Epílogo

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Demian iba y venía por el jardín, acomodando sillas y arreglando rosas de pétalos en llamas. Lucía nervioso. Sus rizos caían despreocupados sobre su frente, mientras él con fastidio los quitaba y proseguía.

Sintió jalones en su pantalón caqui y giró bruscamente. Si Gala se había atrevido a dejar suelto a su perro un día tan importante, juraba que lo cortaría en trocitos y se lo daría en una hamburguesa. Bajó la mirada y se encontró con su pequeña, ya lista para el festejo.

Savannah crecía bruscamente, tanto que a veces asustaba a sus padres, sobre todo a Ezra. Pero siempre intentaba respirar hondo y convencerse qué era especial, al igual que Demian.

—Mi princesa, ¿qué haces aquí?—le consultó entre sonrisas, agachándose hasta sujetarla y presionarla contra su cuerpo. Ella colocó sus manos en las mejillas y las meneó de un lado a otro, riendo ante el ceño fruncido del hombre—. ¿Quieres que papi te haga caballito, eh?—preguntó, y sus ojos verdes se iluminaron. La colocó en la mesa, bajando su falda rosa pastel y acomodando el moño en su cabello. Las pequeñas manitas de la niña se aferraron a su cuello y la oyó reír—. Te encanta que papi sea tu esclavo, ¿no es así?

Mientras se encaminaba a la puerta, vio al demonio aparecer nervioso, a punto de tener un ataque de pánico.

—Mira, ahí viene el rey del drama. Actúa normal, Anna.

—¡Por Dios, Dem, está aquí contigo!—agitado llegó hasta ellos y colocando la mano en su pecho se tomó un instante para descansar.

—Pensé que tú la habías enviado por mí. Luces hermoso—halagó, viendo la sencillez del jean azul marino y la camisa verde. Su barba castaña y sus ojos índigo en contraste con su piel bronceada.

—Estaba vistiéndome, y antes de que pudiera notarlo, ¡puff!—fingió una explosión con sus manos y tomó a la pequeña en sus brazos, a pesar de que ella se aferrara a la camisa azul de Demian—, esta traviesa ya no estaba por ningún lado.

—¡Papi, papi!—protestó, alargando sus manos en la dirección del rizado.

Se la entregó, y ella simplemente colocó su cabeza en el cuello del contrario, cerrando sus ojitos y acariciando la piel tibia.

—Parece que le agradas más que yo—se cruzó de brazos y giró para entrar a la casa.

—Alguien esta celoso—se burló en un hilo de voz, pero el castaño pudo entender el comentario y volvió su mirada a él—. Vamos, Anna, como papi te enseñó—incitó a la niña que en seguida se irguió y pasando unos mechones tras sus orejas con torpeza le sonrió.

—Amo, a-angel—balbuceo y sus orbes esmeralda brillaron. El corazón Ezra podía salir de su pecho en ese momento. Caminó hasta ellos y le acarició las mejillas.

—¿Qué fue lo que dijiste, Sav?

—Amo, ángel—repitió segura y una risilla infantil salió de sus rojizos labios.

—Diablos, amor ¿Desde cuándo...?, ¿Cómo es que...?

—Era nuestro secretito, pero le dije que quizás era hora de que lo compartiéramos contigo.

La castaña no había dicho más que si, no y papi en sus dos años de vida, y eso mantenía preocupado al demonio.

—¿Entonces ella hablaba desde antes?

—Si, tenemos conversaciones interesantes de hecho. Ella es lista, aunque no solo con las palabras.

Ezra iba a arremeter contra él, propinándole un golpe o insultándolo por haberlo privado de tal buena noticia durante tanto tiempo, cuando Savannah volvió a decir—. Ángel, quero... pastel. Mi cumple, mi pastel. Dame.

AntichristDonde viven las historias. Descúbrelo ahora