Capítulo 10.

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Grace.

—¿Y entonces? —preguntó al otro extremo de la llamada—. ¿Qué sucedió después?

Me encogí de hombros yendo por mi saco.

—Debo ir a verla —respondí.

—¿No sientes nervios? —pregunto—. Yo estaría nerviosa —hablo Yvonne al fondo de llamada.

Me encogí de hombros.

—La perdí una vez, no puedo volver a perderla.

—Nicola —dijo—. Eres una Louviére, piensa bien lo que harás.

—¿Y?

Rodó sus ojos—. Sabes lo que implica serlo, obvio que estás lejos de ser como Victoria, pero sabes la vida que llevas.

—Soy capaz de renunciar a todo por ella aun si me costará la vida —hablé—. No me importa renunciar a lo que soy.

—¿Y que harás? —preguntó—. ¿Enamorarla como años atrás y cuando llegue el momento irte? —inquirió.

Negué cansada por la conversación.

—Eres lo que eres, y no puedes cambiarlo.

—Pero puedo adaptarme a los cambios —dije.

—¿Y tu vida en Seattle? ¿Arthur?

¿Por qué demonios debía mencionar su patético nombre?

—Arthur sabes lo que es, puedo dejarlo en cualquier momento.

—Sigues en palabra con ese hombre, y todos esperan que se afirme el compromiso una vez que regreses a Seattle.

Abrí mi armario viendo que saco podía llevar y que combinara con el día lluvioso de hoy.

—No he aceptado casarme con Arthur —aclare—. Ni siquiera estamos saliendo formalmente.

—Pero te acuestas con él las veces que quieras sin contar que viven juntos.

—Bueno, ¿y paul?

—Debe estar por llegar, los niños están en el otro piso con Mike —dijo—. Sin embargo, me preocupa lo que puedas hacer.

Mire a Yvonne a través de la pantalla. Ella había sido la primera amistad que había hecho en Nueva York cuando aún no conocía a nadie.

—Tengo seis meses para pensarlo.

—No, Nico —negó—. El momento es justo ahora, no puedes ir por la vida destruyendo todo a su paso.

—¿Qué sugieres?

—No te conviertas en Victoria, no dejes de lado a tu familia por tus negocios—murmuro—. Llegará un momento donde deberás decidir entre Annette o ser una Louviére.

Si en algo tenía razón Yvonne era que no existe el amor para los Louviére, era su obstáculo ante el éxito, pero yo no estaba destinada al éxito.

—Victoria está retirada —volvió a hablar—. Para el mundo en el que vives ahora, ella está muerta, Nicola —dijo—. Pero tú eres su heredera.

—Annette está por encima de todo lo que soy.

—Entonces te deseo suerte hablamos mañana, debo entrar a una conferencia, te quiero.

—Yo igual, besos —dije. Y con eso último cerré la lapto de camino al ascensor a ver a Annette.

Al salir del edificio, abrí mi paraguas observando al cielo viendo las gotas de la fuerte lluvia.

Blue. (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora