Ignorando el ataque del hollow a Orihime, todo estuvo tranquilo durante los días siguientes. Gin comenzó a trabajar junto a la chica en la pastelería, y aunque creyó que un trabajo en el mundo de los humanos sería sencillo, se vio completamente superado durante los primeros días. Orihime fue paciente y le enseñó a utilizar las máquinas para preparar café, cómo atender a los clientes, y a manejar la caja registradora. Poco a poco, se acostumbraba a la existencia humana, especialmente gracias a la ayuda de Orihime. Además, al menos tres veces a la semana veían a Grimmjow o a Renji, lo que hacía todo más agradable.
El que aún no se adaptaba para nada era Ulquiorra. Aún pasaba la mayor parte del día sobre el tejado contemplando el cielo o leyendo algunos libros que Urahara le había entregado, pese a que él no los había pedido. Sabía que debía hacer algo más, pero no sabía qué; la verdad es que se sentía perdido. Ya no tenía que seguir órdenes claras. Tenía que buscar cosas que hacer. Pero él no tenía motivaciones propias. Él no sabía cómo vivir.
Se encontraba perdido como siempre en sus pensamientos hasta que escuchó la risa de Orihime proveniente de la sala. Había perdido la noción del tiempo pues cuando abrió los ojos, ya era de noche. Bajó del techo y entró lentamente a la casa. La chica no estaba sola. Junto a ella se encontraban Grimmjow, Gin, Renji, Uryu y Sado. Estaban sentados alrededor de un tablero y todos sujetaban unas tarjetitas. Ulquiorra sabía que todos habían sentido su presencia pero ninguno le puso atención. Al parecer, ya se habían acostumbrado a su indiferencia. Eso no le molestaba, sin embargo, fue extraño que Orihime no le mirara como hacía hace tan sólo unos días.
- ¡Maldición Orihime! –gruñía un molesto Renji- ¡No es justo!
- Vaya Inoue-san, no sabía que eras tan buena en los negocios –dijo Uryu mientras afirmaba sus gafas con un gesto desafiante- al parecer no tengo asegurada la victoria.
- Para ganar tendrás que vencerme Ishida-kun y no pienso rendirme tan fácilmente –Sado miraba con ternura a sus amigos. Sabía que ambos eran muy competitivos.
- No quiero interrumpir la lucha de egos pero me parece que es mi turno –la sonrisa de Grimmjow era fría y calculadora mientras arrojaba los dados- bien, avanzaré hasta...¡¿la cárcel?!
- Al parecer, es mi turno –Gin lucía satisfecho por su desempeño. Era la primera vez que jugaba pero había comprendido bien el juego y lograba avanzar con facilidad.
- ¿Qué están haciendo? – todos se voltearon a ver a Ulquiorra que miraba fijamente el tablero.
- Jugamos Monopoly, Ulquiorra-kun –la mirada de Orihime era dulce pero estaba cargada de nerviosismo- como estás siempre en el techo...bueno...supuse que no querrías jugar y hoy no quería estar sola, así que invité a los chicos. Pero...si quieres unirte, puedes esperar a la siguiente partida y...
- No, gracias... mujer.
Ulquiorra caminó hacia el baño bastante molesto pero sin comprender la razón de sus propias emociones. Iba a darse una ducha, no sabía por qué pero eso lo calmaba. No obstante, una mano le impidió cerrar la puerta del baño.
- Ulquiorra-kun –la mirada de la chica estaba fija en el suelo- Tenemos que hablar.
- ¿De qué? ¿Qué ocurre mujer?
- Eres bastante grosero y eso me molesta –ahora, la chica lo miraba desafiante- Te la pasas todo el día en el techo ignorándonos...ignorándome. No he dicho nada porque pensé que te costaba adaptarte pero...me he dado cuenta de que ni siquiera lo intentas. Es como si... sólo quisieras regresar a Hueco Mundo. Lo he pensado mucho y...-los ojos de la chica estaban un tanto llorosos- quizás lo mejor es que regreses allí. Creo que aquí nunca serás feliz.
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No tengo miedo
Roman d'amourLa Guerra de Invierno ha acabado, pero no es el fin, es sólo el comienzo de nuevos romances y nuevas oportunidades. Bleach y sus personajes pertenecen a Tite Kubo. Esta es una adaptación libre. Queda estrictamente prohibida su copia, distribución o...