Tengo frío

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La presencia de Tina resultaba grata para Gavin, quien estuvo largo rato a su lado, contando historias y carcajeando de alguna broma del humano.

Nines observaba desde la ventana de la cocina, sostenía una pequeña botella con Thirium bebiendo pequeñas bocaradas sólo para hidratar su cuerpo evitando pasarse de los niveles, ya que era su última botella y no habría provisiones hasta la semana siguiente.

-Extraño –Susurró al entornar sus ojos en cuanto Gavin lanzaba una fuerte carcajada palmando el brazo de la muchacha.

Necesitaba hacer un plan, sacar a Gavin de Detroit, alejarlo lo que más pudiera, incluso podría ayudarlo a cruzar a Canadá, pero eso sería una misión suicida, por otro lado, necesitaba saber las razones por las que Connor había desobedecido a Hank, cuando normalmente era su perro seguidor, idolatrando cada palabra de aquel hombre que los acogió cuando la guerra corría tras sus pasos.

Con cautela y paciencia deslizó sus pasos hacia la sala tomando de paso al pequeño gatito que dormía acurrucado entre pequeñas mantas que acogían su sueño. Se sentó en el sofá y acarició el lomo de aquel pequeño animal quien levantaba su cabeza temblorosa para maullar buscando más atención.

Un suspiro salió de su boca sin siguiera preverlo, estos días había estado muy distraído con Gavin, sin recordar que debía cuidar a sus animales, necesitaba dinero y aunque el humano le había dado una gran cantidad, eso lo tenía recelosamente guardado para otro de sus proyectos y aunque sabía que debía comprar más alimento para sus vacunos, también sabía que ya no quería venderse a sí mismo para conseguir unas monedas extras, sólo pensarlo le daba asco, sentir un cuerpo que no era el de él, dormir con otro ser humano que no fuera Gavin. Frunció el ceño rápidamente y sacudió la cabeza antes de beber otro pequeño sorbo de thirium.

Gavin entró repentinamente, mojado hasta los zapatos y temblando como un niño.

-Parece que han partido el cielo ahí afuera –Habló el humano indicando hacia afuera haciendo que Nines se levantara de golpe viendo como las gotas de agua nieve llenaban la pequeños cristales de hielo.

-Demonios –Gruñó y rápidamente dejó al gatito junto a la chimenea para luego salir de la casa.

-¿Te ayudo? –Preguntó Gavin, pero no recibió respuesta por parte del androide y aun así camino tras sus pasos al ver su expresión afligida.

Los días en los últimos años eran cada vez más cortos, oscureciendo a las cinco de la tarde, pero aquello no detenía a Nines, mucho menos una tormenta de nieve. Acomodó algo de madera frente a las puertas de la porqueriza para que esta no se abriera y los animales terminaran muriendo congelados, encerró a las aves que aunque solían encerrarse solas, no faltarían las que preferían estar afuera y terminarían cubiertas con una gruesa capa de nieve, igualmente reforzó sus invernaderos y encerró a los perros en el galpón de los caballos y vacunos para evitar un accidente, todo aquello seguido por Gavin, quien aunque gruñía por el frío, no se detuvo para cobijar a los animales quienes comenzaban a inquietarse por los incesantes truenos antes de la tormenta.

-Olvidaba que aquí hay tormenta toda las semanas –Gruñó Gavin mientras se quitaba la chaqueta y los pantalones a la entrada de la casa ya que estos estaban empapados por el agua nieve- Mierda, estoy congelado.

-Deme un momento, iré a buscar algo para cubrirlo –Susurró Nines mientras se quitaba la ropa igualmente ya que estaba empapado de pies a cabeza y no pretendía ir mojando todo a su paso.

Gavin deslizó su mirada por Nines deteniendo el acto de quitarse la camiseta para ver la espalda blanca y muy bien formada del androide, sus muslos tonificados y glúteos redondos mientras el androide pasaba sus manos por su cabello para acomodarlo hacia atrás.

Brisa de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora