Su cabeza tiene precio

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Nines levantó la mirada, las nubes cubrían los cielos una vez más, siempre igual, siempre frío y solitario. Temía que la vida continuara igual, que los cielos nunca se despejaran, que la brisa de invierno siguiera ahí por la eternidad.

Adelantó sus pasos mientras apretaba contra su pecho una barra de un preciado chocolate, una dulce fino que sólo doncellas jóvenes solían comprar, algo que salía de su presupuesto y aunque había opciones más económicas, decidió llevar aquella golosina.

Entró a casa y vio a Gavin sentado en el sofá, a su lado tina sostenía una fuente y le ayudaba a beber agua.

-Gavin –Llamó con voz apresurada y se acercó rápidamente- ¿Qué hace aquí? Debe estar acostado.

-Le dije, pero insistió en levantarse y alimentar al gato –Respondo Tina, por lo que Nines vio las manos del humano, viendo que en ellas se acurrucaba el pequeño Venus- Además ¿Cómo podía estar acostado en el suelo? –Agregó viendo al androide con reproche.

Nines avanzó por la sala hacia Gavin, se acuclillo frente a él y lo vio hacia arriba, su rostro pálido, los moretones de los golpes de Connor, su desgaste físico por sus días ahí. Gavin era un alma libre y encerrarlo lo estaba matando.

-Le traje esto –Habló bajo y con vergüenza mientras estiraba sus manos hacia el ex detective, quien sólo lo vio un momento antes de ver al gato en sus manos.

Se formó un silencio incomodo en el que Tina debió retroceder, miró a ambos entendiendo que era un mal trío.

-Puedo irme si quieren...

-No –Interrumpió Gavin al voltear hacia ella- Quiero que... -Se interrumpió y encorvó un poco su cuerpo.

-¿Me puedo quedar con el chocolate? –Se apresuró a preguntar Tina mientras estiraba su cuerpo para tomar la golosina, pero Gavin alargó una de sus manos para quitárselo a Nines y acercarlo a su cuerpo.

-Me lo trajo a mí –Gruñó volviendo a encorvarse.

Tina sonrió, aunque alguna vez fueron muy buenos amigos, podían compartir incluso su comida, pero Gavin era egoísta con algunas cosas y probablemente el chocolate no era algo que quisiera defender.

-Sólo quería probar un poco –Agregó la chica, se levantó y pasó las manos por su ropa mientras su mirada se dirigía al androide- ¿Baño?

Nines se levantó y tomó postura, volteó su cabeza y apuntó hacia un lado de la casa.

-Al final del pasillo –Respondió y volvió a ver a la chica- Puedes cerrar con seguro si así gustas.

-Necesito vaciar mi vejiga y limpiarme un poco –Agregó- ¿Tienes agua?

-por favor, humedece las toallas que hay y limpia tu cuerpo, cuando quites toda la sangre puedes enjuagar tu cuerpo con un poco de agua.

Tina simplemente arrugó su nariz, rodeó el sofá y fue al baño indicado volteando una vez para ver a Nines sentarse a un lado de Gavin.

El ex detective retrocedió su cuerpo con cautela, miró la barra de chocolate en su mano, un elegante envoltorio negro con papel dorado y deslizó sus dedos por este sintiendo el suave sonido del papel metálico. Nines, por su lado, observó los movimientos de su humano, su cuerpo tenso, su mirada perdida, un claro comportamiento evasivo que comenzaba a molestarle.

-¿Estás enojado? –Preguntó repentinamente, haciendo que el androide viera su perfil. Sonrió sin saber por qué y acercó su mano al rostro de Gavin, pasando sus dedos por aquel rostro masculino.

-¿Por qué debería estarlo?

-Te juro que no escapaba –Se apresuró a decir contrayendo su rostro ante el fuerte dolor que recorría su torso, por lo que soltó el chocolate y subió su mano hacia la herida en su pecho- Sólo iba a divertirme un poco.

Brisa de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora