| Los hermanos Cullen |

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Solo faltaba la última clase para ir a casa

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Solo faltaba la última clase para ir a casa. Esa clase la compartía con todos los amigos de Erick Yorkie y con uno de los hermanos Cullen, Edward. Ella había escuchado varios rumores sobre aquellos hermanos: que no aceptaban a nadie más en su círculo social, no hablaban con nadie a menos que sea necesario, que eran unos presumidos y varias cosas más, pero ella no podía estar de acuerdo con ninguno de esos rumores; pues había compartido algunas clases con Alice, Jasper y ahora con Edward, y los tres habían sido amables con ella.

-Ya me aburrí. -se quejó Mera en voz baja.

-Solo faltan cinco minutos. El profesor a veces nos deja guardar nuestras cosas dos minutos antes. -le dijo el cobrizo mirándola con una sonrisa divertida.

-Aún así sigue siendo mucho tiempo.

-Entonces, platícame algo. ¿Por qué se mudaron al pueblo más lluvioso de Washington? Desde lejos se ve que eres friolenta. -preguntó cuando en realidad había leído sus pensamientos.

-Pensé que ya lo sabías, pero bueno. Mi mamá conoció a Charlie en el tour que hizo este verano por todo el estado de Washington y se enamoraron, demasiado cliché. Él decidió caer de sorpresa en México para conocer a la familia y pedir la mano de mi mamá, y aquí estamos. -le respondió Mera.

-¿Y te agrada el sheriff Swan?

-Es agradable y divertido a su manera. Hace felíz a mi mamá y a mí me da mi espacio y mi tiempo para adaptarme, eso se lo agradezco.

-¿Y qué te parece el pueblo?

-Me da igual, eso sí, el frío me está matando. Pero ya me voy a acostumbrar para volver a usar mis faldas y mis vestidos. -el cobrizo soltó una pequeña sonrisa. -Me gusta el aire que se respira aquí, es el exquisito olor a árboles, flores y madera. Lo único malo son las viejas chismosas de este pueblo. -Edward no pudo evitar soltar una pequeña risa. -¿Y qué hay de ti, Cullen? Te he platicado mucho de mí en la última hora, pero apenas sé algo de ti.

-Pues, soy el único soltero de mis hermanos.

-Viejo chisme. -se burló ella restándole importancia. -Mejor dime, ¿cuántas veces rechazaste a la chica esa que se quiere creer rubia? ¿Jessica Stanley?

-Se nota mucho, ¿eh? Ya perdí la cuenta de las veces en que intentó declararse y yo la rechazé, incluso intentó hacerlo con mis hermanos. -confesó divertido.

-¿Qué cosa? Habiendo visto a semejantes chicas como novias de tus hermanos, ¿intentó declarárseles?

-Sí. -afirmó sin esconder su sonrisa después de ver los pensamientos de aquella divertida humana. -Mi hermana, Rosalie, dijo que no tenía dignidad.

-Pues tiene razón.

Ya no pudieron seguir platicando porque el timbre sonó anunciando que ya era la hora de la salida, para alegría de Emeraude. La castaña empezó a guardar sus cosas sin prisa alguna y esperó a que ya no hubiera el tumulto de gente que había en la puerta del salón de clases. A lado de ella, Edward también guardaba sus cosas con calma.

Spark | carlisle cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora