Capítulo 8.

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Seattle.

Seis años después.

—Las acciones se han desplomado —hablo Jacob a un lado—. ¿Algo más?

Negué—. Puedes retirarte, Jacob. Gracias.

Sentí la brisa fresca pegarme en el rostro, mientras miraba a James corre por el césped jugando con su cachorro. Sophie estaba leyendo el periodo del día y Victoria estaba en la computadora como de costumbre sin decir mucho.

Durante los últimos años, Victoria había estado alejada del caos, se había centrado en su familia y en los negocios de la familia aunque en estos momentos yo era la presidente de la compañía.

El primer año me quedé en Nueva York culminando mis estudios, y cuidado de James mientras Sophie cuidaba de Victoria después del accidente que había tenido en Alemania.

El segundo año había continuado mis estudios en Seattle, y pasaba casi la mayor parte del tiempo en la filiar.

El tercer año había decidido conocer el mundo, al menos un poco. Había ido a muchos países, sin embargo, no me atreví a tocar París ni Londres.

Tres años sin verla, sin sentirla, era una herida que aún estaban recién.

El cuarto año Sophie había convencido a Nicola de presentarme como la heredera y directora ejecutiva de la empresa. Todos se habían asombrado al ver nuestros parecidos, pero no había hecho caso omiso al mismo.

El quinto año Victoria se había retirado invicta de todo sin tener que demostrarle a nadie su poder, ella aún permanecía en las sombras alejada de todo. Sophie se había convertido en un apoyo fundamental para esta familia, cuando había alguna discusión, siempre recurríamos a ella. Y ella era quien tomaba la última palabra y así se decidía.

El sexto año.

—¿Cuándo nos presentarás al chico con él que estás saliendo, Nico? —pregunto Victoria dejando sus gafas a un lado.

Me encogí de hombros sin restarle tanta importancia, Victoria ya sabía todo de él, y aún así se empeñaba en conocerle en persona.

Conocí a Arthur en una noche de copas en unas de tantas noche donde intentaba sacar a Annette de mi cabeza, y no podía. Arthur es más que todo una fachada en todo esto, él sabe que no puedo dejar entrar a alguien a mi corazón. No de nuevo, no aún.

La noche había caído finalmente, observe mi vestido en el reflejo, estaba bien para esta noche.

—Nicola, luces hermosa —hablo Arthur entrando a la habitación—. ¿Chicas o chicos esta noche?

Me encogí de hombros sirviéndome un poco de whisky con algo de hielo y limón.

—Asumo que irás con Romney, ¿o no? —negó encendiendo un abano mientras veía toda la ciudad.

Él y yo habíamos decidido mudarnos juntos unos meses atrás al centro de la ciudad. Arthur era hijo de un senador en la capital, y dirigente de la campaña de demócratas. Nos llevábamos bien, Arthur tenía un gusto peculiar por las personas de su mismo sexo, y yo también, nos acostábamos a veces cuando alguno de los dos quería desquitarse sin necesidad de hablar.

Algunos dicen que el peor dolor es despedirse de alguien a quién todavía amas, pero siento que el peor, es seguir esperando

—¿Cuándo dejarás entrar a alguien en tu vida?

Bufé.

—Algunas veces siento que lees mis pensamientos.

Se encogió de hombros yendo por las whisky, podía ver en su mirada que nada estaba bien, y hecho de haber estado bebiendo casi toda la tarde.

Blue. (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora