Capítul⌖ 22

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EVIL

Me adentro en la Iglesia, la cuál se encontraba casi vacía si no fuera por las dos únicas personas que se encontraban al final de esta. Era tan irónico ver a un hombre confesar sus pecados a otro hombre, él cual tambien pecaba. ¿Que tipo de poder había allí?

Por mucho que se pensará, no había sentido alguno en aquello.

Tomo asiento en la primera banca, situada frente al cuerpo de Cristo. Él cual colgaba de aquella cruz. A su lado, un pequeño cubículo donde dentro habia un cura. Fuera, un pecador hipócrita.

—Evil, que sorpresa verte en una Iglesia.—Blanco se pone en pie al verme. —Mas a estas horas.—Ríe nervioso.

Tuerzo mis labios en una sonrisa.

—Ya ves, me has hecho tener que moverme.—Abre los ojos con confusión.

Bajo mi mirada a su mano izquierda, la cuál empezaba a tener tembleque. Él, al percatarse de mi mirada, la esconde en su espalda.

Cobarde.

—¿Vienes a confesarte hijo mio?—Él cura sale del cubículo mostrandome una sonrisa que parecía ser sincera.

La cual imito, pero siendo burlón.

¿Hijo?

No tengo nada de lo que arrepentirme padre.—El cura cambia su expresion de inmediato.—Pero si quiere, puede confesarse usted.—Me pongo en pie.—Digame, ¿ha pecado mucho últimamente?—Ladeo mi sonrisa viendo como se tensa.

Blanco, él cual observaba la situacion confuso, aprieta los labios al cruzarse con mis ojos.

Y eso sucede al ver el filo de un cuchillo de cocina asomar por mi bolsillo. Era mucho mas grande de los cuales acostumbraba a utilizar. pero lo necesitaba para lo que quería hacer.

—Siéntate .—Le ordeno a Blanco, sacando el cuchillo.

Él cual con inseguridad, lo hace. Sabia que no se arriesgaría a cabrearme. Pues sabia que ese cuchillo no era para él. No hoy.

—Dios Santo, ¿que quieres hacer hijo?—No lo dudo al apuñar en el estomago al cura. Escuchando su gemido de dolor contra mi oído.
Ni siquiera le di tiempo a poder alejarse.

Eran las dos de la madrugada, debía hacerlo rápido, era tarde y no estaba muy lejos de la ciudad esta pequeña iglesia. Y tampoco estaba del suficiente humor como para poder disfrutarlo hoy.

—Evil...—La voz de Blanco suena lejana cuando continúo rajando el abdomen del hombre. Trazando una linea recta desde el ombligo hasta la garganta.—Es un cura joder...

Toda su sangre me estaba empapando la camisa de traje blanca que traía puesta. Incluso salpicó en mi cara cuando sus intestinos cayeron al suelo. E incluso sabiendo que se estaba vaciando por completo porque sentía sus organos caer sobre mis zapatos, lo seguí apuñalando. El sonido del filo contra la piel era musica para mis oidos.

—No es un cura.—Dirijo mis ojos al viejo que tenia observando la escena horrorizado.—Es un violador.— Como él. Y él, lo sabía.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora