Capítulo 12.

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—Has hecho un excelente trabajo —dijo Victoria viendo la pantalla que estaba delante de ella—. Los resultados son más que los esperados, y en menos de seis meses.

—Gracias —respondí de brazos cruzados viendo al ventanal.

—Sin embargo, te falto una cosa.

La miré sin saber a qué se refería.

—La fiesta de verano la has suspendido.

—No tengo interés en ir a Cecilia un fin de semana —respondí—. Hay mucho trabajo acumulado.

Carcajeó negando.

—El senador llamo hace unos días, quieren hacer público el compromiso con Arthur.

—¿Compromiso? —inquirí—. ¿De que hablas?

Se levantó sirviéndose un poco de café.

—¿No es Arthur tu prometido?  

—Sabes lo que es Arthur, Victoria —aclare.

Sabía que estaba buscando una forma de llevarme la contraria. Ella sabía que estaba saliendo con Annette, era imposible que no lo supiera.

—Llevas aquí tres meses, me gustaría que hablaras sobre cómo ha sido el proceso de adaptación.

Bufé.

—Cada vez me sorprendes.

—¿Yo? —exclamó entre risas—. ¿Annette? —inquirió—. ¿Otra vez?

La miré esperando que dijera algo. Porque si mencionaba algo fuera de lugar, renunciaría por completo a ser una Louviére.

—¿Tienes algo que decir?

—Ella tiene una hija —murmuro viendo a los rascacielos—. Y tengo entendido que la asociación de sus galerías, están con una chica que tuvo comprometida.

Fruncí el ceño. ¿La investigó? 

—¿Qué quieres decir?

—Annette no creo que te esté jugando sucio, cariño, pero Alexandra Boune ha estado detrás de ella durante años, pero Annette la dejo hace a penas un año.

—¿Conoces las razones? —pregunté.

—Dicen que el accidente del hermano mayor de Annette hizo que se alejara de todos.

Era verdad de cierta forma. Annette se dedicaba sólo a sus pinturas, y su familia. Durante estos últimos meses, ella muy poco ha salido con sus amigos.

—No quiero que salgas lastimada.

—Soy fuerte —aclare.

—No tanto para tener que ir al psicólogo durante dos años, Nicola —aclaro para verme a los ojos—. Te quedan menos de tres meses en París, tú lugar es en Estados Unidos.

Me negué.

—Decidiré quedarme.

—Te irás, allá en Estados Unidos eres libres, Nicola, pero aquí no —murmuro—. Todo ha cambiado, es cierto, pero no dejas de ser quienes somos.

Ella tenía razón.

—¿Y cómo haré con Annette? Su vida está aquí.

—Sí te ama de la misma manera en tú la amas, ella vendrá contigo —dijo—. El amor traspasa barreras, y nosotros creamos nuestro hogar. Y en Nueva York hay mucho arte que explorar.

En lo últimos tres meses, Annette y yo salimos a cenar todas las noches a cualquier sitio, hacer el amor hasta que nuestros cuerpos no soportaran, convivir con su bebé y su familia, había decidido irme con vivir con ella desde aquella noche.

Blue. (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora