Capítul⌖ 31

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ALEXANDRA

Me remuevo en la cama del hospital, abriendo lentamente los ojos. La habitación se encontraba prácticamente a oscuras si no fuera por aquella luz sobre la puerta de entrada que era la de emergencias, la cuál era tenue pero alumbraba un poco la habitación. Muevo mi rostro hacía mi izquierda, donde se encuentra Duncan dormido, él cuál no logro ver del todo por la cortina que se encontraba en medio y había sido extendida por él antes de que nos acostaramos a dormir. Vuelvo a mover mi rostro, esta vez a mi derecha, sin saber muy bien el motivo pero aún así lo hago. Y me es inebitable ahogar un jadeeo al ver una persona sentada en una silla observarme detenidamente.

Evil.

Sus brazos se encontraban recostados en los posa brazos de esta, en su mano izquierda sostenía una moneda con la cuál jugaba mientras sus ojos color tormenta analizaban cada uno de mis gestos.

Después de haber ignorado mi llamado durante todo el día, ahora se encontraba en la habitación del hospital, a oscuras y observandome sin pudor. ¿Cuando había llegado? ¿Cuanto tiempo había estado de esta forma?

Giré todo mi cuerpo hacía su dirección, pasando mi brazo por debajo de la almohada y observandolo con mas detalle. Venía vestido completamente de negro y en ropa de deporte. Fue entonces cuando detuvo el girar de aquella moneda en su mano y la encerró contra su palma. Su rostro, se encontraba ensombrecido, no por la oscuridad sino por la ferocidad que ocultaban aquellos ojos.

¿Por qué no hablaba?

Llevé mi mirada hacia la puerta, donde al costado, habia un reloj.

03:22 a.m.

—Pensé que no vendrías.—Susurre volviendo mi mirada hacía él.

Pero no obtuve ninguna respuesta.

Pero lo que mas me intrigó, fue la forma en la que su mirada, se movió hacía mi espalda, donde dormía Duncan. Pues el peli negro, se encontraba balbuceando cosas inteligibles. Evil, se puso en pie y sin mirarme de vuelta, se encamino hasta el umbral de la puerta saliendo de la habitación.

Fruncí el entrecejo ante aquello. ¿Solo había venido para observarme? Así que no lo dudé cuando me puse en pie, y lo seguí descalza, saliendo yo también de la habitación. El pasillo del hospital, se encontraba de la misma forma que las habitaciones. Con una luz extremadamente tenue acompañada con la luz de la luna que se colaba por las enormes cristaleras que daban hacía el bosque.

—Espera.—Susurré tomando su brazo izquierdo, impidiendo que tomara el ascensor para irse.

Aquello, lo detuvo en seco, tensándose bajo mi toque y llevamdo su mirada hacía mi mano, la cual se aferraba a aquella chaqueta negra de deporte. Él, no se volteó, así que fuí yo la que se situó frente a él.

—¿Por que no viniste antes?—Murmuré viendo como su mirada viajaba a mis ojos marrones.—He descubierto quienes han sido.—Mi labio temblo convirtiéndose en una sonrisa pequeña.

Y aquel gesto de mi parte, pareció molestarle, tanto, que se zafó de mi agarre y estampó mi espalda contra la cristalera. Causandome un gemido de dolor por los golpes que tenía en esa zona. Él, no tardó en abalanzarse contra mi, cubriendo mi cuerpo con el suyo y llevando sus manos a cada lado de mi cabeza, apretandose contra la cristalera.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora