Capítulo 8 - Esperanza

110 70 78
                                    

Intenté parpadear, pero a causa del intenso brillo de la habitación me costaba abrir mis ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Intenté parpadear, pero a causa del intenso brillo de la habitación me costaba abrir mis ojos. En ese momento sentí todo mi cuerpo pesado, me encontraba sin fuerzas, entonces escuché el eco de una voz a lo lejos sin llegar a entender palabra alguna. Mis párpados levemente separados notaron la silueta de una persona interponiéndose entre la luz y mis ojos. No podía distinguir quien era ya que veía todo demasiado borroso. En ese momento al parecer otra persona se acercó, pero tampoco pude hacer foco, sólo recuerdo que abrió mi ojo derecho y una potente luz blanca se encendió antes de volver a perder el conocimiento.

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando desperté, recuerdo el hormigueo al intentar mover mis extremidades; los cálidos rayos del sol entraban por la ventana que estaba a mi izquierda dando vista a la ciudad. Hice un esfuerzo y gire mi cabeza a la derecha, entonces pude ver a Liz mirándome fijamente, podía verse en su rostro que no había dormido nada, pero a pesar de ello su sonrisa la hacía ver particularmente hermosa, pude notar que se emocionó al mismo tiempo que posó su mano derecha sobre la mía.

— Liz, ¿qué haces aquí? —dije mientras las palabras me salieron como en un suspiro.

— No te esfuerces, estoy aquí para cuidarte.

— ¿Cómo llegaste? —le pregunté intentado entender la situación. De a poco los recuerdos iban apareciendo.

— Al parecer fui el primer contacto en tu móvil que respondió a la llamada de los médicos, pero no te preocupes, todo estará bien.

— ¿Qué sucedió?, recuerdo los disparos y casi nada más.

— Perdiste mucha sangre; por suerte todo ocurrió muy rápido. Tus vecinos Paolo y Lana llamaron a emergencias, así que pudieron controlar la hemorragia lo antes posible, pero la pérdida de sangre fue considerable, estuviste un día inconsciente a causa de ello. El Dr. Maldini me había anticipado que ibas a reaccionar rápidamente.

— ¿Vino alguien más? —pregunté mientras intentaba mirar alrededor.

— Sólo un oficial de policía que dijo conocerte.

— Estuviste aquí todo este tiempo, gracias Liz. No sé cómo agradecerte.

— No debes agradecerme nada, sabes el gran cariño que siento por ti —dijo mientras acariciaba mi cara.

Eran las nueve de la mañana cuando el doctor ingresó a la habitación 214 del hospital Secondo Lotto. Pudo explicarme que tenía la suerte de que ninguno de los disparos recibidos había comprometido algún órgano o arteria principal. El impacto en el costado derecho de mi cuerpo perforó sólo una parte muscular y tuvo una salida limpia, mientras que el del hombro sólo había causado una hemorragia que pudo ser controlada a tiempo, pudieron extraer la bala y la situación no llegaría a mayores, sólo debía reponerme un poco y quizás esa misma tarde luego de que me controlaran, quizás podría irme a casa. Le pregunté si sabía algo respecto al motivo de aquel episodio, pero su respuesta fue negativa, la única información que me pudo brindar fue que la policía estaba encargada del asunto con el oficial Kavanagh a cargo. Le agradecí su impecable atención y dijo que volvería por la tarde.

La Pasión de RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora