Capítulo 10: Llevaderos de cabeza.

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     -Sa Ra... ¿Qué haces aquí? -preguntó Kyung levantándose del sofá- ¿Ya estás otra vez siguiéndome? -el tono de Kyung se estaba elevando y no me gustaba.

     -Yo... Lo siento... No respodías las llamadas y estaba... -Sa Ra se descompuso y se marchó corriendo, frotándose los ojos. Le dirigí a Kyung una mirada de enojo, a lo que él apartó el rostro, y me marché tras ella, sí, en pijama y zapatillas.

     Ella se había encerrado en su coche y tenía la cabeza apoyada en el volante. Toqué levemente en el cristal, notándo como comenzaban a caer pequeñas gotas de lluvia. Sa Ra bajó la ventanilla y me miraba tímidamente.

     -Como sabrás, Kyung es un mujeriego, y se cansará de ti algún día -fruncí el ceño sorprendida y confusa a la vez-. Yo no soy como las demás, a mi... Me gusta de verdad.

     -Me parece estupendo -hice una pausa-, ¿quieres hacer el favor de salir del coche? -dije soltando un bufido- Es muy tarde y no pienso dejar que te vayas a no ser que alguno de esos dos tarugos te lleve -señalé hacia el segundo piso, desde donde nos podían ver Ji Ho y Kyung.

     Ella se resistió un poco al principio, pero acabé convenciéndola. La lluvia se intensificó y suspiré aliviada de haber llegado a casa antes de tropezar con el diluvio de la semana. La invité a dormir y a acompañarme mañana a la universidad. Ella me miraba extrañada, así que le sonreí y le dije que confiara en mi. Simplemente asintió y se fue a dormir, esta vez era yo la que acabó en el sofá.

     A la mañana siguiente Ji Ho nos llevó a la universidad. Kyung había regresado en la madrugada a su casa, puse los ojos en blanco dejándome caer sobre el respaldo del asiento delantero y recé para que aún siguiera vivo y poder matarle yo mismo. ¿Acaso no piensa en cómo hace sentir a la pobre Sa Ra? Siempre huyendo, no se digna a hablar, la hace llorar y, joder, ¡ella aún dice que le gusta! Fui con Sa Ra hasta la biblioteca. Recordé como la señora con cara de Buldog nos echó y reí para mi misma.

     -Quédate aquí, dudo mucho que te llamen la atención. Vendré por ti en el receso y hablaremos, ¿de acuerdo? -ella asintió sin más y fue por las estanterías mirando toda clase de libros.

     Volví a clase y mis compañeros comenzaron a atosigarme a preguntas: "¿Cómo te encuentras?" "¿Por qué no viniste ayer?" "¿Es verdad que están embarazada?" "¿No fue que la raptaron los extraterrestres?". Aquellas personas eran un mundo aparte. Me encantaba estar con ellos y ver lo preocupados que se mostraban por haber faltado ayer.

     -No os preocupés, era un resfriado que no me dejaba salir de la cama ni para ir al baño -no podía decirles que había tenido una agradable cita con el atractivo Ji Ho o algunas me matarían con la mirada.

     Una vez apaciguadas las preguntas el profesor puso orden y comenzó la clase. Antes de la siguiente clase mandé un mensaje a Ji Ho, pidiéndole, casi como una orden, que estuviera en la parte trasera de la biblioteca a la hora del almuerzo. Después contacté con Il Li, pero no me devolvió un mensaje de confirmación o algo por el estilo. Tras un par de clases más fui a por Sa Ra y llegamos hasta unos árboles que había en el lugar de encuentro. Primero llegó Il Li y después Ji Ho, afortunadamente sin sus admiradoras no secretas.

     -Os he reunido porque tenemos que aclarar las cosas. Tengo un lío tremendo en la cabeza y se me va a caer el pelo por vuestra culpa -ovbiamente ese comentario iba para Ji Ho, que no se dio por aludido-. Bien, Il Li, ¿vas a grabar el estribillo para la canción?

     -No, lo tienes que hacer tú -salió Ji Ho. Il Li se ofendió un poco pero le sonrió. Como si fuera capaz de contradecir a esa cara seria y sexy.

     -No quiero, lo va a hacer Il Li y punto -dije autoritaria. Ji Ho no quedó satisfecho, pero la voz de Il Li era preciosa y tenía fe en que sería una canción maravillosa-. El Viernes ven a la sala de música y ensayaremos -dije mirando a Il Li.

     -Si está todo aclarado ¿puedo irme ya? Tengo que ir a por mi comida -yo asentí y ella se marchó con elegancia.

     -El siguiente punto del día es... Park Kyung. Ji Ho quiero que me ayudes a hacer que Kyung se enamore de Sa Ra -ambos me miraron atónitos, como si hubiera dicho algo increíblemente estúpido.

     -¿Cómo quieres que haga eso?

     -Tengamos una cita doble, tú y yo, Sa Ra y Kyung. Nos alejaremos de ellos para dejarles intimidad e ir planeando cómo dirigir la velada.

     -Pero... ¿No eres tú amante de Kyung? -preguntó Sa Ra muy seriamente.

     Yo estallé en una risa floja. Me acordé de la pequeña declaración de guerra que esa hermosa chica me había hecho la noche anterior y negué rápidamente con la cabeza.

     -Para nada, te confundes de persona -dije sujetándome las mejillas, que me dolían de tanto reirme-. Como pudiste ver ayer, soy la vecina de Ji Ho, y Kyung fue de visita -ella suspiró aliviada.

     -Lo siento, te malinterpreté... -sonrió alegremente. Ella y Ji Ho se parecían, ambos tenían esa sonrisa que enamoraba, que te hacía sentir mal si la rompías, aunque las expresiones de Ji Ho eran graciosas y daba igual cómo estuviera, seguía siendo perfecto y muy sexy.

     Una vez aclarada la situación, habíamos decidido quedar para el Sábado, durante todo el día. Sa Ra se marchó a su casa y Ji Ho volvió con sus mandriles en celo. Si todo iba bien, la grabación de la canción sería el Viernes, una cosa menos por la que preocuparse. Y solo nos quedaría que Kyung pusiera de su parte. Tenía curiosidad por saber por qué se comportaba de esa manera tan fría con ella. Me irritaba...

Las dos caras del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora