Capítulo 12

32 4 0
                                    

Ulquiorra comenzó a sentir como su pulso se aceleraba y un cosquilleo recorría su espalda. De forma inconsciente, comenzó a acercarse a Inoue, lo suficiente como para sentir el aroma de su aliento y escuchar su respiración tranquila.

Yo...la quiero solo para mí.

Sentía un impulso incontrolable de acercarse todavía más. No quería que nada lo separara de ella.

Ya veo. Con que esto... es...

De golpe, sintió como las presiones energéticas de los dos shinigamis que estaban en la casa, se alteraban. Subían, bajaban, se intensificaban. Su primera reacción, fue ponerse de pie en una actitud protectora de la mujer que dormía. Sin embargo, notó que estos cambios no mostraban ningún ápice de violencia. No dudo ni un minuto de ir a asegurarse de que todo estuviera bien. No quería arriesgar a la mujer.

Mientras, Gin y Rangiku se besaban con pasión y no podían detenerse. Luego de todo lo que había ocurrido, ambos sentían la necesidad de estar juntos. Los dedos de Gin se enredaban en el cabello de Rangiku, sin dar espacio a escapatoria. Ella, afirmaba la cabeza de su amado con fuerza, pues aun temía que cuando abriera los ojos, él no estaría.

Si bien se amaban, ninguno había pensado en que algo así podría ocurrir. Jamás creyeron que pasarían de una amistad inocente. Hubiesen seguido devorándose de no ser por la interrupción del Espada.

- ¿Me pueden decir, por qué su presión espiritual está así? -Ambos dieron un respingo al oírlo. Dejaron de besarse, pero no se separaron. Por algún motivo que no entendía, el Espada sintió una gran incomodidad y un leve calor en sus mejillas.

- ¿Hace... hace cuánto estás observándonos?

-Acabo de verlos. Solo vine por la variación en su energía. Pensé que quizás estaban discutiendo, pero veo que no.

-Es de mala educación interrumpir a una pareja besándose, Ulquiorra.

- ¡Gin, no seas grosero! Además, no somos una pareja. Solo somos amigos -El tono de tristeza de la mujer no pasó desapercibido para ninguno. -Mi presión espiritual cambió porque... bueno, no es normal besarse con un amigo. Disculpen, necesito un poco de aire.

-Rangiku, espera -Gin la siguió al jardín, dejando a un confundido Ulquiorra solo.

No era imbécil, sabía que se estaban besando, y sabía que eso era algo que los seres vivos consideraban parte de las relaciones interpersonales. Sin embargo, él jamás había sentido interés por algo así. Después de todo, su existencia era muy distinta.

¿Cómo será besarla?

Eso era, ahora se daba cuenta. En la habitación de la chica, lo que había sentido podía resumirse en ganas de besarla. El motivo, pese a que para otros sería evidente, para él era un misterio.

Quiero besar a la mujer.

En el jardín, Rangiku lloraba mientras se mordía el labio y se abrazaba a si misma. Era una tonta. ¿En qué estaba pensando al besar así a su mejor amigo? ¿Cómo iba a mirarlo ahora? Seguramente todo era una treta de Gin, una de sus tantas bromas descriteriadas que a él le parecían graciosísimas, pero, terminaban con más de un herido.

-Eres un imbécil, Gin.

-Lo sé, créeme que lo sé -Se acercó lentamente a ella, tanteando como abordar la situación -Espero que puedas perdonarme por todo lo que hice, por todo el daño que te causé. No me importa si me condenan, si me matan, solo me interesa tu perdón. Y sé que no me alcanzará lo que me queda de vida para pedirte disculpas por todo. Imagino que estás muy confundida, que tienes muchísimas preguntas y, responderé a todas. Por favor, Rangiku, no llores más.

No tengo miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora