—¡Pelea maldita extra!
Desperté agitado, gritando esa estúpida frase de nuevo, mi brazo estaba extendido, queriendo tomar la mano de alguien que no estaba presente. Carajo, por más que quisiera olvidar ese momento no podía, nunca pude. Nunca.
¿Por qué te quedaste impregnada en mi cabeza desde ese día? Por primera vez me sentí un héroe, una persona con corazón.
Solo había lastimado a todos, al tonto e inservible de Deku que podía actuar noble sin importar nada más. ¿Cómo rayos le hacía? La envidia me corría por la sangre cada vez que lo veía sonreír al ayudar a alguien. ¡¿Por qué él podía ser así?!
Yo nunca quise ser él, pero si quería que él lo dejara de ser. Siempre viéndome con esa sonrisa de superioridad, esa estúpida sonrisa de que no le importaba ser un don nadie, siempre estaría por encima mío.
Siempre supe que debía detenerme, pero cuando me daba cuenta que debía hacerlo, ya era tarde. Él estaba herido, y en algún momento empecé a creer que se lo merecía. Que ese era su tonto destino que no quería aceptar y que yo debía abrirle los ojos.
Soñaba con ser héroe, tan fuerte como All Might, tan querido e invencible como él... Pero sabía que aún estaba lejos de serlo. Y aveces dudaba si podría llegarle a los talones.
Deku siempre me seguía, siempre me alababa, pero de repente, él empezó a creer que podía hacer más...
—¡¿Me quieres superar Deku?! ¡Ja! No me hagas reír...—.
Pero Deku dejo de seguirme, y en algún momento dejo de ser tan Deku. Empezó a luchar a fortalecerse, y todo fue después de salvar tu estúpido trasero de cobarde. Te me grabaste en el alma como el inicio de mi suplicio.
La ambulancia te llevo porque después de que tomara tu lugar, te desmayaste por no poder recuperar pronto aire.
Más te vale no morir mocosa...
Pensé con furia al ver qué no despertabas.
Nadie llegó a verte al hospital, solo estabas tú sola en la camilla de la sala de urgencias, apretando entre sueños la sábana que estaba debajo de ti llamando a un tal "hermano". Respirabas con dificultad, casi ahogándote; después de todo, te había quedado parte de esa asquerosa masa viscosa en tu nariz.
Me confundieron con familiar tuyo y me pidieron amablemente que esperara fuera de la cortina en lo que realizaban rápidamente primeros auxilios.
Debí irme, no tenía porque quedarme a esperar noticias de alguien que no me importaba. Pero no sé porque mierda me quedé, muy en el fondo, algo preocupado. ¿Eras tan débil e inútil?
—Tch...—. aprete mis puños inconscientemente, impotente, de nada había servido que pasará a morir si tú lo hacías
¿Acaso ni siquiera eso puedo hacer bien?
El doctor deslizó la cortina y se acercó a mi, posando su mano en mi hombro y viéndome con una sonrisa amable.
—Esta bien, hijo. Le hemos extraído los restos del lodo, puedes pasar a verla, está despertando.
¿Y a mí qué? Estaba irritado y cansado, me di la vuelta para irme, pero una débil voz me detuvo.
—¿Dónde está el chico rubio que me salvo?—. Me congelé ahí mismo, acababas de despertar tras casi una hora inconsciente y eso fue lo primero que preguntaste —.¿Esta bien? ¿No salió herido?
—¿Ah? ¿No es familia tuya?—. La enfermera que aún estaba a tu lado cuestionó
—No lo es, ¿pero esta bien? ¿Se lastimó o le pasó algo?—. Repetiste desesperada —Quiero verlo.
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Porque soy tu fan. [Bakugō Katsuki × Oc] LIBRO 1.
FanfictionLa salvó unas cuantas veces y la mayoría fue básicamente por accidente. Pero eso fue suficiente para que se volviera su fan. No importaba que Bakugō aún no fuera un héroe, que fuera un estudiante, o que pudiera ser brusco y explosivo; no, nada de...