2.

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Capitulo 2-.

—Ariana—exclamé nerviosa al ver a mi amiga tirada en el suelo retorciéndose de dolor.

Me arrodillé a su lado inspeccionando su cuerpo y su rostro. El labio partido, un ojo morado, la nariz le sangraba un poco y un hematoma muy notorio en el pómulo.

Sus nudillos tenía pequeños vestigios de sangre. La tomé suavemente de los brazos queriendo ayudarla a erguirse, y cuando apoyó su espalda en la puerta de un auto pegó un grito ahogado e hizo una mueca de dolor. Le quité su pesada chaqueta de cuero y miré en su espalda. Le levanté un poco la camiseta y allí yacían marcas de cortes y moretones.

Algunas pequeñas gotas se deslizaban. En su estómago había demasiadas marcas rojas. Que le habían dado una paliza era obvio, pero si no hubiese venido conmigo, tal vez estaría muerta. 

—Camila, nadie debe saberlo—musitó dificultosa. 

Con un poco de fuerza, la llevé hasta mi auto y se recostó en el asiento trasero. Apurada, arranqué el auto para ir al primer hospital cerca.

Ariana trató de detenerme, pero prometí que nadie lo sabría. Además, ambas somos mayores de edad. ———————————————

Mi amiga me pidió si podía quedarse en casa ya que no quería asustar a su tía y a su hermana con esto. Ella me cubrió muchas veces, así que tenía que atribuirle mucho. 

Llegué a casa y a abrir la puerta, le dije que subiera a mi habitación. Vi a mamá asomarse hacia el hall de entrada. 

—¿Qué hace esa chica aquí Camila?—cuestionó mi madre enfadada—Te dije que no la quiero más aquí.

—Es mi mejor amiga y acaban de darle una paliza—espeté con la ira contenida—No puedo dejarla sola.

—Es una mala influencia—dijo con certeza de tener razón.

—Es la única persona que se interesa en mí. Si no fuese por ella, no estaría viva ahora—.

—Pero por ella te metiste en muchos embrollos—dijo tratando de persuadirme.

—Tú no te interesas en mí, o en Stephanie—le acusé tragándome el llanto—Llamaré a su madre y le diré que Ariana se queda—finalicé.

Hice la llamada, y sin siquiera buscar donde estaba mi madre subí las escaleras rápidamente. Cerré la puerta de un portazo detrás de mí. Con toda mi fuerza, choque mi puño contra la pared.

Al hacer eso me serené. 

—¿Ocurre algo?—me preguntó la voz de fina y dulce de Ariana rompiendo el silencio.

Disentí y traté de obviar el tema. Me senté a su lado, tomé la bolsa en donde estaban algunas cosas que compré y me dispuse a curar sus heridas. La peor fue la de su espalda ya que además de tener en cantidad, era muy doloroso para ella. 

Dado por terminado eso, curé e intenté disimular los hematomas de su cara. Prácticamente la habían desfigurado. 

—¿Puedes contarme que pasó?-dije mientras embebía un pedazo de algodón con alcohol y lo colocaba sobre su pómulo.

—No lo sé—respondió entre dientes—Solo recuerdo que me retaron a pelear hoy.

—¿Quiénes Ariana, quiénes?—pregunté esperando una respuesta más concreta.

—Joey y Mason—.

—Te dije que no te metas con… ¿Joey y Mason?—dije interrumpiéndome a mí misma al darme cuenta de lo que mi amigo dijo—¿Estaban solos?—pregunté.

Ariana torció su boca en una mueca y su mirada se hallaba evasiva

—Responde—insistí.

—No—dijo por fin—Estaba… estaba…—titubeó nervioso y con un temor muy inusual—. Toda la pandilla de Luis Felipe.

La pandilla de Luis Felipe... Esa frase hizo que la sangre de mis venas se congele y deje de fluir.

La sombra. (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora