| Carver Café |

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-¿Ya estás lista para irnos? -preguntó Charlie mirando a Emeraude, quien se colocaba su abrigo

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-¿Ya estás lista para irnos? -preguntó Charlie mirando a Emeraude, quien se colocaba su abrigo.

-Ya estoy lista, vámonos, no puedo soportar ni un minuto más el olor del hospital. -respondió siguiéndolo. -¿Qué me recetó el doctor Cullen?

El sheriff, de manera torpe, dejó que ella saliera primero y después la siguió.

Aquel día estaban dando de alta a Emeraude, después de que la noche anterior la hayan internado por una fiebre alta. Margarita no pudo estar ahí porque la llamaron de emergencia en su trabajo, por lo que Charlie fue el encargado de estar con ella y llevarla a casa para luego ir a su trabajo.

-No es ningún medicamento desagradable si es lo que te estás preguntando. -le aseguró con una pequeña sonrisa. -Ya tú mamá me había dicho que eras, ¿Cómo dijo? ¿fresa? hasta para los medicamentos.

-Si, es fresa. Nunca volví a ser la misma desde que me recetaron supositorios y mi mamá siguió las indicaciones del doctor al pie de la letra. -dijo estremeciéndose ante aquellos desagradables recuerdos.

-Ya, ya, ya, ya. No quiero seguir hablando de eso. -se quejó el hombre por lo que Emeraude se largó a reír.

Los dos estaban caminando por los largos pasillos del hospital hasta que llegaron a la recepción, para decepción de la jovencita porque en ningún momento se volvió a topar con aquel rubio doctor que estaba hecho todo un adonis. La noche anterior ya no volvió a saber de él y por un segundo pensó que había sido producto de su imaginación hasta que recordó que su mamá le había dicho que "el doctor Cullen dijo que tal vez mañana puedas regresar a casa." Hasta sentía que sus pensamientos eran incorrectos porque se trataba del padre adoptivo de quienes ella empezaba a considerar sus amigos, los hermanos Cullen-Hale.

Cuando se terminó de hacer el papeleo del alta, Emeraude esperó en la entrada del hospital a que Charlie llegara con la patrulla y solo esperó al menos dos minutos cuando el conocido coche se estacionó frente a ella. El camino fue demasiado rápido, ella pensó que tal vez su futuro padrastro iría a una velocidad normal y no fue así, tardaron menos del tiempo que ella había estimado en llegar a la casa.

Una vez que estacionó la patrulla frente a la casa, Charlie se apresuró a bajarse para abrir la puerta y dejar que Emeraude entrara, siendo recibida por su gata. Ella se agachó para cargar a Tequila y con ella en brazos se subió a su habitación, con Charlie siguiendo sus pasos.

-Tengo que ir a la comisaría, ¿estás segura de que vas a estar bien sola? Puedo traer el trabajo a la casa. -ofreció Charlie parado en el umbral de la puerta.

-No te preocupes, Charlie, voy a estar bien. Anda, ve a hacer tu trabajo y ve a atrapar a los malos. -bromeó con una sonrisa divertida.

-¿Eh? Ah, si...de acuerdo. Regresaré más al rato y tú mamá creo que vendrá en una hora, bueno...eh...la cocina está abierta para que te hagas tu desayuno y cualquier cosa que necesites, me hablas, por favor. -le dijo Charlie con las manos dentro de los bolsillos de su uniforme de policía. -Bueno...ehm...nos veremos en la tarde. -hizo el ademan de irse, pero se detuvo al acordarse de algo. -Por cierto, Margarita me dijo que te dijera que le hables a tu abuela.

Spark | carlisle cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora