Eliza caminaba de una lado al otro tratando de sacar de su cabeza las imágenes de Lillian golpeada y a la vez trataba de mitigar la ira que estaba creciendo exponencialmente en su pecho, pues si bien le parecía un poco tierno que Lillian se dejase golpear para terminar viéndola no le gustaba nada el hecho de que lo haya hecho por esa misma razón, porque no era precisamente una joven que podía darse el lujo de ser golpeada.
–Dame un momento para explicarte todo–. La rubia ni siquiera se dignó a ver a su mujer, ya qu si lo hacía la mandaría al diablo.
–Tienes un minuto y contando, Luthor–. Lillian hizo un sonido como quien se acaba de golpear, sonido que hizo sonreír a Eliza; pero no dejó que la castaña la viese.
–Como dije, eres la único que me queda y esa era la única forma que podía usar para verte, me hacías falta, Eliza –posó una mano en la cadera de Eliza y la abrazó–. No me importaba recibir algunos golpes si luego iba a recibir tus atenciones –Eliza se alejó un poco–, estaba tocando fondo, ¿está bien? Nunca te lo he dicho; pero estuve a muy poco de realmente terminar con mi vida, no quería seguir en un mundo donde lo único bueno que hice, y me refiero a Lena, casi lo destruyo; pero por suerte ella encontró a Kara quien hizo con ella, lo mismo que tú conmigo: la salvó de sí misma–. Eliza se giró y abrazó a Lillian con todas sus fuerzas, pues sabía que la mujer sólo necesitaba sentirse amada, aún más amada y necesitada, sentir que merecía ese amor que ella le estaba brindando.
–Te amo –susurró a su oído antes de besarla–, ahora vamos con las demás, seguramente estén viendo por alguna ventana lo que estamos haciendo–. Rio en intentó separarse de Lillian; pero esta la abrazó aún más fuerte.
–No, aún no entremos, tengo una semana lejos de ti y tus brazos, ahora tengo que disfrutarte–. Eliza rio con picardía al sentir los besos de Lillian por su cuello y como sus manos se colaban dentro de su camisa.
Dentro de la casa Kara y Alex estaban siendo sujetadas por sus parejas, pues ambas querían salir y separar a las mayores, bajo la excusa de que debían continuar la historia, con lo que no contaban Sam y Lena era con el factor Ruby.
La adolescente salió de la casa y fue en busca de sus abuelas, ya que al Lillian estar con Eliza pasaba a ser su abuela. Las mujeres estaban en una burbuja y ella tenía un rociador que había enfriado con su aliento helado, poder recientemente descubierto.
–¡Manos donde pueda verlas! –Lillian y Eliza saltaron y se alejaron la una de la otra con cara de pocos amigos, aunque inmediatamente después comenzaron a reír–. Quiero saber cómo continúa su historia, así que vamos a la sala–. Eliza caminó a paso rápido con la risa algo contenida.
–Serías una gran Luthor, Ruby –la adolescente sonrió y asintió–, qué más da, ahora te nombro Luthor honoraría –Ruby abrió sus ojos llena de emoción y abrazó a Lillian con mucha fuerza–, cuando pueda te daré acciones en la empresa familiar–. Dijo a duras penas ya que la joven no la dejaba respirar correctamente.
Sonriendo ambas entraron a la sala, donde la disposición de puestos estaba igual que antes de que Eliza saliera echado humo.
–Creo que podemos saltarnos la parte en la que eres golpeada a placer, mamá –Lillian se enterneció al escuchar que Lena le dijo mamá, algo que no pasaba hacía muchísimos años–. Y pueden contarnos como inició su relación, porque a decir verdad ya quiero saberlo, y creo que todas están de acuerdo conmigo–.Las demás asintieron y Eliza, algo sonrojada, continuó la historia.
Un año y siete meses
Eliza estaba caminando nerviosa de un lado al otro ya que hacía poco más de un mes que tenía sentimientos confusos por Lillian y desde hacía una semana no podía verla pues fue llevada a un ala aislada por la cantidad de veces que había sido golpeada en un pequeño lapso de tiempo, algo que preocupaba mucho a la rubia; pero en vista de que Lillian no hacía nada para detenerlo no hizo nada ella tampoco, por mucho que quisiera encerrarla en una burbuja a la que sólo ella pudiese entrar.
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Sin motivo ni razón
Fanfiction-Vamos, te prometo que nadie lo sabrás, ni lo notará-. La sonrisa que le dio derrumbó todas y cada una de sus barreras. -¿Regresaré al amanecer? -su interlocutora negó sonriendo-, ¿Cuándo regresaré?-. Aquello le causaba una genuina preocupación. ...