XXI.

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CAPÍTULO 21.

HUNDIDO EN LÁGRIMAS.

Aquella fue la noche más larga para todos, Megan queda cuidando de Tony en el hospital quien aún no ha despertado, Vania, Hunter y los demás deciden retirarse.
- Megan, ¿Puedes quedarte con él por esta noche? – pregunta Cynthia, ella necesita descansar, tiene tanto dolor encima como para pasar por esto de manera continua.
- Por supuesto, se trata de mi esposo y tú necesitas descansar. - responde ella.
- Debo ir con Max, tenemos un hijo a quien cuidar, pero regresaremos mañana por la mañana. – pequeñas gotas de lágrimas resbalan por sus mejillas.
- Tranquila, ve. – Megan no encuentra palabras para consolarla, ella entra en la sala donde se encuentra su esposo, se acerca a él y comienza a juguetear con su pelo, ella suspira no quiere imaginar que también ha llegado la hora de despedir para siempre a su esposo, el hecho de tan solo imaginarlo la deja sin aliento y con muchas ganas de seguir llorando.
Cynthia decide quedarse a dormir en el cuarto de su hija, Max la entiende perfectamente y él queda con Manu en el cuarto, ella saca un vestido de Rosma el cual a ella le encantaba ponerse, la coloca encima de la cama del lado en que su hija siempre dormía, después ella se acuesta del otro lado y llora desconsoladamente, le cuesta entender que nunca más va a ver a su hija, que nunca más la abrazará; esa noche es eterna para ella y para Max, quien se encuentra en el cuarto acostado viendo a su hijo dormir mientras se hunde en lágrimas.
Perder a un hijo es lo más doloroso de esta vida, es la cosa más destructiva para una persona, especialmente para una madre, tener que enterrar a la criatura que ella dio a luz, siendo tan solo una pequeña e indefensa criatura. Cynthia lleva contra su pecho aquel vestido y llena el cuarto de un alarido desesperante, no puede aguantar, los recuerdos de su hija, empiezan a penetrar su mente y su corazón torturándola despiadadamente, recuerda la dulce voz de su niña llamándola – Mamá - cosa que ya nunca va a escuchar, ella está muerta, muerta de dolor, de desesperación, tan solo quiere tener en brazos a su pequeña y despedirse de ella, darle un último abrazo y un último beso, quiere sentir por última vez las delicadas manos de su hija, quiere oler la fragancia de su piel, sentirla consigo por última vez, pero todo eso ya es imposible, Rosma nunca más estará con ella, al menos no en presencia física.
La noche sigue avanzando, Max después de tantas lágrimas pudo quedar dormido, pero Cynthia aunque sus ojos ya no lloran, su corazón está gritando a fuertes voces de dolor; una tormenta se aproxima, ella se levanta de la cama y ve desde la ventana el reflejo de Rosma en la lluvia vestida de blanco, de la manea en la que la habían enterrado, ella no duda un solo segundo y rápidamente sale a la vereda pero no ve nada, no encuentra a nadie, ella se arrodilla y la lluvia cae más fuerte, llora nuevamente bajo la lluvia, su mente sigue torturándola jugando con ella y parece no detenerse jamás, después de pasar más de una hora en la lluvia decide volver a entrar a la casa, al entrar oye las risas de su pequeña que cada vez son más reales, esas risas le penetran el oído, traspasa por su mente, quizás la muerte de su hija la esté volviendo loca, pero es entendible, perder una hija en esas circunstancias y  a una temprana edad es cosa que marca la vida de una madre para siempre.
Lentamente sale el sol, Max se despierta y va a buscar a su esposa, no la encuentra, baja hasta la cocina y la ve sentada en el piso, mojada, tiritando de frio, él con rapidez va junto a ella, la carga en sus brazos, la lleva a la tina y la baña con agua caliente.
- No quiero seguir viviendo. – susurra ella lentamente.
- No digas eso, a mí también me duele la muerte de nuestra hija, pero acuérdate que tenemos un hijo que nos necesita, yo también te necesito. – dice él tras un pequeño suspiro, verla de esa manera lo destroza, quiere hacer todo lo posible para que ella no pierda las fuerzas, la necesita, su dolor es inmensamente grande que debilita su cuerpo y su alma.

Tony despierta y ve a Megan acostada en una silla a su lado.
- Megan, dime que todo esto ha sido una pesadilla. – ella al escuchar su voz se levanta y va a su lado.
- Es una realidad y hay que afrontarla. – desea con todas sus fuerzas que en verdad sea una pesadilla pero no lo es, es una realidad que tienen que afrontar juntos.
- No puedo creer, no, mi princesa no. – aparta la almohada y se lo lleva sobre el rostro.
- Sé que duele. – se acuesta a su lado en la cama. – no hay palabras que puedan hacer que las cosas mejoren.
- No te imaginas el dolor que tengo. – se acurruca en sus brazos.
- Me imagino, porque a mí también me duele.
- No estuve con ella sus últimos momentos, solo pensé en mí, olvidé que ella me necesitaba. – las lágrimas recorren su rostro.
- No es culpa tuya. – no sabe qué más decir, ninguna palabra hará que él mejore.
- Quizás, pero ella me necesitaba, yo necesitaba despedirme de ella. – eleva el tono de su voz. - Quiero ir a casa por favor, no tengo tiempo para pensar absolutamente en nada. – trata de levantarse.
- Volveré en un momento, iré a hablar con el Doctor.
Después de unos minutos Megan vuelve acompañada del Doctor.
- Voy a tratar de ser lo más directo posible. – mira unos papeles que trae en mano. - Estuvimos haciendo unos análisis Tony y tu lapso de tiempo está entre una a dos semanas, si no obtenemos el trasplante tememos que incluso puede ser cuestión de días.
- Comprendo y no me importa. – seguro, porque en verdad no le importa, para él es una esperanza para volver a ver a su pequeña.
- Tony entiendo por lo que estás atravesando, pero tu salud…
- A mí no me importa nada. – lo interrumpe. - estoy preparado para morir.
Megan sale llorando de la sala, los deja a solas, no quiere seguir escuchando la conversación.
- ¿En verdad crees estar listo? – lo mira fijamente.
- Lo estoy Doctor. - pronuncia con seguridad esas palabras.
- Ahora puedes volver a casa, es tu decisión. – él no puede hacer nada para ayudarlo, si no hay un donante toda posibilidad de ayuda escapa de sus manos.
- Si voy a morir quiero hacerlo en la casa donde fui criado. - se levanta de la cama, agarra sus cosas y se dirige a la puerta.
Megan se acerca a él y lo ayuda a cargar con sus cosas, en la salida del hospital se encuentra con Vania y Hunter. Vania corre a abrazarlo, Tony responde al abrazo. Hunter y Megan se adelantan para dejarlos hablar con calma.
- He pedido prestado las llaves a Bia, para venir por ti. – se aparta de él.
- Gracias Vania. – él trata de dar una sonrisa, pero es imposible hacerlo, la tristeza se le refleja en los ojos.
- No tienes nada que agradecer, ahora vamos que te llevamos a casa.
Tony asiente con la cabeza, llegan hasta la casa, ya todos se han bajado del coche a excepción de Tony que ni siquiera piensa en moverse del asiento, Vania se acerca a él.
- Vamos Tony, no tengas miedo. – coloca sus manos sobre los hombros de él.
- No sé si pueda. - sostiene el llanto.
- Estamos contigo Tony. – dice Hunter acercándose a ellos.
- Recuerda que no estás solo, tienes amigos que te quieren y una esposa que te ama, jamás te abandonaremos. – dice Megan.
- Gracias por estar siempre. - Tony sale del vehículo y en paso lento se dirige a la puerta.
Una vez todos dentro de la casa, Tony queda parado frente a la escalera.
- ¿Qué ocurre? – pregunta Vania acercándose a él.
- Esta ahí sentada. – señala con el dedo, en sus ojos se ve un mar de lágrimas a punto de estallar.
