| ocho |

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No estaba muy seguro sí quería hacerlo. Agachó la cabeza y sus labios se abultaron ligeramente. Pero, Chan le toma de la barbilla y obliga que le miré.

—Te quiero, SeungMin. —Ha dicho—. Así que puedes contarme lo que sea. Estoy aquí para eso, para escucharte.

—No es nada. —Balbucea y con ello no pareció convencerle. Chan alarga la otra mano a la pared, encerrándolo y el poco espacio entre sus bocas es tan absurda como el choque de las puntas de sus narices.

—Siento que me estoy perdiendo de algo. Por favor, no me ocultes nada. —Su cabeza cayó a un lado, sobre el hueco entre el cuello y clavícula de SeungMin y lo siguiente que dijo lo dejó hecho pedazos—. No me hagas sentir como un extraño cuando estoy cerca de ti.

SeungMin miró a la derecha, directamente a la puerta; la necesidad de irse habían disminuido...

—Yo también te quiero. —Dice—. Y tengo tantas ganas de ti.

Para entonces, el hambre, el deseo y el sexo todo juntos como en un orgía sobre la atmósfera se intensificó al igual que una pastilla en el organismo. Chan la sintió como una droga, lenta y despacio recorriendo primero por su cuerpo libremente hasta llegar a sus sentidos, vista, oído, gusto, y pasar por la consciencia y el pensamiento infame de estar borracho.

Sí, exactamente esa sensación. Era la mejor antes de follar, al menos para Chan. Lo llenaba de carácter, de fuerza, con el ánimo de poder comerse el mundo, en este caso, bueno, al fin y al cabo, joder al mundo.

Había oído suficiente. Un respiro, un roce, el suspiro de sus pulmones y podía afirmar la exención de cada una de sus células.

Tomó con ambas manos la cara de SeungMin y le besa. Lo hace hasta transformar el tierno beso en algo tosco y desordenado. Excitante... La polla se le endurece en los pantalones y con la cercanía sabe que SeungMin lo ha notado. Pero apenas la diversión se hacía notar, quizá también porque en el momento de restregarse sintió un bulto en los propios jeans negros de él.

Chan mueve una pierna y la acomoda entre los muslos de SeungMin, entonces sube un poco la rodilla y hace presión. Dios. SeungMin gime en medio de su boca y cuando intenta volver al beso, Chan había bajado los labios por su barbilla, otro beso, otro gemido y podía sentir la desesperación en la punta de su pene.

Descendió a su cuello y su lengua y dientes tomaron dominio de esa zona delicada, erógena, mientras le agarraba del culo y lo levanta para acentuar la fricción y seguir frotándose.

Solo cuando el delirio y la imprudencia en su máxima plenitud, combinados en un manojo de locura, fue lo bastante para continuar en la cama. Nada más caer encima del colchón, SeungMin jaló del cinturón a Chan y le obliga a besarle, lo coge por el cuello y el choque de lengua y dientes terminó siendo un gran estimulador.

Lo siguiente en pasar ocurrió demasiado rápido, Chan le empieza a desnudar, primero la sudadera y con los pantalones se toma el tiempo de besar cada parte de sus piernas a medida que se los retiraba; en las rodillas, por los muslos, más abajo de la pelvis. Vuelve a subir las manos hasta la orilla de sus calzoncillos y los desliza por su piel.

Por lo pronto, en cuanto SeungMin echó un tercer gemido supo con exactitud lo distraído y cómodo que estaba y aprovechó ese estado de embriaguez para untarse los dedos con un poco de lubricante y comenzar a dilatarlo. El primero entró con facilidad, lo movió frotando lo que percibió como su próstata porque él arqueó la espalda y se retorció sin lógica alguna.

Al llegar el segundo la cosa se tornó más apretada y los ligeros espasmos que daba SeungMin en su ingle advirtió lo cerca que estaba. Todo ello, sin apartar ni una sola vez la mirada. En cuanto menos quiso darse cuenta SeungMin comenzó a jadear, pero era un niño bueno y obediente así que apretó los ojos y se mordió el labio, negándose rotundamente a las exigencias de su cuerpo, y de alguna forma eso excitó más a Chan.

𝑩𝒍𝒖𝒆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora