Capítulo 13 - Cacería

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El desayuno de la mañana del domingo, fue la noticia de que Liz estaba conociendo a alguien, y eso me puso realmente contento, ya que ella es una de las mejores personas que pude conocer en el transcurso de mi vida

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El desayuno de la mañana del domingo, fue la noticia de que Liz estaba conociendo a alguien, y eso me puso realmente contento, ya que ella es una de las mejores personas que pude conocer en el transcurso de mi vida.

Hablamos por un par de horas compartiendo detalles de su pretendiente. Tenía su misma edad y coincidía con ella en un trabajo de medio tiempo que había tomado para solventar algunos gastos de su carrera universitaria. Me contó que era un tanto formal y bastante reservado, lo que me hizo pensar para mis adentros que marcaba una gran diferencia con mi propio perfil, pero no quería denotar ese sentimiento de competencia que podía interpretarse como posesividad, así que me guardé ese comentario. Lo más importante de todo en ese contexto es que ella pudiese tener al lado a alguien que la respete y cuide como se merece; sí... todo lo que yo no supe hacer cuando el destino nos había cruzado.

Antes de terminar la conversación con Liz, ella me aconsejó que pensara bien en cómo iba a actuar de ahora en más con respecto a Mel, ya que, para ella la pequeña francesa podía significar un buen giro en mi vida. Su argumento era que Mel contaba con ciertos rasgos que indicaban respecto a ella una personalidad de nobleza innata, contrastando de forma marcada con lo que a primera impresión podía experimentar con Juliette. En definitiva, sus consejos reflejaban de manera fiel lo que en esencia era Liz. El lado romántico de la vida.

Claude iba de un lado a otro de la casa, mientras se alistaba para el viaje del día próximo. Me acerqué a la cocina en búsqueda de un buen café que estimulara mi sistema nervioso central dándome esa dosis de energía que necesitaba para organizar mi semana. De pronto, lamenté que no existiera una pócima que me llenase de valor para mirar a los ojos a Mel y evitar pensar en sus labios rosados a un centímetro de los míos. Y como si se tratara de un guion escrito por el mejor dramaturgo, entró en escena la señorita en cuestión pasando por mi lado y saludándome de la manera más normal.

Tantas fueron las veces que había sentido su perfume en las mañanas que indicaba que recién había salido de la ducha, que no me di cuenta hasta ese preciso instante lo realmente embriagante que aquel aroma podía llegar a ser. En cierta parte me sentía como un adolescente, creando tanto drama por un breve suceso que había ocurrido en un contexto para nada habitual.

—Buenos días, Mel. ¿Cómo te sientes hoy? —pregunté varios segundos después, sin darme cuenta que estaba sumido en mis pensamientos.

—Pues al parecer mucho mejor que tú, ¿es que acaso sigues un tanto dormido? —repuso con voz burlona, mientras se preparaba un té verde en el otro extremo de la mesada.

—No es eso, sucede que estaba haciendo memoria acerca de unos papeles que extravié y los preciso para mañana —mentí sin titubear. Sin duda alguna hubiese sido un gran actor en otra vida, dada la naturaleza de mi reacción.

—Ya me di cuenta que estás bastante distraído, en consecuencia, perder algunos archivos es algo normal —rio, escondiendo su expresión detrás de la hermosa cabellera negra húmeda, que le hacía ver ahora por alguna razón, como una mujer mucho más atractiva.

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