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Dos días antes del viaje a América

Los días fríos seguían instalados en el teritorio ruso, aún así la nieve no llegaba, sólo estaba con el cielo nublado. En las calles de la ciudad no se veía ni una mosca pasar. Todo era tranquilidad. Perfecto para quedarse en el hogar con la familia.

Desde la cocina de la gran casa, se podía sentir aquel aroma de almuerzo que llegaba a cada rincón de cualquier habitación, dando a entender que pronto comerian una buena comida hecha a la medida para pasar un poco el frío.

El país latino estaba sentado en una de las bancas que la isla poseía, mirando su celular de vez en cuando, mientras hablaba con el dueño de la casa -Rusia-. También estaba esperando a que la comida esté lista:

Un guiso de arroz con zapallito, papas, batata, zanahoria, mandioca y carne molida se cocinaban a fuego lento.

De suerte que en la carnicería a la que fueron no había mondongo...

(Soy la única a la que no le gusta el mondongo? Jaja)

Esa comida tenía más verduras que arroz, podría decirse. Aquella receta la había aprendido de su hijo, Chaco, una vez que fue a su casa de visita y se ofreció a cocinar. Desde ese entonces a los guisos los hace así, siempre y cuando haya plata para comprar kilos de verdura. Si no, no tenía problemas en hacerlo a la cordobesa:

arroz, salsa y pollo. Listo. Más seco que lengua de loro, pero era pasable.

-arge

-que pasa?

-hoy quiero que vayamos a pasear por "москов" -Moscú- ya que en dos días te irás, y lo único que hemos hecho, fueron cosas de trabajo, y nunca salimos a conocer...como yo quería que hiciéramos. Y lo peor es que todavia no terminamos con los papeles del avion. - expresó un tanto triste.

El bicolor hace una sonrisa amable, enternecido por esa expresión de niño triste que Rusia formó en su rostro.

- bueno...podemos ir después de comer. Siempre estamos acá aplastados y no hacemos nada. Estaría bueno salir a pasear.

Rusia extiende su mano sobre el cuarzo de la isla, apoyando su brazo sobre ésta, dando a entender que el Argento aceptara su tacto, cosa que el mayor entendió y aceptó, haciendo que el Tricolor se sonroje. En ese tiempo de no más de tres semanas, rusi tomó un cariño algo apresurado hacia quien se hospedaba en su casa. Se sentia extraño, hace ya mucho no se apegaba a alguien de esa forma. Hacia bastante no tenia a alguien para conversar que no fuese uno de sus hermanos. Argentina era el elemento que le venía faltando hace ya un tiempo considerable. Siendo más precisos, desde que papi URSS se fue. Se sentía más feliz que de constumbre. Ni siquiera sus tres gatos le daban tanta tranquilidad y/o felicidad.

Sentía que había vuelto a su infancia.

Los chistes, risas locas y dulces de Argentina, abrazos, conversaciones de cualquier cosa, comida hogareña. Todo eso encajaba a la perfección con sus recuerdos de cuando era niño.

Ahora las ideas del ruso estaban claras. Aquello que dijo de chiquito, realmente fue de corazón. No cabía duda. Estaba perdido por Argentina. Eso que sentía, honestamente nunca lo sintió con alguien mas. A pesar de estar rodeado de countries que lo amaban y sentían atracción hacia el, ninguno le parecía especial. Todos eran potencias ambiciosas.

"Mal Ahí"- RusargDonde viven las historias. Descúbrelo ahora