| En un abrir y cerrar de ojos |

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Después de aquel momento incómodo, los demás se dispersaron dentro de la casa y a sus alrededores, mientras que Carlisle decidió llevar a Emeraude a su oficina

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Después de aquel momento incómodo, los demás se dispersaron dentro de la casa y a sus alrededores, mientras que Carlisle decidió llevar a Emeraude a su oficina. La guió por un pasillo que no había notado antes y se detuvieron frente a una elegante puerta de madera, y arriba de éste había una gran cruz.

-¿Acaso es tu oficina? -adivinó. -¿Puedo pasar? -el rubio no le respondió, tan solo le hizo un ademán para que ingresara a uno de sus espacios privados.

La oficina del patriarca tenía una gran iluminación debido al enorme ventanal que tenía una preciosa vista hacia el bosque, el espcio estaba decorado por un librero bien proporcionado y varios cuadros, siendo uno en particular el que más resaltaba, pero no le prestó demasiada atención.

Enfrente del gran librero había una escritorio negro y una silla de oficina de piel, la castaña notó que en el escritorio reposaba una computadora y a lado de ésta una pila de papeles, seguro era información de los pacientes que el rubio trataba en el hospital de Forks. De manera automática, Emeraude caminó hacia la silla para tomar asiento y suspiró encantada ante la comodidad.

-Me gusta. -Carlisle sonrió suavemente y se acercó hasta quedar recargado en su escritorio y frente a su compañera. -¿Dónde conseguiste los cuadros? Están preciosos.

-En realidad, yo los pinté. -confesó ganándose una mirada sorprendida por parte de la Maliachi. -Mientras estudiaba Medicina en Italia, me interesé en el arte y decidí intentarlo, fue algo muy gratificante.

-Eres espectacular, Carlisle. -lo halagó genuinamente. -¿No quisiste en su momento exponerlos en algún museo de arte en Italia?

-No. -negó inmediatamente. -Me gusta estar en el anonimato y guardar para mí lo que hago.

-Yo soy pésima dibujando ni una simple estrella sé dibujar y aun así no sé cómo le hago para que mis apuntes se vean bonitos. El cuadro que está en la entrada, junto a las escaleras...

-Yo la pinté a petición de Valerie. -terminó el rubio por ella.

-Genial. -hizo una pequeña pausa y ordenó un poco sus pensamientos para expresar una duda que tenía desde hace un rato. -Hay algo que quiero preguntarte. -el rubio le hizo un ademán para que continuara. -Hace rato dijiste que yo era tu compañera. ¿Cómo sabes que lo soy?

Carlisle soltó un pequeño suspiró y se arrodilló frente a ella.

-Es algo díficil de explicar, pero en el primer segundo en que te miré a los ojos aquella noche supe que tú te convertirías en mi mundo entero y que haría lo que sea por protegerte, quererte y hacerte feliz... si lo comparara con algo, es como cuando un ciego ve por primera vez el sol. -hizo una pequeña pausa para que ella fuera asimilando sus palabras. -Sentí que había encontrado mi lugar en este mundo y en ese momento solo deseé que el tiempo se detuviera. No quise irme y me dejé deleitar por el calor que desprendía tu piel cuando me sostuviste la mano. -confesó Carlisle mirándola directamente a los ojos y lo dijo con tanta seguridad que el corazón de Emeraude empezó a latir como loco.

Spark | carlisle cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora