| veintidós |

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«¿Quieres qué nos vayamos?»

SeungMin se sintió bastante aliviado cuando Chan le fue a susurrar aquello en el oído. Porque realmente se veía incapaz de arruinarle el buen rato con sus amigos; el ambiente que parecía estar hecho para Chan, pero para SeungMin... En fin, "el buen rato" había terminado después de todo.

El viaje de regreso a la residencia se hizo bastante corto. Las ventanillas del coche empañadas por completo del frío. SeungMin aún llevando puesto el abrigo que momentos antes de abandonar la fiesta, Chan le dio.

Un viaje tranquilo y corto, en el que SeungMin se quitó los zapatos y subió los pies al asiento. Cuando se agazapó en el rincón, mermado, con los ojos cerrados, durmiendo o quizá medio dormido, Chan sabía que algo no andaba bien. Debatió consigo mismo en hacer una pregunta al respecto. Luego, prefirió no hacerlo.

Fueron las dos y media pasadas de la madrugada que al fin llegaron a la facultad. Todo el ciclo del viernes terminó y el sábado había llegado. Aunque no lo tendrían en cuenta hasta mañana por la mañana.

—¿Te quedas está noche conmigo? —Repentinamente SeungMin habló, con voz bajita, si bien podría tratarse que sonara así después de haber estado en silencio. Chan apagó el motor y se tomó su tiempo antes de retirar las llaves—. No quiero dormir solo.

—No pensaba dejarte solo —respondió él. Sus oídos sensitivos ante aquel tono.

Tras una breve vacilación, estiró el brazo y le pasó la mano por detrás de la cabeza, quería creer que esa actitud decaída venía por el cansancio.

Naturalmente, Chan no habría dudado de eso. No se habría quedado callado o con la intriga de saberlo, pero incluso él sabía que era suficiente por hoy. Y realmente necesitaba de una buena sesión con la almohada.

Caminaron el pequeño tramo hasta la residencia, a paso ligero por el frio. A punto de subir las escaleras, SeungMin se detuvo y se volvió a Chan, entonces le extendió la mano. Él la tomó. La sostuvo enternecido, minucioso, como si estuviera esperando a que tomarle de la mano significase algo. O al menos pudiese responder a sus dudas. No lo hizo. SeungMin no quería hablar, solamente quería sentirle cerca.

El recorrido a la habitación vino después. Pasarían la noche en el cuarto que compartía con JeongIn. Al entrar lo encontraron dormido, envuelto bajo capas de sábanas y la estufa encendida; fueron bastante cuidadosos para no despertarlo. SeungMin recordaba haber oído a JeongIn decirle que por vacaciones de invierno, iría a la casa de sus tíos. Él aún no sabía dónde se quedaría en estas vacaciones, si quiera si podía contar con sus padres.

El lento impacto de las botas de Chan contra el suelo lo advirtió de tenerlo detrás hasta sentir que le quitara el abrigo. Luego, sentir su cuerpo. El hormigueo en la nuca y el juicio acerca de tenerlo detrás, allí, de pie; con el golpe de su respiración y sus ojos verdosos centellando a la mera luz de afuera.

La forma de imaginarlo como al hombre que desde los dieciséis años tuvo detrás, o la forma que se ideó en mente, los caprichos, las reglas y los deseos. Tal vez, Chan, tan idéntico a su padre cuando cada noche hasta los siete años le acompañaba al dormitorio y le arropaba.

Esas costumbres se perdieron. Algunas para algo bueno, otras no tanto. Y se replanteó si extrañaba alguna de esas costumbres. Ahora, lo tenía todo, ¿no? Tenía a Chan. Tenía amor. Lo que «estaba bien». Lo que todos le decían que era correcto tener. Una relación sana con una persona que «no le doblaba la edad».

SeungMin todavía estaba despierto cuando minutos u horas después sintió a Chan conciliar el sueño. Se giró al otro lado, de espaldas a la pared, y se acurrucó más a su pecho. Chan era perfecto. Tan varonil y fuerte. La forma de hombre que le perseguiría hasta la muerte. O la forma de hombre que idealizó desde adolescente.

𝑩𝒍𝒖𝒆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora