Campos de fresas [Yoonmin]

Negras: reina f5

Park Kwan apartó la mirada de su hijo y la fijó en su mujer, que seguía como hipnotizada por él. Jihyun acababa de salir una vez más, incapaz de quedarse quieto, asustado y al mismo tiempo nervioso por aquel caos de emociones y sensaciones. Tomó la mano de su mujer, y se la presionó suavemente.

Fue una llamada.

Pero Park Youngmi no la atendió.

—Youngmi— musitó él finalmente.

No hubo respuesta.

—Youngmi— repitió. —Tenemos que hablar.

—¿De qué?

—De todo esto.

—No.

—Creo que sí. Tenemos que decidir algo.

—No— repitió ella con mayor determinación.

—Debemos confiar, esperar, y estaremos con él aunque pase así días, o semanas, o meses— se negó a decir la palabra «años». —Pero el doctor tiene razón. Si se produce lo irremediable...

—No quiero que lo destrocen. Es mi hijo.

—Querida...

—¡Está vivo!— gritó sin levantar la voz, en su mismo cuchicheo. —No quiero oír hablar de eso.

—Vamos, por favor, cálmate— la presión de la mano se acentuó.

Hasta que ella la apartó de las suyas.

—Tú estás de acuerdo, ¿verdad?

Se enfrentó a los ojos de su esposa.

—Sí—manifestó agotado, pero decidido.

—¿Por qué?

—Porque es mi hijo, y tiene un corazón, un hígado, dos riñones, dos córneas... Y porque si él muere, me gustaría pensar que sigue vivo en otras cinco personas, tal vez cinco chicos como él mismo.

Park Youngmi ya no lloraba. Desde la crisis ya no lloraba.

—A veces...

—¿Qué?— la alentó para que siguiera al ver que se detenía.

—No, nada— bajó los ojos un momento antes de volver a fijarlos en el cuerpo de Jimin.

Park Kwan respetó su silencio.

Lo rompió de nuevo su esposa unos segundos después.

—¿Y si nos está oyendo?— susurró.

—Sabe que estamos aquí

—Sí, pero ¿y si nos está oyendo?

—Jimin siempre ha sido una gran chico, tiene un corazón de oro. Todo el mundo lo sabe.

Park Kwan suspiró.

Su marido supo que era tanto una derrota como un implícito reconocimiento de la realidad de cuanto habían estado hablando.