabeza. Seguí sus ojos encontrándome con la iglesia siendo consumida por las llamas.

Apreté los labios con fuerza. Al parecer, el capillero, no fue el único punto de fuego que Evil incendió. Seguramente sus hombres, se encargaron de hacerlo en otros lugares...

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora