Ellery situó la maleta junto a una de las patas de la cama.
—Kayn está dormido —expuso Timothy desde el recodo de la puerta a la pregunta del escritor. Se había mantenido en la retaguardia escrutando al extraño detective que ocupaba su hogar sin su beneplácito.
—¿Dormido? Pero si hace un momento estaba...
—Le he medicado, ¿de acuerdo? Estaba alucinando, y el médico no puede trasladarse hasta mañana.
—¿Qué le ha suministrado? —inquirió brincando hacia él.
Timothy reculó, acobardado por la reacción.
—Nada que no le haya dado antes —se excusó—. El médico me dijo que le inyectara un compuesto que él mismo dispensa cuando tenga uno de esos brotes psicóticos.
—Kayn no ha sufrido ninguna psicosis. Le recuerdo que yo estaba con él.
—¡Usted no le conoce! No lo ha visto en pleno desfase. En fin —anduvo de espaldas hacia el portal de la cocina—, yo me largo, tengo que trabajar. Hagan lo que quieran.
—Le acompaño —dijo Gloria—. La cafetería no se atiende sola. Señor Queen, un placer conocerle. —Le estrechó la mano por sorpresa. La suavidad de su piel unida al contacto fuerte y enérgico consiguió descolocarle.
—Lo mismo le digo, Gloria. Y llámeme Ellery.
*
Acompañado del repiqueteo sobre las losas, Ellery entreabrió la puerta del dormitorio de Kayn. Examinó su interior antes de colarse dentro. El joven dormía profundamente a medio tapar por unas sábanas recias. Sigiloso para no despertarle -aunque dudaba que fuera posible gracias al festín de sedantes-, cerró la puerta cuidadosamente.
Los estrambóticos dibujos de la carta sobrevinieron de golpe a su mente. Las paredes estaban pobladas por cantidades ingentes de papel, algunos cubriendo el resquicio de otros, medio caídos del fino trozo de cinta adhesiva que los sujetaba. Dibujos que veneraban la odisea de los dioses que Kayn decía ver y oír en la guerra contra los espectros. Las hojas con párrafos y citas bíblicas contenían en los márgenes el mismo tipo de esbozos aberrantes, unas siluetas oscuras con ojos rojos. Otros representaban espadas sangrientas y un camino iluminado por el sol desde el cual nacían, resplandecientes, unas figuras de luz. Y la simbología numérica intercalada entre frases delirantes y neologismos. Aquel panorama sumaba puntos a la gravedad del trastorno de su cliente.
Echó un vistazo al pequeño escritorio, asimismo atestado de folios a medio escribir. Rebuscó entre el montón sin un objetivo establecido. Si tenía que procurar lógica a las palabras delirantes de ese hombre, nunca saldría de la habitación.
Los contados libros de la estantería versaban sobre mundos ficticios alejados de toda realidad inmediata. Sonrió ligeramente al encontrar varios de su colección, todos ellos ordenados según la fecha de publicación. Eran los únicos libros de novela negra que Kayn había leído; el resto se zambullía en las aguas de la ciencia ficción o la fantasía épica.
Junto a la cama, encima de una mesita con una lámpara apagada y vieja, atisbó lo que Timothy había inyectado a su sobrino para enmudecerlo: un potente barbitúrico.
Bufó con resignación. Sentía el ánimo enervado entre la falta de respuestas a sus preguntas y la inanición adherida a su estómago. Y dadas las circunstancias, esa última necesidad era la única que podía suplir, de momento. Un buen café con el que recuperar el poco humor que pudiera. Utilizando como pretexto el saciar su apetito, podía obtener algo más de información sobre Kayn y su cometido en el pueblo.
*
En el centro del pueblo, el alumbrado en letras grandes y blancas de la cafetería Coffee's abría sus puertas. Alrededor de la barra principal, bastante ajetreada con los primeros clientes del día, varias mesas de madera clara con tres o cuatro sillas metálicas de plástico rojo almohadillado cercaban el recinto. Ellery divisó una vacía, cerca de la ventana, con una perfecta visual de aquella zona del pueblo. Decidió que sería su lugar de descanso por unas horas.
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[7] Ellery Queen: Un delirio místico
FanfictionNueva York, finales de los 50. El descubrimiento de la cara oculta de Jeremy Anderson ha devastado a las gentes de Nueva York. Inmersos durante meses en el juicio contra el psicópata de ojos azules, la cuenta pendiente entre Ellery y Aurora ha queda...