Capítulo 23: Visitas.

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     Aquello se estaba convirtiéndo en una rutina un tanto desagradable. El doctor nos había dicho que normalmente las nauseas matutinas llegaban una vez pasado el primer mes de embarazo, pero a mi me habían llegado a los tres meses y medio.

     Ji Ho se había ido a comprar al supermercado que quedaba debajo del piso, me había pedido que me quedara en casa a "descansar". Eso era lo peor de quedarse embarazada, todo el mundo te decía que debías descansar. Aún tenía una conversación pendiente con mis padres. Me tiré en el sofá y me quedé mirando unos cojines que había sobre los sillones, y no pude evitar sonreir con malicia y hacer lo que llevaba tiempo pensando: me puse uno bajo la camiseta y me miré al espejo.

     El timbre sonó y fui a abrirle la puerta a Ji Ho, pero para mi sorpresa me encontré con Kyung y Sa Ra, la cual se estaba aguantando la risa observando lo que había bajo mo camiseta, mientras me Kyung me miraba desconcertado. Lancé el cojín lejos a alguna parte del piso y los invité a entrar.

     -¿Qué narices hacías con un cojín ahí? -señaló Sa Ra casi carcajeándose. Yo noté como mis mejillas se sonrojaban y desvié un poco la mirada, sin decir una palabra-. Está bien, está bien, me lo puedo imaginar.

     Tras eso vinieron los saludos y las risas tontas. Ambos me abrazaron y luego fuimos a sentarnos en el sofá, yo opté por uno de los sillones.

     -Veo que ya estás mucho mejor, Kyung -le sonreí.

     -Sí, es mucho mejor estar fuera que en ese horrible hospital. Lo único que echaré de menos serán las enfermeras -Sa Ra tosió fuerte y le dio un codazo suave, a lo que yo reí.

     -Ah, cierto, ¿cómo te fue en casa de mis tíos? -habló la morena.

     -Pues podrías decir que peor que horrible. Llegamos tarde, Ji Ho me enseñó un poco de la enorme mansión -Sa Ra río un poco y yo les seguí contando el resto de la historia, de Eun Seung, de la discusión que tuvieron después Ji Ho y su padre...

     -Eso no me lo esperaba del tío... -dijo un poco triste, apretándo mi mano y mirándome compasiva.

     -No te preocupes, será cuestión de tiempo. Además tienes a la suegra en el bolsillo -bromeó Kyung.

     -Esa mujer es un cielo, creo que es la única que realmente siente un poco de aprecio hacia mí.

     -Es normal, mi tía es una romántica y aunque quería que Ji Ho se casara, cuando te presentó supo que estabais hechos el uno para el otro -me sonrió-. Pero lo que me preocupa es... -dijo haciendo una mueca mientras me miraba el vientre.

     -Aún no le hemos dicho nada a nadie. Aún tengo que hablar con mis padres pero antes quiero que todo esto se solucione.

     En ese momento el timbre volvió a sonar, pero antes miré por el visor para cerciorarme de que, efectivamente, Ji Ho venía con un montón de bolsas.

     -¡Dios mio! ¿Se puede saber por qué has comprado tanto? ¡Solo había que ir a por leche y pan! -dije mientras Ji Ho se abría camino y dejaba todo encima de la encimera de la cocina.

     -Es que he estado mirando en internet y -volvió la mirada al sofá, encontrándose con Sa Ra y Kyung, a los que alzó la mano en forma de saludo-. Ha Neul, he visto recetas para que las personas como tú estén sanas.

     -¿Personas como yo? -me crucé de brazos.

     -Sí, las que llevan en un su vientre algo tan perfecto como un hijo nuestro -se avergonzó.

      -Ah, ¿acaso hay muchas así? -me acerqué a él y puse mi mano en su hombro-, ya sabes, con algo tan perfecto como un hijo nuestro -dije algo sarcástica. Él rió y me besó la frente.

Las dos caras del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora