─¿Qué hacemos aquí? ─preguntó Mashiho luego de darle una lamida a su cono de helado.
─No lo sé ─respondió Junkyu alzando los hombros.
─Mmg ─el pelimorado asintió. Degustaba su cono con sabor a fresa con la mirada de Kim sobre él.
─Solo me gusta pasar tiempo contigo ─admitió el mayor.
─Mmm ─Mashiho tenía una expresión seria, y en un parpadeo acortó la distancia que había entre su rostro y el de Junkyu, este dejó de respirar ante la cercanía. El menor sonrío con malicia, batiendo sus pestañas, y finalmente mordió el helado de chocomenta que era del castaño.
─¡Mashiho! ─lloriqueo Junkyu, pero Mashi había salido corriendo de su lado. ─¡Ven acá! ─lo llamó. A lo que el pelimorado empezó a correr.
─¡Atrápame! ─le retó entre risas.
Ambos habían ido a caminar a un parque cercano, como idea de Junkyu, por su día libre, pero ahora estaban persiguiéndose como niños pequeños, incluso dejaron caer lo que quedaba de sus conos.
Kim jadeo cansado, se detuvo para descansar, con la respiración agitada apoyó sus manos en sus piernas. Pasó sus manos entre sus cabellos suspirando al ver la ventaja que le llevaba el pelimorado ¿Cómo podía tener tanta resistencia?. Inhaló profundo y siguió corriendo hacia Mashiho.
Mashi ya había detenido sus pasos, y Junkyu tomando un impulso llegó hasta él, abrazándole por detrás de su espalda. El menor sonrío ante el contacto, y aumentó el rubor de su rostro cuando el castaño se aferró con más fuerza a su cintura.
─Mashiho, me gustas ─le dijo prácticamente en su oído.
El más bajo giró su cuerpo sin soltarse de los brazos de Junkyu para quedar frente a él y mirarlo a los ojos.
─Lo sé ─sonrío con suficiencia. Aunque por dentro era un manojo de emociones. Si esto era un sueño dónde el chico que le gustaba se le declaraba lo haría interesante.
Los labios de Junkyu formaron un puchero, ¿Qué clase de respuesta era esa? Estaba empezando a ponerse nervioso.
─¿Yo-? ¿Yo te gusto? ─inquirió bajito, mientras apartaba la mirada y mordía sus labios.
Mashiho estiró sus pies hasta ponerse de puntitas, tomando por sorpresa al más alto, depositó un beso en los labios de este. Junkyu parpadeo perplejo ¿Era real?. Reaccionó y afianzó su mano en la cintura de Mashiho, atrayéndolo más hacia él, se inclinó para alcanzarlo, uniendo sus belfos con los del japonés.
Ambos estaban inmersos en el momento que compartían, moviendo sus labios lentamente, Junkyu sonrío en medio del beso, antes de hacerlo más profundo. Se separaron entre risas cuándo hizo clic en su cabeza, estaban en un parque público. Mashiho abrazó al mayor, hundiendo su pecho en esa sudadera rosada que le lucía tan bien a Kim. Luego le dio un empujón a Junkyu para romper el abrazo, muy sutil.
─¡Hey! ─el castaño se quejó con su carita de perrito regañado.
A su vez le tomó la mano al menor, entrelazaron sus dedos y empezaron a caminar por todo el lugar con una sonrisa.
Sin saber cómo, terminaron en unos columpios balanceándose como niños chiquitos, riendo escandalosamente y compitiendo por quién subía más alto. Fue un buen momento, hasta que llegaron dos nenes a preguntar si podían subirse.
Dejaron los juegos, y llegaron a un pequeño puente sobre un lago, podían ver nadar a los peces, el lugar estaba rodeado de flores y muchas personas caminando. El sol caliente golpeaba sus cuerpos, cálido y reconfortante, aunque un poco molesto.
Se quedaron observando el paisaje, hablando de cualquier cosa que viniera a sus mentes, tenían tanto en común y vivían riendo de la química que había entre ellos. Era así desde que se conocieron, pasaban horas hablando de todo hasta dormirse.
Junkyu tomó por sorpresa a Mashiho, al darle un piquito en su mejilla. El de cabellos morados se sonrojo al instante, Kim lo haló haciéndolo moverse hasta la orilla del lago. Junkyu se puso de cuclillas, y Mashi lo imitó curioso, con una sonrisa.
Kim empezó juntar piedritas similares al cuarzo, sin despegar sus ojos del chico a su lado.
─Puedes usarlas para pedir un deseo ─dice Kyu, mostrando entre sus manos lo que había recogido.
Mashiho asintió, juntos se pusieron de pie, lanzaron varias rocas hacia el agua, volviéndose una juego por quién llegaba más lejos. El japonés alardeaba emocionado por haber ganado, incluso se había olvidado de desear algo.
─Es tu turno ─le recordó a Junkyu.
─Quiero que Mashiho diga que sí ─gritó, al mismo tiempo que arrojaba el cuarzo.
─¿Qué diga qué? ─preguntó el menor.
─Takata Mashiho ─Junkyu lo miró a los ojos. ─¿Quieres ser mi novio?.
Mashiho sintió que su respiración se cortaba de la sorpresa, ¿Qué debía responder? Observó a Junkyu, se veía ansioso, podían cortar la tensión con un cuchillo. Pudo haber dudado de su respuesta, pero los ojitos caramelo de Kim fueron más que suficientes para que Mashiho lo atraiga hacia él, y una sus labios en un delicado y lento toque.
─Me gustan tus respuestas ─sonrío Junkyu satisfecho, la felicidad salía de su cuerpo.
Mashiho sólo rió nervioso, quería atesorar este momento siempre, junto a Junkyu, rozando sus narices en un adorable beso mariposa.
El amor es complicado, pero ellos se adoraban y deseaban ser felices juntos.
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