5.

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Capitulo 5-.

Las últimas palabras dichas por Mason hicieron que la piel se me erizara. No era posible. Su condena era de 4-5 años, y solo han pasado dos.

—Mientes—dije hacia él.

La ira me brotó del alma; lo tomé del cuello de su camiseta y lo tiré al suelo. Le di limpios puñetazos en la cara, e incluso, lo tomé del cabello y empecé a golpear su cabeza contra el suelo.

Dinah, Ariana, Normani y Ally trataron de frenarme. Normani pudo pararme, y evitó que lo matara.

Los de la otra pandilla, ayudaron a Mason a levantarse.

—Estás muerta, perra—finalizó Joey mientras se marchaban con el muchacho rubio a cuestas.

Mi respiración era dificultosa y vi en mis nudillos, pequeñas manchas de sangre. Levanté la mirada y las chicas me miraban atónitas. Nunca creyeron que reaccionaría de manera tan impulsiva. En el grupo, yo era la que remediaba los problemas y proclamaba la paz entre pandillas, no los ocasionaba.

—¿Estás bien?—preguntó Ally. La miré y sus ojos expresaban preocupación.

Me limité a asentir.

—Quiero irme—musité hacia Ariana.

Sin decir más, me despedí de los chicos y fui con ella al auto. 

Durante el camino, no hablamos. Solo me consternaba en no perderme entre la oscuridad del bosque en lo que salíamos. 

Muchas dudas rondaban en mi mente. Era imposible que esos idiotas se manejen sin Luis; era lo que más me aterraba.

¿Y si realmente va a salir?

O peor,

¿ya salió?

Sentía un terror increíble. Pero también, tenía valor. Si llegaba a verlo, quisiera decirle como me hizo sentir esa tarde.

FLASHBACK

Iba a encontrarme con Luis Felipe, dispuesta a terminar la relación. Cuando me desintoxiqué, prometí que sería la última vez que probaría una droga en mi vida. Sabía que si seguía con él, en algún momento caería yo también. 

Lo vi llegar con su andar tan peculiar. Aproximándose hacia mí, me dedicó una sonrisa y quiso besar mis labios, pero lo frené.

—¿Ocurre algo, cariño?—preguntó algo desconcertado.

Tomé un respiro y conecté mi mirada con la suya.

—Lo estuve pensando bien, pero… creo que debemos tomarnos un tiempo y pensar con claridad. Estar solos un poco, necesito descubrir algunas cosas—expliqué. Noté como su rostro cambiaba rotundamente. Me tomó de la muñeca y la apretó fuertemente—Me estás lastimando—dije entre dientes.

—No me vas a dejar, Camila—exclamó con la ira contendida en la garganta—Tú me perteneces—levantó la voz empujándome contra el suelo violentamente.

Traté pararme y huir, pero me tomó de la pierna y me arrastró por el suelo hacia él. Tiró de mi cabello acercándome más a él y comenzó a golpearme en la cara. Quise tomar mi teléfono, pero lo agarró y lo tiró lejos. Luego, se paró y prosiguió, ahora, pateándome en el estómago y la espalda. El dolor que sentía era agobiante. 

Del bolsillo de su tapado, sacó una navaja. Ya me estaba temiendo lo peor. Tomó mi cuello con su mano, me dio vuelta, y sin piedad, dejó un enorme tajo en mi espalda.

Todo estaba en cámara lenta, y cada vez, sentía que la penumbra me inundaría. Me desvanecí y el tiempo se paró.

Con dificultad, abrí mis ojos. Luis no estaba. En la lejanía, vi mi teléfono. Me arrastré por el pasto tratando de alcanzarlo; mis piernas dolían, la espalda me ardía y estaba fatigada.

Estiré el brazo y casi me era imposible. Finalmente, lo agarré. Marqué débilmente el primer número que se me vino a la cabeza.

—Camila, ¿qué pasa?—oí preguntar a Ariana del otro lado de la línea.

—Ven… a la casa… del árbol—titubeé con la voz demacrada—Luis y… apresúrate.

Sin poder especular alguna otra palabra, me desvanecí nuevamente. 

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—Se sentencia al joven Luis Felipe Santos a un mínimo de 4 años en un reformatorio y rehabilitación por drogas en un centro clínico—sentenció el juez.

Estaba decepcionada, demasiado. Él merecía los diez años en prisión. Pero, a último momento, testificó que había estado drogado con heroína y cocaína al momento del ataque, cosa que yo bien sabía, era falsa.

Lo peor, es que le creyeron debido a que en sus brazos había marcas de agujas y el análisis de sangre le dio positivo en las drogas ya mencionadas. 

Recuerdo la sonrisa de satisfacción que me dedicó ese día en la corte cuando era llevado. Como si hubiera triunfado, o porque sabía que si salía, podía encontrarme. 

Después del juicio, mamá no confía en mí y me ignora. Me prohibió que me juntara con Ariana o con las chicas de la pandilla, y para variar, todos en la escuela creen que soy una mentirosa y una perra.

Después del incidente, nunca más se vio una sonrisa real reflejarse en mi rostro.

END FLASHBACK

Ariana me dejó en casa y se fue con Frankie. Stephanie ya estaba durmiendo, así que lo único que hice fue irme a dormir y tratar de pretender, al menos por ocho horas, que mi vida es perfecta.

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El fin de semana se me pasó volando y no tardó en volver al lunes. Mamá llevó a mi hermana menor a la escuela ya que los profesores debían hablar con ella.

Arranqué el auto y fui directo hacia el instituto. Por suerte, iba con tiempo de sobra. Me metí en el estacionamiento, salí y puse el seguro.

 
Acomodé mi mochila en el hombro y comencé a caminar hacia la puerta. Pero, sentí unas manos sobre mi cintura.

Supuse que era Ariana, pero… ella nunca hace eso. Y Lauren… con Lauren no tenía aún ese tipo de confianza.

—¿Me extrañaste, hermosa?—dijo su gélida voz. El corazón se me paró por un milisegundo.

La sombra. (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora