20. Tatuajes

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Chris

-¿Ya te vas? -La chica rubia pregunta.

-Sí, mi turno acabó. -digo y reviso mi reloj. -Lo siento chicas, en la próxima será. -Les guiño un ojo a todas y me pongo de pie para ir por mis cosas.

Estar rodeado de pasantes de primer año es sentirme como un niño en juguetería. Son presas fáciles, pero claro, no me involucro con ninguna porque eso podría afectar de mala manera mi reputación en el hospital. Ya aprendí la lección desde que me abofetearon el otro día. Más que nada, me sirven para distraerme en mis momentos libres o hacerles pasar un rato entretenido con un galán como yo que sé que no encontrarán dos veces. Apenas vienen comenzando en sus prácticas, tarde o temprano van a acabar como carne molida al igual que yo, distraerse un rato les ayudaría a despejar su mente de pensar en qué les esperaba un tiempo adelante.

Para mi suerte, estoy a nada de obtener mi título para poder comenzar mi especialidad quizá a finales de año. Seguramente mis padres estarían muy contentos si vieran lo que estoy logrando.

Comienzo a cantar una de las canciones favoritas de Rubén. Creo que de tantas veces que hemos salido y le he dejado poner música, se me pegaron. No me molesta, Rubén no tiene mal gusto musical, no por nada somos amigos desde hace tiempo, no perdono a nadie que no sepa de buena música.

Una vez llego a mi apartamento, tomo una rápida ducha y comienzo a escuchar unos maullidos en mi ventana. Sonrío al ver a Petra, la gata persa de una vecina, la cual siempre se asoma a pedir comida y caricias. Abro el vidrio y acerco mi mano a ella para dejarla frotarse con su suave y abundante pelaje. Comienza a ronronear y de un brinco, entra como si fuese su propia casa. No me molesta que lo haga, es una gata muy agradable, sin embargo estoy muy cansado, así que luego de darle algo para que se llene el estómago un poco, me voy a dormir.

Cuando mi celular comienza a sonar, han pasado más de dos horas. Con mis ojos pesados, a punto de cerrarse, tomo el aparato y contesto. Sé que es Rubén sin necesidad de ver su nombre en la pantalla, ya que está sonando su canción favorita, la cual asigné exclusivamente para cuando él me llama. ¿Qué querrá este idiota como para interrumpir mi sueño?

-¿Qué mierda quieres? -pregunto volviendo a cerrar los ojos con mucho sueño.

-¿Durmiendo? -pregunta.

-Sí, dime qué mierdas quieres para que pueda seguir con mi muy cómodo sueño.

-Estoy afuera, maldito, ven a abrirme. Llevo 15 minutos tocando el timbre, supuse que estabas hibernando.

-¿Qué haces aquí, maldita sea? -gruño levantándome de la cama, aún no hemos cortado la llamada.

-Es una emergencia, abre.

-Voy. -cuelgo y salgo de mi habitación solamente con un pantalón deportivo puesto. Rápidamente llego a la puerta y ahí veo a mi mejor amigo con un muy, (demasiado) notable chupón en el cuello. -Pero qué...

-No digas nada. -señala y lleva su mano a su cuello para luego adentrarse en mi apartamento con prisa.

-¿Te pelaste con una sanguijuela o qué pasó? -bromeo cerrando la puerta y acercándome a él quien ya se ha acomodado en el sillón.

-¿Recuerdas a Mayra?

-Mmm... ¿Mayra? Me suena.

-Mi ex de la secundaria.

-¿La morena de labios grandes?

-Sí, esa.

-No me digas que te la encontraste y te hizo eso. -señalo con sorpresa. Él volvió a llevar su mano a su cuello, avergonzado. -No lo puedo creer. -digo y suelto una enorme carcajada, la cual sale ronca por haber estado dormido.

Sin Mis Chicos (SC Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora