Punto débil 2

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La noche había llegado tan pronto como la nieve había comenzado a caer. Los últimos días las tormentas aumentaban pero justamente esa noche el cielo se despejaría, eso había asegurado Tina y cuando la nieve dejó de caer Gavin abrió sus ojos para ver al androide dormir frente a él.

Había analizado el patrón de comportamiento de Nines, cada día aprendía más de él, a qué hora despertaba o su estado del sueño, se había preocupado de buscar qué podía llegar a sacarlo de su estado de reposo y cuando ruido podía hacer. Se levantó en cuando dejó de sentir la respiración fingida del androide y lo miró un momento para estar muy seguro de que no había despertado y efectivamente, el androide permanecía en su palacio mental mientras recargaba energía.

Como un felino se deslizó por la casa y sacó las llaves que el androide guardaba en el bolsillo de una chaqueta, se acomodó sus pantalones y un abrigo que había encontrado, además de sus viejas botas y salió de la casa mirando un momento el lugar. Hace tres días Hank había ido a verlos y había visto su pierna dándole una semana, pero su pierna se sentía mejor, incluso podía correr si así lo deseaba y esa noche lo deseaba más que nunca.

El cielo estaba oscuro, una noche sin luna ni estrellas, todo cubierto de espesas nubes que amenazaban con dejar caer su manto hasta la mañana, pero Tina le había asegurado que pronto despejaría, por lo que sonrió ampliamente y salió del terreno de Nines sin mirar atrás.

Corrió por las frías calles, el silencio era interrumpido por el sonido de alimañas que se escondían en los alrededores, no había humano ni androide rondando el lugar, por lo que el humano podía darse el lujo de mirar cada lugar sin miedo a ser apresado, pero ese no era el momento de husmear, por lo que corrió hasta la entrada del pueblo viendo ahí a su vieja amiga sostener un rifle y una escopeta, además de una linterna y un bolso de cuero.

-¿Papi te dejó salir? –Rió la chica al ver a Gavin detenerse a su lado, inclinarse hacia delante y respirar agitado mientras reposaba sus manos en sus rodillas- Uy... Has perdido el toque.

-Cierra el pico –Gruñó y volvió a erguirse- Vamos antes que despierte.

-¿Le tienes miedo? –Volvió a reír.

-Quiero volver antes que despierte y se asuste.

La chica simplemente ladeó la cabeza al ver como Gavin tomaba la escopeta y apresuraba el paso para salir del pueblo.

La noche estaba fría y oscura, algo esencial para cazar conejos, algo en lo que Tina era experta y que Gavin no practicaba en años, aunque en un principio quería usar la escopeta, poco tiempo después decidió cambiar al rifle para mostrarle a su amiga la buena puntería que tenía y como mataba a esos animales de un tiro. Todo parecía un juego entre ellos dos, pero la caza era esencial para el pueblo, las pieles de los animales tenían su utilidad, su carne, sus huesos, incluso su dentadura y aunque podía llegar a ser muy divertido para algunos, estaba estrictamente prohibido y sólo unos pocos tenían permitido hacerlo ya que después debía haber una descontaminación por la radiación que dejaban estos pequeños animales.

-Y dime ¿Qué hay entre tú y el androide? –Preguntó Tina mientras avanzaba por un espeso bosque apuntando con su linterna el camino, asegurándose de mantener la luz baja para no espantar a los animales.

Gavin miró a la chica un momento, volvió a ver al frente e hizo una mueca con la boca antes de suspirar.

-Es divertido estar con él –Respondió sin titubear, haciendo que Tina riera levemente.

-Por favor ¿El estirado de Nines? –Volteó a ver a su amigo y lo empujó con su cuerpo haciendo que este sonriera- Ese androide es un grano en el culo, peor que el perro de Hank. Cuando comenzó a meterse en mis asuntos lo hice cometer un crimen para así chantajearlo.

Brisa de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora