Nos despertamos como siempre, sobre las siete y media. Ji Ho me dio un beso en la frente para luego saludar a su "pequeño campeón" dando otro beso a mi vientre. Realmente me daban ganas de abrazarle y decirle que iba a ser el mejor padre del mundo cada vez que hacía eso, pero siempre le rogaba que fuera a hacer el desayuno. Me había vuelto adicta a la leche con cacao, ya que él no me dejaba tomar café y ese era su sustituto.
Me apresuré a darme una breve ducha mientras dejaba en manos de Ji Ho la principal comida del día, era la graduación y teníamos que ir presentables. Yo tenía que ir presentable, Ji Ho hasta con delantal es demasiado atractivo, siempre me daban ganas de besarle y decirle "Hazme tuya", pero con el paso del tiempo había aprendido a controlar esos impulsos. Tras salir del baño con una toalla enrrollada a la cabeza y otra al cuerpo, atravesé el pasillo hasta llegar a la habitación y ponerme algo bonito pero informal. Opté por unos vaqueros y una camisa rosada. Los tacones estaban prohibidos, así que mis pies vistieron unas sandalias blancas en las que ya podía imaginarme la tierra que acabarían llevando al final del día.
Dejé que mi cabello humedo se secara un poco al natural mientras me dedicaba a desayunar. Ji Ho me miraba de tanto en tanto con el ceño fruncido por encima del periódico que leía. El silencio, a excepción de ruidos como masticar o la cucharilla golpeando contra la taza, me estaba volviendo loca.
-¿Qué?
-Nada -se encogió de hombros arrugando el periódico y dejándolo a un lado.
-¿Estás en esos días? -sonreí, burlándome un poco de él.
-Tonta -sonrió ante mi broma y alzó la mano para acariciarme la cabeza, como si fuera un perro. Seguido fue hasta mi barbilla para obligarme a mirarle-. Mi problema es que estás demasido sexy ahora mismo y si no fuera porque llevas a nuestro hijo te haría el amor de mil maneras antes de salir de aquí.
Eso no me lo esperaba para nada. Las palabras no me salían y mis mejillas ardían, era una de esas raras ocasiones en las que Ji Ho era tan agredivo, sexy y tentador hablando, que te hacía volar por las nubes imaginando cosas. No, Ha Neul, ahora no. Tenemos que prepararnos para ir a la universidad.
Minutos más tarde estábamos sentados en el sofá, Ji Ho soltó un largo suspiro que llamó mi atención.
-Hoy estás muy raro, de verdad.
-Es solo que estoy cansado, aunque por una parte estoy emocionado de haber acabado la carrera y pensar que tendré mi merecido título al final del día -reí ante su pequeña confesión-. Y seguro que quieres ir cuanto antes para ayudar -me miró con las cejas alzadas.
-Por supuesto, hay que ayudar en estas cosas, aunque sea solo poner sillas.
-Ya, pues usted, señorita, se va a quedar quietecita -me besó-, por su propio bien, sino quiere que la encierre en el cuarto de contadores para mantenes sus manos alejadas de objetos pesados.
-Me tratas como una cría -le saqué la lengua.
-Te trato como te mereces, y tú necesitas estar sentada las 24 horas.
-Si estuviera de ocho o nueve meses no te lo negaría, pero tenemos un bebé sano y aún no estoy tan rechoncha, puedo hacer las cosas con normalidad.
-Aun así no vas a coger nada que pese más de un kilo -me ordenó-. Y con esto aclarado... Cuando quieras nos vamos -me dedicó una sonrisa y me tendió la mano.
Agarré su mano y nos dispusimos a salir de la casa, pero había un obstáculo que nos impidió avanzar, un obstáculo que hizo que la herida de mi costado ardiera, Eun Seung. Estaba empapada, ni me había dado cuenta de cuándo se había puesto a llover, y tenía una cara horrible, estaba pálida, el pelo le caía con mechones largos y mojados sobre el rostro, con unas grandes ojeras. Parecía un fantasma e hizo que el miedo recorriera mis venas. Ji Ho se puso entre ella y yo, dejándome a su espalda, y como por acto reflejo alargué la mano y cerré la puerta.
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Las dos caras del millonario
Fanfiction¿Qué pasa cuando un día encuentras borracho al chico más guapo de toda la universidad y encima te confiesa su mayor deseo?