Capítulo 4.

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Momentos.

Narra Annette.

A mí mente no llegaban de llegar recuerdos sobre aquellos momentos donde éramos solo nosotras, antes de que estropeara todo. 

No puedo perderla, simplemente no puedo, no sé qué pasa por su mente la mayor parte del tiempo, pero ella se ve tan alegre cabalgando hacia el horizonte, no la veo triste cuando está conmigo y me pregunto porqué.

Ella me hace sentir, cuando me contradice siento que pierdo la cabeza y me provoca solo besarla hasta no poder, y me asusta, pero no puedo simplemente dejarla ir, intento hacer que se dé cuenta que veo en ella algo más que deseo, no la veo como algo corto, me imagino con ella en futuro.

Lo he hecho desde el día en que la vi por primera vez.

Hoy es otro día para enamorarla. Ella se detuvo bajándose del caballo para quedar frente a una extensa vista de montañas, nunca había venido a esta parte, pero supongo que es parte de su familia, baje del caballo atándolo a un árbol—. Hace muchos años que no venía hacia aquí —murmuro con la vista perdida en el valle, trague grueso abrazándola por detrás, esperaba que me volviera a rechaza, pero no, al contrario, se dejó caer en mis brazos, acaricie su mejilla junto a la mía envolviéndola en un cálido abrazo.

¿Era amor lo que sentía por ella? Realmente no lo sabía, pero sé que amaba la sensación de estar a su lado. Quisiera que ella tomara el control, pero sé que es un muy pronto, ella es muy inocente, me atrae tanto, y lo sabe, ella sabe que la deseo, ella sabe que la seguiría hasta el final del día si me lo pidiera.

Se envolvió a mí para quedar frente a frente, sus ojos no quitaban la vista de los mío, bajo sus manos que estaban alrededor de mi cuello para acariciar la comisura de mis labios, deseaba que ella diera ese paso, deseaba internamente—. ¿Deseas qué te bese?

Cerré mis ojos por inercia pegando nuestras frentes sintiendo su respiración sobre la mía, lo deseaba, pero no se lo diría, no ahora.

Y sin darme cuenta, sus labios tocaron los míos haciéndome sentir como una corriente eléctrica atravesaba por mi cuerpo, no era un beso como los anteriores, era un beso tranquilo que transmitía paz, y eso me hacía sentir serena, completa, sentía que no importaba el mundo mientras ella estuviera aquí. Se alejó un poco sin quitar nuestras frentes—. Tus besos son como el recibimiento de la primavera después de estar atrapada durante un frío invierno.

—A veces puedes ser hermosamente cursi —susurre sin poder evitar la sonrisa que estaba en mi rostro que radiaba luz.

—Por ti lo podría ser.

—Eso me encantaría.

Y acá estábamos aún la madrugadas nos acompañaba en esta noche estrellada, ella era aquello que tanto anhelaba, pero que tanto me esforzaba para alejarla. No sé lo que estaba bien, no lo sabía. Lo único que siento, lo único que pido al cielo y a las estrellas, es que ella nunca se vaya de mi vida.

No podría soportarlo, y ella no se da cuenta del gran poder que tiene sobre mí.

Continuó en silencio—. Las decisiones de otros no son tú culpa, Annette. No los necesita, eres valiosa, inteligente, increíble, inclusive si me dieran a elegir entre el mundo y tú en este preciso momento, te elegiría a ti, porque puedes darme más que el mundo entero.

Se dejó caer en mis brazos, no estaba tensa como lo había estado desde que hablamos por primera vez.

Ella estaba confiando en mí por primera vez en tanto tiempo, no necesitábamos acostarnos, besarnos, expresarnos de aquel amor para saber que esto era lo que todos llaman intimidad.

Blue. (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora