| diecinueve |

131 15 1
                                    

Cuando Chan regresó a la habitación, SeungMin no estaba donde lo había dejado. Fueron cinco segundos de pánico hasta que entre la oscuridad dio con su silueta agazapada al lado de la venta.

—Pensé que te habías ido —dijo, un poco ronco.

—Solo he salido a fumar —ha dicho, dejando por un momento de lado su voz compasiva.

Entonces comenzó a moverse por la otra parte de la habitación, en el lado de JeongIn. Primero se quita el abrigo y luego se mete la mano en el bolsillo delantero de su pantalón para sacar de ahí su cartera y tirarla en el mueble frente a la cama, junto con las llaves.

Al volverse se dio cuenta que SeungMin había vuelto a la cama.

—De verdad creí que te habías ido —murmuró, con la cara apoyada sobre sus rodillas y las manos tocando las puntas de sus pies.

Chan aspiró hondo y se acercó hasta él. Suavemente, le retira el cabello de la cara, se lo acomoda detrás de sus orejas, mirándole persuasivo—. No me iría de esa forma sin antes avisarte.

SeungMin le miró con algún tipo de brillo en la cara, sintiendo la intranquilidad abandonando su cuerpo. Y creyó fielmente en sus palabras.

—Y ahora, ¿por qué no tratas de dormir un poco más?

—No tengo sueño —respondió, bastante ocupado en sentir el tacto de Chan.

El pulgar cayó desde su mejilla hasta su mentón, le dio un ligero toque y lo levantó. Lo que sea que estaba por hacer, Chan lo dejó todo en otro simple beso en sus labios. Pero, al poco de alejarse, SeungMin se le adelanta y se arrima más.

Chan se dejó llevar por un segundo, aunque al oír a SeungMin susurrarle—: ¿Podemos hacerlo?

Fue como un click en su cabeza, de todo lo que espera que le dijera, eso no estaba ni por asomo en el principio de su lista y resultaba una verdadera mierda renunciar a todo ello: Escuchar algo tan dulce escaparse de sus labios, su voz en cálidos suspiros que chocaron contra la piel de su cuello. Aquello sin duda, lo agitó. Todo su cuerpo se enfrió y calentó casi en una milésima de segundo.

Dentro de su cabeza había un gran debate entre su conciencia y la irresponsabilidad. No pretendía confundir a SeungMin ni jugar con sus emociones. Recibir un beso suyo logró aislar el sentimiento de culpa para convertirlo en pura frustración. Porque si se estaba olvidando, SeungMin estaba sensible. Lo que sea que lo haya dejado así, no se iba a arreglar follando.

—No creo que debamos. —Le apretó con cuidado las manos. A la espera de algo.

Lejos de sentirse rechazado, SeungMin lo encontró un poco intrigante—. Pero, tú quieres follarme, ¿verdad?

Mierda.

Sus palabras le chirriaron al oído. Chan tragó y trató de alejarlo. No solo a SeungMin, sino también todos aquellos pensamientos que inundaron por completo el territorio de sus mayores fantasías.

—Estás vulnerable. Tocarte ahora me haría sentir como si me aprovechara de ti.

—No lo harás. Te lo prometo. Yo estoy bien.

Se sorprendió, aunque no lo suficiente, cuando SeungMin le ignoró y volvió a aplastarle los labios. Dios, por una vez estaba tratando de pensar con la cabeza. Pero, luego de la semana que pasó entre angustia y confusión, algo muy dentro de él quería que se lo pagara.

𝑩𝒍𝒖𝒆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora