Capítulo 14 - Dulce Borgoña

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La noche era particularmente especial en todo sentido

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La noche era particularmente especial en todo sentido. El clima era perfecto, las estrellas adornaban el cielo de Marsella.

Nos dirigimos en el coche de Julie hasta el aclamado restaurante La ville d'or, en el cual había pactado una reserva telefónica.

Sí... tenía pensado cada detalle. Esa noche significaba mi regreso, y me debía emplear al máximo para que la velada de esa hermosa mujer se quedara grabada en su mente toda su vida.

Al llegar al lugar nos bajamos en frente, dejando que el valet parking se encargase de estacionar el lujoso automóvil de Juliette.

El caminar por la entrada principal con esa magnífica mujer tomada de mi brazo me hizo sentir mejor que nunca. De verdad tenía todos mis sentidos en alerta, las emociones a flor de piel y una sutil sonrisa que no se borraba de mi rostro.

La señorita Lemoine estaba vestida como cualquier día en la oficina. Pero en el caso de una famosa estilista como ella, significaba resaltar cada día de una manera diferente.

Llevaba un pantalón un tanto ajustado de seda fría color negro, que denotaba sus curvas con mucha elegancia. En conjunto lucía una camisa de raso blanca contorneando su figura con los botones superiores desprendidos, estimulando la imaginación de cualquier hombre. Y como complemento de su estilo particular, tanto su bolso como sus zapatos eran diseños de Christian Louboutin. Pero más allá de su cautivante apariencia, el glamour que emanaba en cada gesto y pose, es algo con lo que había nacido.

—Buenas noches, tengo una reserva en la terraza. —Me dirigí al hostess que se encontraba detrás del atril en la entrada del distinguido restaurante.

—Buenas noches caballero, mi nombre es Antoine. Señorita Lemoine, es un gusto volverla a ver en nuestro restaurante —respondió dirigiendo su mirada a Julie.

—¿Cómo te encuentras Antoine? —Lo saludó con dos besos—. Es un gusto volver a verte.

Más allá de haber elegido el mejor lugar, al parecer la fama le precedía a mi acompañante, así que mi esfuerzo porque todo sea especial, iba a tener que ser por partida doble.

—¿A nombre de quién es la reserva, caballero? —Se dirigió a mí, de manera cordial.

—Roma —respondí, mientras situaba mi mano en la espalda baja de la atractiva rubia a mi lado.

—Perfecto. Por pavor, acompáñenme por aquí —repuso, dirigiéndonos a un bonito lugar en la terraza.

Una vez allí, corrió la silla para que Julie tomara asiento y en unos segundos apareció el camarero.

—Buenas noches, aquí les dejo la carta. Hasta que decidan sus platos, ¿qué desean beber?

Miré a Julie a los ojos y le pregunté:

—¿Qué es lo que desea beber, señorita Lemoine?

—Un Poully-Fuissé Solutre, por favor —respondió ella con una sonrisa.

La Pasión de RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora