Capítulo 12: Una noche más.

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     Una luz me despertó y abrí los ojos poco a poco, con pesadez. La luna me miraba sonriente y a excepción de su brillo, todo estaba oscuro. No estaba en mi habitación, y me asusté. Intenté recordar y cuando me vino a la mente que me había quedado dormida a mitad de una película puse dos dedos en el puente de mi nariz. Por suerte Ji Ho no estaba acostado a mi lado, salí de la cama y abrí la puerta de aquella habitación lo más despacio y silencioso que pude.

     Vi unos pies asomandose por el sofá y reí para mi misma. Iba descalza, así que no me preocupé mucho de hacer ruido. Me acerqué y pude ver un atractivo y encantador Ji Ho tapado con una manta; era la segunda vez que le veía dormir y seguía pareciendo un príncipe. Me acerqué un poco más, apoyando mis brazos en el respaldo del sofá y susurrándole.

     -Woo Ji Ho~, a la cama a dormir~ -él gruñó y se tapó hasta arriba.

     Con mi misión cumplida recogí mis zapatos y las llaves, abriendo tras eso la puerta principal.

     -Ha Neul... ¿A dónde vas? -preguntó él.

     Estaba tan mono asomando la cabeza por encima del sofá y con los ojos cerrados... Abrí un poco más la puerta y le dije que iba a ir a dormir a mi casa, así él podía usar la cama. Ji Ho se levantó del sofá, fue hasta mi y me agarró de la muñeca arrastrandome hacia dentro haciéndome tirar las llaves y los zapatos.

     -Si ese es el problema se puede solucionar -cerró la puerta y me cargó como a una princesa. Intenté soltarme, pero cada vez me agarraba más fuerte- Para o te vas a caer.

      -¿¡De quién es la culpa si me caigo!? -le golpeé fuerte en el pecho, él se quejó pero no me soltó.

     Yo estaba roja como un tomate y él me llevó hasta la habitación dejándome caer sobre la cama. Se tumbó a mi lado, aún somnoliento, y pasó las sábanas por encima de nosotros hasta la cintura. Yo no cabía en mi asombro y para cuando estuve consciente de lo que ocurría, Ji Ho me rodeaba con un brazo y me apretaba hacia él.

     -Y ahora a dormir -ordenó.

     Estaba claro que no podría dormir, no con su respiración rozando mi nuca, no con su precioso brazo agarrándome de esa forma. Intenté mantener la calma, pero el corazón me iba a mil. Él me gustaba mucho, pero no tenía ninguna esperanza hasta esta noche. A la misma vez que quería despojarle la ropa, quería empujarlo hacia fuera de la cama para hacerle ver lo que estaba haciendo. No estaba cómo y decidí pensar en otra cosa.

     En unas horas vendría Sa Ra y nos iríamos al encuentro de Kyung y les vigilaríamos en su cita, que a la vez iba a ser la nuestra... Mierda, mi corazón latía tan fuerte que me dolía el pecho, me faltaba el aire.

     Después pensé en dormir. Relajarme y dormir. No podía, imposible. Intenté darme la vuelta para poder mirarle, pero lo único que conseguí es quedarme mirando el techo.

     -¿Por qué no me dejas irme a casa?

     -Porque es muy tarde y te puede pasar algo.

     -¿Como qué? -encajé una ceja. Él entreabrió esos hermosos ojos que su madre y padre le habían dado y me miró de mala gana.

     -Cállate y duerme -volvió a cerrar los ojos y me quedé mirándole un poco más.

     Al poco se escuchaba como Ji Ho respiraba bastante fuerte, no ruidoso, pero sí cogía mucho aire. Quité su mano de mi cintura, a lo que no se movió. Sonreí satisfecha, pero no salí de la cama. Me quedé allí, un poco más alejada de él, observándo cómo su pecho subía y bajaba por la respiración.

     Si sus "amigas" me vieran me matarían. Reí para mi misma solo imaginándolo, y tras pensar en un millar de cosas más, caí rendida ante la noche y me volví a dormir.

     Tuve un sueño hermoso: había una fiesta, todo el mundo iba elegante y con máscaras. Parecía sacado del siglo XVIII. Yo también llevaba un precioso vestido dorado, un recogido con ondulaciones y una máscara dorada con detalles oscuros. Lo supe por el reflejo en una de las ventanas del lugar, que parecía un castillo.

     Se acercó un joven y en ningún momento habló, me tendió su mano y me sonrió. Supe quién era y por ello acepté encantada. Yu Kwon me condujo a la pista de baile, él mandaba. En ese momento agradecí las clases de baile de la señora Choi, pero era un sueño, porque de haber sido la vida real ya habría pisado a mi pareja un par de veces.

     La primera pieza terminó y otra mano apareció para invitarme a bailar. Park Kyung parecía nervioso, así que reí y bailé otra pieza con él. Era tán fácil que asustaba. Por tercera vez una mano me arrastró hasta él. Ji Ho comenzó dominante y mi corazón comenzó a acelerarse progresivamente. Me miró coqueto y le saqué la lengua burlona.

     Las luces se apagaron y Ji Ho desapareció. Estaba asustada y una mano me agarró. Era firme y segura, pero... ¿de quién era esa mano? Salimos hacia el jardín, aquel lugar estaba en llamas y no podía dejar de mirarlas. Cuando me giré a ver quién me había sacado de allí, no había nadie. Todos los invitados estaban fuera, observando el fuego con miedo.

     La alarma sonó, intenté alcanzar el reloj con la mano, pero lo primero con lo que me choqué fue el pecho de Ji Ho.

Las dos caras del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora