CAPÍTULO 6.
SALTEMOS JUNTOS.
El día transcurre con toda normalidad, Vania a primera hora va a visitar a Tony, entra en la sala con el permiso de su hermana, al entrar lo saluda y se sienta en una de las sillas que se encuentra cerca de la cama. Observa detenidamente aquella habitación tan sombría, no se le ocurre por dónde empezar.
- No necesito tu lastima. – es lo primero que espeta él al verla callada, le da la espalda; no soporta que la mire de esa manera.
- No es por lástima, siempre he dicho que si no quieres que algo duela no tienes que darle la importancia que no merece, pero esto duele y merece que le demos la importancia, porque es por cariño, por aprecio. – coloca su mano en el hombro de él, quiere que la mire, que sepa que puede contar con su apoyo.
- Aunque no lo sea, con el tiempo será de esa manera.
- Te equivocas…
Tony da la vuelta y permite que ella lo abrace: - No quiero que te pases aquí todos los días detrás de mí, sé que pronto voy a morir y no quiero dejar un vacío en nadie, quiero estar solo, quiero morir solo.
Ella niega con la cabeza: - No pretendas que te deje solo y menos en estos momentos, hagas lo que hagas y digas lo que digas jamás lograrás que me aleje de ti.
Él solo se limita a mirarla, en los ojos de él, ella pudo ver que teme a la soledad, teme al vacío, pero también teme dejar un vacío en la vida de aquellos que lo acompañan, él está consciente de que su lucha para lidiar con la enfermedad apenas va a dar inicio, él sabe que sus días están contados, haga lo que haga no podrá evitar el final que le aguarda y de igual manera las personas que en verdad sienten aprecio por él saldrán lastimados.
- Sé lo que es pasar la vida detrás de una persona enferma, es algo que no te lo deseo a ti ni a nadie. - recordar lo vivido con su madre hace que lo devaste más.
- La vida está llena de momentos dolorosos, pero si pasar a tu lado esta dura batalla con la que vas a lidiar significa que saldré lo bastante lastimada, no importa. Estaré a tu lado sin importar lo que eso implique.
- Eres… tú eres muy buena.
- Quizás no lo sea, lo único que sé es que voy a estar para ti porque es lo que me nace, es lo que realmente quiero.
- Solo me queda agradecerte, no tengo palabras y me duele, en verdad que me duele. – se pasa las manos por el pelo. – pero saber que tengo a mi lado personas incondicionales me hace perder al menos un poquito el miedo.
- Tranquilo, es bueno tener miedo.
- No veo nada de bueno en ello.
- El miedo es lo que nos hace saber que seguimos vivos.
Él no quiere discutir con ella sobre sus creencias, por lo cual deja pasar por alto la conversación.
- ¿Puedes llamar a mi hermana? Necesito hablar con ambas por favor.
- Si, ahora mismo voy por ella.
Vania regresa acompañada de Cynthia, ambas se colocan delante de él.
- ¿Qué ocurre hermano?
- Quiero que me prometan que no se lo contaran a nadie.
- ¿Qué cosa? - pregunta Vania.
- Lo que me sucede, no quiero que nadie sepa, es lo último que deseo la verdad.
- Si eso es lo que quieres está bien hermano y estoy segura que Vania también respetará tu decisión.
- Por supuesto. – aclara ella.
- Sé que puedo confiar en ustedes, al menos eso es lo último que me queda.
Tony queda a solas en la sala de recuperación, durante toda la noche no puede cerrar los ojos para descansar, esas horas la almohada es su única amiga y compañera, durante esas horas su mente se dispuso a recordar sucesivamente la trágica muerte de sus padres; eso lo lleva a pensar en otras cosas que lo torturan la mente y le hacen añicos el corazón. No quiere parecer débil, pero irremediablemente ante la situación lo es.
Lidiar con la misma enfermedad que su madre lidió, no es nada fácil, saber que la misma enfermedad seria el causante de su muerte eso le duele mucho más, tantas desgracias le han ocurrido; aun así la vida se empeña a lastimarlo, tantas batallas quedan por combatir, tantas lágrimas por derramar, tantas y tantas cosas que aguardan por suceder que quizás su dolor nunca tenga fin, caer en un abismo profundo, encontrarse entre cuatro paredes de las cuales sabe bien que serán su prisión de por vida; esas cuatro paredes que por más que intente derrumbarlos nunca lo va a conseguir, para él es como estar al borde de un precipicio y no sabe si esperar o lanzarte de una vez para que todo acabe.
Al llegar la mañana los doctores dan de alta a Tony, con la condición de que a diario tiene que venir para seguir con el tratamiento, él sale del hospital sin avisar a nadie. Toma la decisión de caminar para poder poner en orden sus pensamientos; demasiadas cosas le cruza por la mente. Recuerda a Morgana y en la confesión que hizo, recordar eso lo hace llorar, no puede asimilar que indirectamente la muerte de su padre ha sido por culpa suya; porque su madrastra veía a su padre como un estorbo en sus planes de enamorarlo a él. Es algo descabellado, pero es tal cual como ocurrió; no había tenido tiempo de pensar en ello pero ahora que lo hace se echa la culpa de lo que sucedió.
El dolor es más grande cada vez, todas las cosas se le van juntando de una; ya no puede esperar, no puede aguantar, llega hasta el edificio que corresponde a su padre, el cual es alquilado como vivienda, el guardia al verlo le abre las puertas.
- ¿Cómo se encuentra Sr Thomas? - pregunta de manera amable.
- Muy bien Ricardo. – trata de disimular que ha estado llorando, aunque sea totalmente en vano.
- Mis más sinceros pésames Sr.
- Gracias. – no puede articular otra palabra.
- ¿Qué lo trae por aquí?
- ¿La habitación que anteriormente utilizaba sigue desocupada?
- Si Sr.
- Subiré y no quiero que nadie me moleste por favor. – avanza, luego se detiene al ver que el guardia se coloca delante de él.
- ¿Todo está bien Sr?
- En perfectas condiciones. – nuevamente avanza dejando atrás al guardia y haciendo lo humanamente posible para dejar atrás lo que tanto le aflige.
Llega al último piso, no va a la habitación sino que directamente va hasta la terraza. El edificio es de unos 10 pisos, deja sus cosas a un lado y se coloca al borde sin saber cuál es realmente su intención, visualiza desde arriba, ve que al tirarse de ahí acabaría con todo de una vez, no tendrá que esperar que la muerte tenga el gusto y se le dé por visitar. Es la mejor y única solución, solo un salto y absolutamente todo acabará.
Cuando está por lanzarse escucha la dulce voz de una chica, intenta hacer caso omiso hasta que la ve cerca de él, es una morena bien sexy, con una mirada seductora y un cuerpo de modelo, sus cabello son de un negro oscuro, sus labios finos pero de un rojo intenso, sus ojos color verde claro, una diosa hermosa, ella lo mira y con una leve sonrisa dice: – No voy a tratar de detenerte, seguramente tienes miles de problemas por esa razón quieres acabar con tu vida; seguramente también eres un cobarde que no tiene el valor suficiente para encarar a los problemas y de esa manera seguir adelante sin importar los obstáculos que haya por delante.
Él la mira con gesto de reprensión, no tiene derecho a decir que es un cobarde: - ¿Qué te crees? Ni siquiera sabes nada y te das el gusto de llamarme cobarde, porque te aseguro que cobarde no soy.
Ella mira a sus ojos y se acerca más a él: – Mi nombre Megan Narváez, y entonces… ¿Por qué quieres acabar con tu vida? Además eres muy lindo y joven para estar metido en un gran problema; aunque nada es válido ante lo que deseas hacer.
– No creo que te interese, solo aléjate y déjame saltar. - su presencia lo incomoda.
– Ignora mi presencia y hazlo. - la sonrisa permanece en sus labios.
– No puedo hacerlo si estas cerca. - sabe que es una excusa.
– ¿Por qué?
– Porque no quiero que nadie vea ese momento.
– ¿Cuál es la diferencia en ver cuando saltes o verte luego en el piso? - realiza un ademán de que es bastante loco su respuesta.
– Deja de hacer preguntas y vete.
– No iré a ningún lado.
– Por favor. – sus ojos se humedecen, lo único que desea es que el dolor se detenga, pero no tiene la fuerza suficiente para lanzarse, incluso si la joven no estuviera ahí no es una certeza a que lo haga.
– Hagamos un trato. - le tiende la mano. – ¡Saltemos juntos!
– ¿Q-qué dices? – piensa que no ha escuchado claramente.
– Lo que acabas de escuchar. – afirma.
– ¿Por qué harías eso? - pregunta confundido.
– Las razones no importan, al igual que tú he de tener unas buenas razones o simplemente soy una cobarde. ¡Qué más da! - se encoge los hombros.
– Bien. – acepta porque ella tiene razón, él no le ha dicho sus razones y no tiene por qué saber las de ella.
– Lo único que deseo es que los dos mantengamos cerrados los ojos.
– ¿Cuál es el truco aquí?
– Ninguno. – suspira y esboza una pequeña sonrisa. – Solo que no quiero ver cómo acaba, quiero que suceda sin más.
Tony no entiende porqué el comportamiento de ella, pero es una joven dulce y hermosa; no quiere que ella acabe de esa manera, una chispa crece en su interior, es algo que no logra explicar, la quiere proteger, todo pensamiento negativo desaparece repentinamente, un segundo y el tiempo se detiene; él y ella solos al borde del abismo a pasos de acabar con cualquier dolor que llevan a cuestas. Obstruye cualquier paso a una idea negativa, se concentra en ese momento, verla a ella al borde con el cabello enmarañado a causa de las brisas del viento, es la mujer más hermosa que sus ojos han visto.
- No quiero saltar. – rompe el silencio. – tampoco quiero que lo hagas tú.
- ¿Por qué has cambiado de opinión?
- No lo sé, lo único que sé es que en este momento toda idea de suicidio se ha disipado. – ella sonríe, se acerca cuidadosamente un poco más a su lado y le sostiene las manos; con ese gesto se le ha erizado la piel. Ambos se alejan del borde.
- Debo irme. –susurra ella, ni aquello hace que la magia se rompa, ella adquiere el tono de su voz normal. – estoy segura que la próxima vez que nos veamos estarás menos roto que hoy. – suelta sus manos y se aleja a pasos lentos. - me alegra saber que no harás ninguna estupidez.
- Gracias. - es lo único que se le ocurre decir.
Ella sonríe y luego se dirige hacia la puerta roja para volver en el interior del edificio. Él queda a pasos del borde admirando la belleza de la ciudad desde ese punto, después recoge sus cosas; decide que es hora de regresar a casa.
La preocupación de Cynthia por saber dónde se ha metido su hermano va aumentando, cuando el Doctor le dio aviso de que le dieron el alta y que deben pasar a recogerlo; ella fue hasta el hospital y ahí se dan cuenta de que él ya se había retirado. Desde ese momento lo ha estado buscando desesperada.
Cuando lo ve entrando por la puerta, pega un grito de alivio, corre a abrazarlo, él corresponde al abrazo.
- ¿Dónde has estado?
- Lo siento por no avisar, tenía ganas de caminar para acomodar mis pensamientos.
- Tranquilo, lo importante es que estas aquí. – sigue abrazándolo, se apartan, ella no sabe cómo actuar con respecto a todo lo que ha estado ocurriendo, su vida dio un giro tremendo desde la noticia de la muerte de su padre, ahora que llegó la oportunidad de mantener una relación con al menos el ultimo familiar de parte de su sangre paterna se enteran de esta desagradable noticia. La rabia, el dolor y la confusión se avalancha sobre ella.
Tras un momento de estar hablando, tratando de inmiscuirse un poco más en la vida del uno y del otro, Tony avisa que se encuentra un tanto cansado y que desea ir a acostarse. Sube lentamente las escaleras, al llegar a su habitación va directo a la cama y se recuesta, al cerrar los ojos una oleada de sentimientos encontrados acuden a él, todo el golpe de una vez y más duro que cuando sucedió. Toda la felicidad o al menos la idea de paz que tenía se esfumó, el dolor va ganando terreno, agarra las sábanas y los aprieta con fuerza, se hace a la idea de que no tenía que haber vuelto a casa porque ahí es donde todo su sufrimiento guarda reposo y al volver cada una de sus emociones se sobresaltan y no puede lidiar con ellos. Después de unas horas y sin darse cuenta queda dormido.
A la mañana Rosmary sin hacer ruido entra al cuarto de su tío, se acerca a él y le da un gran beso en una de sus mejillas, él despierta, al verla sonríe y le da un cálido y tierno abrazo.
- Buenos días Tío. – su enorme sonrisa le da ánimos para levantarse y encarar el día.
- Buenos días princesa, se me ilumina el mundo al ver que me sonríes de esa manera. – le acaricia el rostro, es tan hermosa y apenas la ha conocido pero en su interior siente que la conoce de toda la vida y que la aprecia de la misma manera que lo hace con sus padres. La niña se retira y él entra a darse una ducha está dispuesto a asistir al colegio, no quiere encerrarse en la casa y revivir todo, termina de ducharse, se coloca el uniforme y baja a desayunar, su hermana sonríe al verle, él saluda a Max y alza en sus brazos a su pequeño sobrinito, desayuna con prisa y luego se despide para irse; a su hermana le ha parecido una maravillosa idea lo de ir al colegio, eso lo va a ayudar a despejar la mente y en estos momentos eso es lo que más necesita.
De camino al colegio se encuentra con Vania.
- ¿Cómo estás? – pregunta ella.
- Bien, no quiero arruinar este hermoso día. – trata de que ella no hable al respecto de lo que sucede.
- Me siento bien al saber que estás bien.
Llegan al colegio, Tony siente las miradas de todos encima de él, lo primero que quiere hacer es correr del lugar pero no lo hace, sigue caminando con paso firme y Vania acompañándolo a su lado. Él llega a pensar que todos están enterados de su enfermedad, pero no es esa la razón por la que todos lo miran de esa forma es por el hecho de quedar huérfano a tan temprana edad y de mantenerse en un estado “dormido” por demasiado tiempo.
Entran al salón de clases, después de unos cuantos minutos el salón se llena de alborotos, él pudo notar que hay un compañero nuevo, al verlo le da una rara sensación como si conociera al nuevo de algún lado. El maestro de Ciencias entra al salón y detrás de él llega Megan que se sienta al lado del muchacho nuevo, ella no logra verlo, pero él a ella sí. Quiere salir corriendo del salón antes de que logre verlo, sus piernas le fallan y no consigue levantarse por lo cual decide no volver a intentar ningún movimiento hasta que se le pase la rara sensación que experimenta.
El maestro llama la lista de alumnos. - Hunter Narváez- y ahí se levanta el chico nuevo, que al parecer es hermano mellizo de Megan; porque el parecido es descomunal. Al terminar de llamar el listado de alumnos el maestro dicta una nueva lección en donde da un trabajo grupal de cuatro integrantes y él mismo forma los grupos con sus integrantes: – Thomas Nicolao Franz Mendiola, Vania Analia Aguilera Ruíz, Hunter Antonio Narváez Encina, Megan Lucero Narváez Encina, ese es el último grupo al cual le corresponde el tema de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
La suerte de Tony no marcha bien, por más que ha deseado volver a ver a la joven, no se espera que fuera en su salón de clases y menos que sean compañeros.
- ¿Tú eres Thomas? – pregunta Hunter pasándole la mano.
- Sí, soy yo. Pero puedes llamarme Tony, es mi nombre de pila y todos me conocen por ese nombre. - responde estrechando su mano. Trata de ocultar lo más que puede su nerviosismo.
