Kara y Lea estaban sentadas en el tejado de la casa viendo al cielo mientras tomaban chocolate caliente. Lea no había dicho una palabra desde que Kara la llevó a la casa, su mente estaba llena de muchas cosas, pero principalmente estaban grabados tras sus parpados los rostros de sus madres el día del accidente, o mejor dicho, el día que las mató; sus sonrisas tranquilizadoras mientras le administraban el suero que inhabilitaría sus poderes.
Dos meses atrás tiempo de Lea
Lea estaba sujeta a una camilla ministras Lillian y Eliza se encontraban tras un vidrio de seguridad, aunque morían de ganas de estar con su hija; pero eran conscientes de que sus poderes eran inestables así que era mejor estar lejos de ella, por lo menos hasta que fuese totalmente seguro.
–Cariño ¿estas segura de hacer esto?–. Lillian no quería que su hija pasara por toda esa situación, si bien lo poderes de Lea eran algo a veces incontrolables eso no significaba que no pudiesen ser de alguna manera mitigados sin la necesidad de llegar a ese extremo, donde estaba a nada de ingresar un suero no comprobado en personas y que en teoría debía dormir los poderes de Lea, aunque eso no era algo que pueden asegurar, pues de la teoría a la práctica hay un largo camino.
–Sí, mamá, no puedo seguir así, estos poderes son solo destructivos. Liana puede tomar el papel de superhéroe, pues su poderes su ayudan a las personas–. Lea estaba respirando hondo para evitar llorar, pues no podía dejar de pensar en todo el tiempo que le costó a Kara volver a caminar y respirar correctamente luego de pasar una semana entera con ella bajo las aguas del ártico.
–Alexandria, hija, tu madre y yo te amamos ¿lo sabes? –Lea asintió sonriendo un poco–. No queremos que sufras más, si esta es tu decisión la acataremos; pero recuerda que con poderes o sin ellos, eres nuestra pequeña niña y nunca dejaremos de amarte–. Eliza tomó la mano de Lillian y ambas entraron a la habitación de contención.
–Lo sé, yo también las amo, y aunque no lo digo tan seguido quiero que sepan que son las mejores madres del mundo y lo que están haciendo hoy por mí lo demuestra. Las amo mucho, mamás–. Eliza soltó las bandas que sujetaban a su hija y la ayudó a quedar sentada entre ella y Lillian.
–Es riesgoso que estén aquí conmigo, vayan al otro lado del vidrio de seguridad, por favor.
–Esto es solo para dormirte, hija, no sabemos qué tan doloroso puede ser este suero, así que es mejor que estés dormida cuando comience a surtir efecto–. Eliza explicó aquello mientras abrazaba a su hija como lo hacía cuando era apenas una bebé.
–No quiero dormir, mami. No importa si duele, lo voy a soportar–. Lea estaba muy segura de lo que quería hacer; pero Lillian y Eliza no.
–Pero nosotras no, Alexandria, nosotras no seremos capaces de ver como nuestra hija sufre. Por favor, toma el sedante–. Lea asintió y luego sintió un pinchazo en su cuello, Eliza la había inyectado y poco después no sintió nada más.
Lillian administró el suero a su hija y se quedó junto a la cama tomando la mano de Eliza mientras veían como su pequeña niña comenzaba a convulsionar, ambas la sujetaron hasta que el cuerpo de Lea se comenzó a calentar tanto que las estaba quemando.
–Debemos salir, no sabemos que más pueda hacer su cuerpo para resistir el suero–. Eliza tomó con fuerza la mano de Lillian y salieron de allí.
Luego de varios minutos el cuerpo de Lea comenzó a flotar algunos centímetros sobre la camilla para pocos segundos después caer bruscamente y convulsionar nuevamente. Luego de varios minutos Lea se quedó completamente quieta, Lillian monitoreó los monitores y notó que la radiación que su hija tenía estaba disminuyendo rápidamente y que sus signos vitales estaban n perfecto estado, algo que no se esperaría en un cuerpo humano que haya sufrido tal cantidad de maltrato, pero al parecer Lea aún conservaba ciertas cualidades que ciertamente serían muy útiles para ella, y especial ahora que se debatía entre la vida y la muerte, o al menos eso era lo que pensaba Lillian, pues para ella su hija estaba luchando por su vida aunque sus signos vitales eran mejores de lo que esperaba.
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Sin motivo ni razón
Fanfiction-Vamos, te prometo que nadie lo sabrás, ni lo notará-. La sonrisa que le dio derrumbó todas y cada una de sus barreras. -¿Regresaré al amanecer? -su interlocutora negó sonriendo-, ¿Cuándo regresaré?-. Aquello le causaba una genuina preocupación. ...