Vania deja caer unas lágrimas: – Ella no está ahí Tony, ella está en tu mente, en tu corazón.
- ¡Mientes! ella está sentada ahí, me espera con una sonrisa. – al decir eso sube a toda prisa las escaleras y al llegar arriba no encuentra nada, la decepción se refleja en sus ojos, se sienta y se hunde en lágrimas.
Vania y los demás se quedan observando, los tres no pueden contener sus lágrimas y lo dejan fluir. Megan sube las escaleras hasta llegar junto a él.
- Todo va a estar bien. – lo abraza.
- Nunca más vuelvas a decir eso, porque nada volverá a estar bien. – rechaza su abrazo.
Megan se muerde los labios para no gritar de dolor, pero deja que sus lágrimas sigan cayendo. Hunter y Vania se abrazan, ambos deciden marcharse porque estar ahí en esos momentos solo podría empeorar las cosas, dan la vuelta sin hacer ruido y salen de la casa.
- Hunter, quiero decirte que voy a dejar el pasado atrás, quiero emprender un presente contigo caminando a tu lado. - seca las lágrimas.
- He esperado tanto tiempo por escuchar eso Vania, pero en estos momentos soy yo el que tiene que pensar y tomar su decisión. - da unos pasos alejándose de ella.
- Por favor, no, en este momento no. – suplica.
- Lo siento, sé que quizás no sea el momento, pero es lo que quiero ahora mismo.
- ¿Ya no me amas? - pregunta con la voz chillona.
- No se ama en una mañana, ni se olvida en la noche. - responde mientras cruza los brazos.
- ¿Entonces cuál es el problema? – demasiado dolor.
- Entonces soy yo el que necesita pensar porque no quiero volver a sufrir, necesito poner en orden mi vida y lograr entender si es esto lo que quiero, estos últimos días han sido realmente dolorosos y me ha hecho reflexionar bastante, tampoco quiero dar el paso y que después tú me abandones a mitad del camino. - se encoge los hombros.
- Estoy decidida. - da unos pasos hacia él. – por ti.
- Siempre dices lo mismo. Te llevo a casa, luego pasaré al departamento caminando. – sube al coche y espera a que ella suba.
Llegan hasta la casa de ella, él baja y le entrega las llaves del coche, y tras decir: – Hablamos luego. - se aleja a pasos lentos.
Vania suspira, pero no llora, entiende que Hunter necesita reflexionar y lograr ver si esta vez las cosas van a funcionar, por eso ella toma la decisión de demostrarle día tras día que esto valdrá la pena.

Max sale del baño acompañado de Cynthia, encuentran a Megan y a Tony hundiéndose en lágrimas en el piso, Cynthia se tira al piso y abraza a su hermano.
- Tengo que decirles algo. - dice Max en un tono de voz muy serio. – todos asienten con la cabeza. - Hay algo que no había dicho, la Doctora de Rosmary había llamado la mañana del domingo, el día en la que ella falleció, la Doctora me dijo que Rosma ha llegado a una etapa muy elevada de su enfermedad debido al consumo excesivo de cosas dulces, al parecer nuestra pequeña a escondidas lo estaba haciendo…
- ¿Eso que importa ahora? Ella ya está muerta. – grita Tony haciendo una abscisión.
- Importa, la Doctora me dijo que quizás podría quedar ciega, avanzó de manera imprevista, supongo que tal vez Rosma escuchó esa conversación y estuvo pensando en eso durante todo el día. Iba a decirte esa mañana Cynthia, esperaba a que Tony llegue para charlar con ambos y darles esa noticia, es por eso que creo que la muerte de mi pequeña no fue en vano, soportar la idea de verla todos los días agonizar de manera lenta no lo aguantaría. – contiene las lágrimas con todas sus fuerzas.

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