Megan voltea hacia su hermano y lo ve platicando con el joven con quien aquella noche estuvo al borde de lanzarse al vacío, una sonrisa estúpida se forma en sus labios, el recuerdo de esa noche le eriza la piel: - Supongo que él debe ser Thomas y ella Vania. - dice acercándose a su hermano.
- Sí hermanita. - responde Hunter.
- ¿Todo está bien Thomas? – pregunta Megan olvidándose por completo de la presencia de los demás.
- S-sí. Todo bien. – la pregunta lo toma por sorpresa.
- ¿Se conocen? – pregunta Vania con mucha rapidez.
- No, aun no, pero es un gusto. –responde Megan para disuadir el tema.
- No le gusta que lo llamen Thomas, llámalo Tony. – aclara Hunter.
- ¿Tony? Pero ni siquiera va con su nombre. – espeta ella.
- Así me llamaba mi madre y si va o no con mi nombre no importa. –responde Tony, sus manos se encuentran sudorosas, no quiere que Vania se entere de lo que ocurrió anoche; no quiere que nadie en absoluto lo haga. Él no evita mirar a Megan, no entiende su reacción por esta mujer. Los cuatro quedan de acuerdo para verse al día siguiente en casa de Vania para realizar el trabajo.
Hunter le pide el favor a Vania de que lo acompañe a la biblioteca ya que él no conoce muy bien los lugares. Megan aprovecha y se sienta a lado de Tony.
- Te pido el favor de que no toquemos el tema de lo que haya pasado ayer, tenemos que olvidarlo, especialmente yo necesito olvidar. – el tono de su voz se vuelve temblorosa, en su mirada demuestra una súplica llena de emociones
- Está bien, haré eso si tú me haces una promesa. – ella lo mira directamente a los ojos, él desvía la mirada.
- ¿Qué promesa?
- Que nunca más trataras de cometer una locura similar.
- Lo prometo. – queda callado por un momento. - ¿Tú en verdad ibas a saltar?
- No lo sé, lo he pensado toda la noche y no estoy segura sobre ello.
- ¿Cómo estabas segura que no iba a saltar al momento en que te retiraste?
- Porque lo vi en tu mirada, llenas de un gran dolor, pero también de una gran esperanza, supe que no lo harías y deseaba con ansias volver a verte para confirmar que haya sido de esa manera.
- Gracias Megan. Espero que haya sido la mejor decisión.
- Lo es, lo aseguro. – esboza una tímida sonrisa.
Daymon se acerca a ellos y Megan se levanta a saludarlo, Tony escucha que la llama prima, parece que aparte de primos son muy buenos amigos.
Hunter y Vania regresan de la biblioteca trayendo con ellos un par de libros, Hunter baja los libros y le da un abrazo a Daymon, Vania también lo saluda y luego vuelve a sentarse a lado de Tony.
Clara llama a Daymon y él va junto a ella, Tony empieza a buscar en el libro sobre las enfermedades que atacan al corazón, sus síntomas y todo eso, Megan presta mucha atención a las informaciones que Tony rebusca.
- ¿Por qué el interés acerca de esa enfermedad Tony? – pregunta Megan con mucha curiosidad.
- Porque es uno de los campos que más manejo, quiero estudiar para ser cardiólogo. -responde él y a la vez le da una pequeña mirada a Vania.
- También porque es el tema que nos toca para el trabajo. – se introduce Vania a la conversación.
- ¡Qué buena elección! También pienso estudiar lo mismo. – dice Megan con una pequeña sonrisa de entusiasmo entre sus labios. – Y olvide por completo que ese tema nos corresponde para el trabajo.
Los cuatro se disponen a copiar algunas pequeñas definiciones para agilizar el trabajo que el maestro les ha encomendado.
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Acompáñame a ser Feliz. (EDITANDO)
RomanceDespués de perder a su madre Tony emprende una vida tranquila, todo hasta que la muerte de su padre llega sorpresivamente, su vida nuevamente se ve envuelta en una tragedia y para su pesar descubre que padece la misma enfermedad que su madre, está m...