4

347 57 21
                                    

Para mi sorpresa el profesor Kakyoin cuidaba muy bien de Jouta, gracias a mi hijo me enteré que era un chico de 24 años, tan joven y tan molesto.
Comprendí que la edad no tiene nada que ver con la amargura de las personas.

Al final terminé aceptando ser el asesor de la clase 1, salía de mi trabajo una hora después que Kakyoin, por lo que él pasaba por el niño cuando salía de su escuela.
Cuando llegaba a casa los encontraba jugando, incluso algunas veces me invitaban a ser partícipe de sus aventuras pero la verdad era que no me sentía interesado en ser un monstruo generador de ruidos extraños como los que salían de sus gargantas.

Kakyoin comía con nosotros, se quedaba con Jouta ayudándole con su tarea y después nos hacía acompañarle hasta la esquina de su calle. Al principio fue extraño e incluso me rehusaba a sus demandas, pero termine tratando de no tomarle importancia a mi incomodidad, esperaba llevar con calma la relación de trabajo que tenía con él. Después de todo Jouta lo adoraba y siempre lo veía colgado de su cuello como un pequeño chango.

Había escuchado mucho la voz de Jouta en estos días que en todo lo que tenía viviendo conmigo. El trauma que había generado por culpa de su madre me hacía difícil entenderlo, sin embargo, Jouta era un niño muy fuerte y con un corazón enorme que trataba de no transmitirme su propia tristeza.
Me hacía sentirme un padre irresponsable, justo las palabras que Kakyoin me había gritado enfrente de todas esas personas.

—Papá, Noli quiele complar helado mañana.

—¿Quiere Kakyoin o quieres tú?

La divagación de mis pensamientos terminó cuando el niño en la bañera dejó de jugar con su pequeño elefante de hule, mis manos lavaban con suavidad su pequeña cabeza mientras el shampoo con olor a lavanda desaparecía de su cabellera negra.

—Los dos.

—¿No estoy invitado?.

—Papá puede il.

—Pero se enojará Kakyoin.

Noli no se enoja.

—No conoces a ese pequeño monstruo, cariño.

Mi hijo siguió jugando con su elefante mientras terminaba, cuando lo saqué puse sobre su cuerpo la toalla con pequeños delfines que le trajé del último viaje de investigación que realicé.
Ya con su pijama puesta lo llevé a la cocina y le serví leche caliente con un poco de miel para que pudiera dormir sin pesadillas, él decía que le ayudaba pero no sabía si me decía la verdad.

—El sábado no vendrá Kakyoin.

—¿Eh?

—Me dijo que iría a casa de su madre.

Dejó de tomar, sus labios estaban manchados de leche, le pasé una servilleta, lo cargué y llevé hasta el sillón mientras ponía cualquier programa en la televisión, después el mismo se subió a mi regazo aún con el vaso entrenador en su boca.
Le di pequeños golpes sobre su espalda hasta que sus ojos fueron cerrándose poco a poco, puse mis brazos a su alrededor, su calidez era justo lo que necesitaba para sentirme en paz, sabía que necesitaba mi completa atención y tener contacto conmigo, después de todo aún se encontraba en su primera infancia y ya había pasado por mucho.
Me sentía culpable por todo lo sucedido, Jouta era el único motivo por el que decidí seguir haciendo algo de mi vida, si bien dejé las investigaciones, esperaba en algún momento poder regresar a ellas.

Abracé a mi hijo y lo escuché suspirar sobre mi pecho, fue una sensación muy agradable.

🍃🏵🍃🏵🍃🏵🍃🏵🍃🏵🍃🏵🍃🏵🍃🏵

Tears (JotaKak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora